Un nuevo informe divulgado ayer por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) denuncia que cada cinco minutos muere un menor en el mundo a causa de la violencia, pero una cantidad mínima perece a causa de la guerra.
“Estamos enfrentando un problema mundial de proporciones epidémicas que llega a los hogares, escuelas y calles en todas partes, y esta violencia podría alcanzar a las siguientes generaciones”, alertó Unicef.
El reporte señala que la violencia mata a más de 340 personas menores de 20 años cada día en el mundo, de las cuales el 75 por ciento de esas muertes son ocasionadas por violencia interpersonal.
Comparación
De acuerdo con el organismo, un adolescente en América Latina tiene 70 veces más posibilidades de ser asesinado en comparación con uno en Reino Unido.
En Brasil, el número de niños que muere por enfermedades prevenibles antes de los 5 años cayó desde 2000, pero casi 15 mil vidas se pierden por la violencia en la adolescencia, dijo Leah Kreitzman, directora de campañas y derechos para Unicef en Reino Unido.
“Si escarbas debajo de la superficie, las estadísticas alrededor de cosas como la violencia sexual, la disciplina violenta en el hogar y la escuela, todas esas cosas dificultan que los niños se desarrollen”, dijo Kreitzman.
Víctimas
El informe de la agencia de Naciones Unidas alertó que los niños que son víctimas de violencia muestran una actividad cerebral similar a la de los soldados en combate y 30 por ciento de las víctimas “pueden desarrollar síntomas del trastorno de estrés postraumático”.
El reporte destacó que la violencia está alimentada por la desigualdad social. No importa dónde vive el menor, si su familia vive en la pobreza, tiene una discapacidad o pertenece a una minoría étnica, “las posibilidades de estar expuesto a la violencia son mucho mayores”.
El estudio, que fue publicado para lanzar la campaña “Niños en Peligro”, es el primer paso para presionar a los gobiernos sobre la implementación de un marco legal para proteger a la infancia en situación de vulnerabilidad.
Fuente: La Crónica