Los científicos pueden plantear los problemas que afectarán al medio ambiente con base en la evidencia disponible, pero su solución no es responsabilidad específica de ellos, sino de toda la sociedad.
Así lo considera el mexicano Mario Molina, doctor en fisicoquímica de la Universidad de California, Berkeley e ingeniero químico por la UNAM, quien en 1995 recibió el prestigiado Nobel de Química por contribuir a la salvación del planeta ante un problema ambiental ligado a la capa de ozono que pudo haber tenido consecuencias catastróficas.
Casi 14 años después de ese emblemático momento para la vida científica del mundo, Molina advierte que aunque la sociedad en general está consciente del calentamiento global, ignora que debe modificar su manera de actuar.
Consciente de que el uso de biocombustibles puede tener implicaciones ambientales diversas, tiene sugerencias para minimizar las consecuencias. «En Estados Unidos se producen a partir del maíz y eso no tiene realmente beneficios ni desde el punto de vista del cambio climático, porque se consume mucha energía para generarlos, ni tampoco desde la perspectiva de calidad del aire», explica.
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