La brecha salarial de género sigue siendo uno de los desafíos más persistentes en el ámbito laboral, y sus efectos afectan de manera significativa la equidad económica global. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres ganan, en promedio, un 20% menos que los hombres, a pesar de los avances en políticas y conciencia social sobre la igualdad de género. Este desequilibrio no solo refleja la disparidad en los ingresos, sino también la menor participación femenina en el mercado laboral, donde la tasa de participación de las mujeres es solo del 48.7%, frente al 78% de los hombres, de acuerdo con Forbes.
A medida que la brecha salarial de género se mantiene constante en la mayoría de las regiones del mundo, las mujeres se encuentran sobrerrepresentadas en los trabajos de menor remuneración. De acuerdo con la OIT, las cifras globales indican por cada 100 dólares ganados por los hombres en 2024, las mujeres solo recibieron 51.8 dólares. Aunque la situación ha mejorado levemente en las últimas dos décadas, la brecha sigue siendo alarmante, y al ritmo actual, se estima que tomaría casi 170 años para lograr la igualdad salarial entre los géneros, según el Foro Económico Mundial.
Brecha salarial de género en regiones del mundo
La brecha salarial de género muestra una disparidad notable entre regiones del mundo. En algunas áreas, como los Estados árabes, las mujeres ganan solo 12.4 dólares por cada 100 que obtienen los hombres. En África, este desajuste es igualmente marcado, con una cifra de 34.7 dólares por cada 100 ganados por los hombres. Esta situación resalta las barreras estructurales y sociales que enfrentan las mujeres en estas regiones, donde las normativas laborales y los prejuicios culturales siguen influyendo en la igualdad de oportunidades y derechos.
Para citar un ejemplo, basta decir que respecto del uso de la IA por mujeres, ellas están a la saga, incluso en las generaciones más jóvenes, donde no debería existir esa disparidad debido a la democratización del conocimiento vía online. Esto denota una secuela del sistema donde ellas han estado relegadas desde siempre de los temas STEM.

Por otro lado, en regiones más desarrolladas, como Europa y América, las mujeres ganan entre 60 y 70 dólares por cada 100 de sus compañeros masculinos. Aunque la brecha salarial de género es más estrecha, sigue siendo una realidad tangible que afecta a las trabajadoras, especialmente en sectores donde la segregación ocupacional es evidente. La comparación entre estas regiones subraya la necesidad de políticas más efectivas y de un compromiso firme por parte de los gobiernos y las empresas para lograr una verdadera equidad salarial.
Las diferencias salariales no solo están determinadas por la región, sino también por factores como la educación, la experiencia laboral y la industria en la que se emplea cada persona. Sin embargo, el hecho de que las mujeres sigan ganando menos por trabajos equivalentes en la mayoría de los casos demuestra que aún existen prejuicios de género que afectan el valor del trabajo realizado por ellas.
Sobrerrepresentación femenina en trabajos de baja remuneración
Uno de los factores que contribuye a la perpetuación de la brecha salarial de género es la sobrerrepresentación de las mujeres en los trabajos de menor remuneración. A nivel global, un 50.4% de los puestos de trabajo peor pagados son ocupados por mujeres, un porcentaje que aumenta aún más en los países más ricos, donde llega al 55.9%. Esta tendencia se explica, en parte, por las características de los sectores laborales en los que las mujeres suelen estar empleadas, como la salud, la educación y los servicios.
En muchos casos, estos sectores están desvalorados económicamente, aunque son fundamentales para el funcionamiento de las sociedades. Las mujeres, al estar mayormente presentes en estas áreas, sufren un doble impacto: no solo se enfrentan a la brecha salarial de género, sino que también deben lidiar con la falta de reconocimiento y la escasa remuneración por trabajos esenciales. A pesar de la importancia de estos sectores, la brecha salarial de género se mantiene debido a la segmentación laboral y a la falta de un cambio profundo en la estructura salarial global.
Este fenómeno está relacionado con las expectativas sociales y los roles de género que históricamente se les han asignado a las mujeres. La subvaloración de su trabajo y la concentración de las mujeres en determinados sectores son reflejos de estructuras de poder y normas sociales que deben ser cuestionadas y transformadas para lograr una mayor equidad en los ingresos y en las oportunidades laborales.
Desafíos y avances en la lucha por la igualdad salarial
A pesar de los esfuerzos de los gobiernos, las organizaciones internacionales y las empresas, la brecha salarial de género sigue siendo un desafío global que persiste sin la rapidez de avance esperada. Las políticas implementadas en varias naciones han demostrado cierto éxito, pero la brecha sigue siendo significativa, especialmente en los países en desarrollo. Las mujeres siguen enfrentando barreras legales, culturales y económicas que limitan su acceso a trabajos bien remunerados y a una representación igualitaria en los sectores de liderazgo.

La mejora en la participación laboral femenina también ha sido lenta, y a pesar de la mayor presencia de mujeres en la educación y el sector tecnológico, los estereotipos de género siguen determinando la segregación ocupacional. Las mujeres siguen concentrándose en profesiones menos valoradas, mientras que los hombres ocupan los cargos de poder y decisión en las industrias más rentables.
A nivel empresarial, algunos avances son notables, como las iniciativas para promover la transparencia salarial y las políticas de igualdad de género en el lugar de trabajo. Sin embargo, el compromiso debe ser más profundo y abarcativo, con un enfoque sistemático en eliminar las barreras que perpetúan la desigualdad y con medidas que aseguren la equidad salarial en todos los niveles de empleo.
Hacia la equidad salarial: un camino largo pero necesario
La lucha por reducir la brecha salarial de género requiere un enfoque multifacético que abarque reformas laborales, políticas públicas inclusivas y cambios culturales profundos. La OIT y otras organizaciones internacionales continúan abogando por la implementación de políticas que promuevan la igualdad de género, pero la acción de los gobiernos y las empresas es crucial para materializar estos esfuerzos. La transparencia salarial, la promoción de la igualdad de oportunidades y el fortalecimiento de los derechos laborales son pasos fundamentales hacia una sociedad más equitativa.
Aunque las cifras globales muestran una mejora parcial en la situación de las mujeres, la rapidez de los avances no es suficiente para cambiar el panorama de forma sustancial en las próximas décadas. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, se necesitarían 169 años para erradicar la brecha salarial de género si se mantiene el ritmo actual de cambio. Esto destaca la urgencia de una acción más contundente y de una mayor conciencia sobre la importancia de la equidad salarial como parte integral del desarrollo sostenible.
Con el compromiso de todos los sectores, especialmente el empresarial, es posible reducir de manera significativa la brecha salarial de género. Este desafío debe ser una prioridad global para alcanzar un futuro más justo y equilibrado, en el que tanto hombres como mujeres tengan las mismas oportunidades y el mismo valor en el mercado laboral. La igualdad salarial no es solo un derecho, sino un pilar fundamental para un desarrollo económico sostenible y justo para todos.