Por elevado que sea el precio de un rescate global, una cosa es segura: será muy poco comparado con los enormes costos -y las profundas consecuencias humanas- de retrasar las acciones sobre el cambio climático.
Hay una especie de belleza en esta difícil situación: si actuamos sabiamente, podemos atacar ambas crisis a la vez.
Las negociaciones sobre cambio climático ofrecen una oportunidad sin precedentes para crear una economía mundial más lucrativa, segura y sostenible. Los retos de hoy son muchos: finanzas, alimentos y energía. No obstante, comparten una misma causa: los intereses especulativos y a menudo miopes han suplantado al interés común, las responsabilidades comunes y el sentido común.
La respuesta es ocuparse con seriedad del cambio climático. Además, este es el momento de hacerlo -no a pesar de la crisis financiera sino debido a ella. No hay que desperdiciar la oportunidad que nos presenta esta crisis.