«Queríamos cuestionar el paradigma del crecimiento económico en Marruecos. Las firmas españolas como Zara, Mango, El Corte Inglés o Cortefiel, argumentan que al aumentar las inversiones en el desarrollo de sus empresas, contribuyen a generar puestos de trabajo. Según ellos, así colaboran para mejorar la vida de sus trabajadores. La realidad es que crear empleos con salarios inferiores a los 180 euros, ni las ayuda a que salgan de la pobreza, ni mejora su calidad de vida». Así argumenta el coordinador de la Campaña Ropa Limpia en Cataluña, Albert Sales, la elaboración del informe ‘La moda española en Tánger: trabajo y supervivencia de las obreras de la confección’, del que es coautor.
Según las averiguaciones de la ONG SETEM Inditex niega haber tenido constancia de las irregularidades en el proceso productivo. Mango, por su parte, sí reconoce estar al tanto de la situación y afirman haberle dado, a los dueños de los talleres en Tánger, un plazo de 6 meses para revertir la situación. Aunque Sales insiste en que el de Marruecos, es solamente un estudio de caso: «Las consecuencias del proceso productivo no se dan solamente en Tánger; esta misma situación se repite en países como Bangladesh, China o la India».
Uno de los factores de la situación esclavista a las que se ven sometidas las mujeres en estos talleres de confección, es su desconocimiento. La mayorías de las trabajadoras ignoran qué derechos las amparan, y asumen como normal las amenazas, coacciones, abusos verbales y, en ocasiones físicos, a las que se ven sometidas quienes se rebelan. «Otro de los problemas es la complicidad que encuentran los explotadores en los medios de comunicación -cuenta Sales-. Cada vez que hay indicios de fortaleza en alguna asociación sindical, publican rumores de cierres de industrias o del posible desplazamiento de las fábricas a otros lugares en los que no haya actitudes hostiles por parte de los empleados».
Para tratar de evitar que la situación se prolongue indefinidamente en el tiempo, se han trazado dos líneas de actuación. La primera tiene que ver con la organización. Múltiples asociaciones trabajan en los países más problemáticos para realizar refuerzos asociativos, ayudar a las mujeres a integrarse en sindicatos fuertes o crear los suyos propios y conocer sus derechos. Muchas de ellas lo hacen en asociación con el TIE, una institución que, con la experiencia obtenida en los países más avanzados en movimientos sindicales, marcan las directrices que deben seguir y realizan exhaustivos seguimientos de estas organizaciones de trabajadores.
Por otro lado, aunque de manera minoritaria, se han creado redes de economía social y solidaria. «Intentan plantear alternativas más humanas para producir, esencialmente, productos relacionados con la alimentación y la artesanía», explica Sales. «El problema es que, al no poder proveer a cadenas de alimentación relacionadas con los grandes grupos industriales, quedan relegadas a un ámbito secundario». Este es el principal motivo por el que este modelo alternativo de producción no va a poder formar parte del grueso de los ingresos económicos ni de Marruecos, ni de ningún otro país.
Planes de futuro
«Actualmente estamos en conversaciones tanto con el Grupo Inditex como con Mango. Ambas empresas han declarado estar muy comprometidas con la responsabilidad social corporativa, palabras que queremos que se reflejen en la práctica», revela Sales. «Una de las demostraciones de su preocupación por mejorar sus sistemas de producción tiene que ver con la transparencia. Si nos dan detalles sobre las empresas con las que colaboran o qué trabajadoras tienen contratadas, será mucho más fácil presionar a las empresas en Tánger para que mejoren sus condiciones laborales».
A largo plazo, el objetivo fundamental de SETEM tiene que ver con la mejora de los salarios mínimos de las mujeres que trabajan en los talleres de confección. «Los menos de 180 euros mensuales que ganan no les llegan para cubrir las necesidades mínimas de su familia». Esto provoca que muchas de adolescentes se incorporen al mercado laboral para ayudar económicamente a su familia una vez que han finalizado sus estudios obligatorios. Como consecuencia, ninguna de ellas puede acceder a estudios superiores que, a su vez, les permitirían acceder a mejores puestos de trabajo y mejorar, por tanto, su calidad de vida. «Si esta situación continúa así indefinidamente, va a ser imposible paliar la pobreza que sufren gran parte de las familias en Tánger», concluye Sales.
Fuente: Elmundo.es
Por: María Cappa
Publicada: 17 de enero de 2012.