Para erradicar la trata de personas a nivel mundial, Suecia, Noruega, Islandia y Finlandia establecieron una nueva estrategia: criminalizar a quienes solicitan los servicios de prostitutas. En esos países, las autoridades aseguran que desde que empezaron a multar y a encarcelar a los clientes que contrataban los servicios sexuales, las redes de explotadores de niñas y mujeres han comenzado a retirarse de esos países porque ven afectado su “negocio”.
Organizaciones civiles en México pugnan porque esa medida se aplique en el país, pues aseguran que la prostitución, aunque sea legal, es el inicio de una cadena de tráfico y esclavitud.
Con ese fin, la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe inició una campaña denominada “Sin demanda no hay oferta”. Teresa Ulloa, directora de esta organización, explica que “esta campaña está enfocada a visibilizar al principal actor en la industria global del sexo, al cliente, que es el verdadero motor de la trata y la explotación sexual de mujeres, niñas, niños y adolescentes y que, históricamente, ha sido el actor más protegido y encubierto”.
Jonas Trolle, miembro de la Dirección General de la Policía Nacional Sueca, señala que la mejor estrategia para prevenir la trata de personas es combatiendo la demanda porque, además, “ninguna mujer ejerce la prostitución por gusto y de manera voluntaria. Lo hacen porque no les queda otra salida y porque son obligadas”, asegura.
El ejemplo mundial
En 1999, Suecia promulgó una ley que prohíbe la compra de servicios sexuales, pero permite la venta.
De acuerdo con el Instituto Sueco, la ley cuenta con el apoyo de 70% de la población, la que incluso pide que se endurezcan las penas, ya que “cada vez más personas se dan cuenta de que la prostitución y la trata de personas forman parte de la delincuencia organizada”.
Sólo en Europa se estima que unas 500 mil mujeres son víctimas de trata, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. En Estocolmo, capital sueca, alrededor de 200 mujeres son parte del comercio sexual.
Simon Häggström, policía de Estocolmo, asegura que en las calles del centro de la capital hay entre 20 y 30 mujeres de manera permanente ofreciendo sus servicios. “Hacemos un trabajo de observación.
Cuando vemos que a una mujer la recoge un conductor, la seguimos. Cuando ya ha empezado el acto sexual, lo interrumpimos. Esto puede ocurrir en un estacionamiento de vehículos cerca del centro. Si van a entrar a un apartamento, los detenemos antes de que alcancen a marcar el código de seguridad de la puerta. En ambos casos es igual la sanción, ya que en el último caso se trata de intento de compra de servicios sexuales”, explica el policía.
El hombre detenido es interrogado y la mujer prostituida funge como testigo. Los clientes, según el Consejo de Prevención de la Delincuencia de ese país, tienen entre 30 y 50 años, principalmente, y son de todas las clases sociales; poco más de la mitad tiene estudios de educación superior. Además, uno de cada dos está casado y cerca de 40% tiene hijos.
La Policía Nacional Sueca considera que los clientes de la prostitución contribuyen con la trata de personas por el hecho de demandar los servicios, pero además por establecer requisitos como edad, apariencia y condición de las mujeres, pues ello determina el tipo de víctimas que tendrán que ser captadas por las redes de tratantes.
Causas y consecuencias
En otros casos, los clientes abren sitios en Internet para recomendar lugares de turismo sexual.
La agente policiaca Jonas Trolle asegura que la normatividad ha logrado ahuyentar a los explotadores sexuales, pues en una llamada telefónica que realizó un testigo protegido con el líder de un tratante de personas para pedirle el traslado de mujeres a Suecia, éste respondió que no podría hacerlo porque ya que no les resultaba un negocio.
Las mujeres explotadas sexualmente en Suecia provienen de Europa Oriental y la mayoría de ellas son transportadas en automóvil o a través de transbordadores desde Alemania, Dinamarca, Estonia, Finlandia y Polonia.
En Noruega, explica Mildrid Mikkelsen, responsable del Proyecto Rosa, desde enero de 2009 se criminaliza la compra de sexo con una sanción equivalente a 50 mil pesos mexicanos y 6 meses de prisión, mientras que la trata de personas es penada con 5 a 10 años de cárcel. “Desde entonces los dueños de los negocios donde se ejerce la prostitución reportan una menor afluencia de clientes”, asegura Mikkelsen.
Teresa Ulloa, directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, coincide en que la prostitución es un detonante de la trata y para erradicar ésta se tiene que sancionar a quienes demandan los servicios sexuales de mujeres.
“Nadie puede consentir su propia explotación”, expresa la activista, quien, como parte de la campaña que inició la semana pasada, difundirá una serie posters, postales y trípticos en los cuales se lee: “Porque tú pagas… existe la prostitución infantil. Sus vidas y sus cuerpos no son mercancías”.
Fuente: El Universal; Kiosko, p. 11
Autor: Liliana Alcántara
Publicada: 28 de Septiembre 2010
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