Por la falta de visa al menos 150 niños no podrán asistir a un campamento que cuesta 42,528 pesos; un grupo de menores de entre 8 y 15 años partiría rumbo al país norteamericano el próximo domingo.
Por lo menos 150 niños, cuyos papás pagaron 42,528 pesos para un curso de verano en Canadá, deberán desempacar ante las pocas probabilidades de obtener en un día la visa que les permita ingresar al país.
El primero de dos grupos de menores, de entre 8 y 15 años de edad, debía partir este domingo a la nación que se ostenta como «El verdadero norte fuerte y libre»; sin embargo, las largas filas en la embajada canadiense en México y el poco tiempo para el trámite terminaron con sus ilusiones.
«Estamos en proceso de reubicar a los niños a otros destinos como EU, Inglaterra y Francia (…), pero quienes pagaron el viaje con tarjeta de crédito es muy difícil hacer algo, es casi imposible cambiar boletos de avión o hacer un reembolso», dijo en entrevista la directora de la agencia de viajes educativos Cosmo-Educación, Lucía Torres Garza.
El otro grupo está programado para viajar el 26 de julio.
Cada año la agencia envía 600 estudiantes al país norteamericano sólo en la época de verano, y 1,000 en el resto del año.
Cerca de 30 menores están en proceso de cambiar su destino, pero el cupo limitado en los colegios y la tramitología para modificar los vuelos dificultan este proceso.
De los 120 restantes que continúan con el plan de viajar a Canadá, 50 radican en México, 45 en Guadalajara y 35 en Monterrey.
Con el fin de hacer más llevadero el costo del viaje, la agencia obtuvo una promoción con Aeroméxico y Banamex que permitía a los papás de los interesados pagar el campamento de verano en 21 meses sin intereses.
Esta opción, que en un principio fue la solución para muchos, podría ser el mayor problema para quienes usaron esta promoción, ya que el dinero en la tarjeta de crédito no es reembolsable.
Para apoyarlos la agencia les ayuda a llenar las solicitudes con el fin de evitar cualquier error que ocasione el rechazo del trámite. También el office boy de Cosmo-Educación está durmiendo en la embajada para apartar lugares a los padres de los niños y que éstos puedan realizar el proceso.
Para los 80 estudiantes que viven en Guadalajara y Monterrey es casi imposible hacer el trámite, ya que los padres no disponen del tiempo o del dinero en algunos casos para trasladarse a la Ciudad de México y pagar una estancia en un hotel. Esto sin contar con que no hay garantías de que obtengan la visa.
«Lamentablemente hasta ahora sólo tres niños tienen en marcha el trámite, sólo uno de ellos vive en el interior de la República (…), los demás estamos tratando de hacer algo, pero hay muy poco margen de maniobra», asegura Torres Garza.
A decir de la directiva, los intentos por acercarse al embajador canadiense en México, Guillermo Rishchynski, para obtener alguna concesión han sido inútiles, desde el martes a la fecha no han obtenido ninguna respuesta del diplomático.
Torres Garza argumenta que el embajador se ha preocupado por los mayores de 18 años o quienes van a estudiar maestrías o posgrados, pero olvidó a los menores mexicanos, que representan el sector turístico infantil más importante para Canadá.
Además del compromiso económico y moral de Cosmo-Educación con los niños y sus padres, la mayor preocupación de Torres Garza es mantener su buena imagen y reputación.
«Tengo 35 años en este negocio y la agencia es reconocida en México y el mundo como una de las opciones más serias en viajes educativos, mi compromiso es respetar el esfuerzo de los padres y las aspiraciones de los niños», asegura.
Para quienes pagaron el viaje en efectivo, Torres Garza dice que devolverá íntegro el costo en caso de que los niños no puedan obtener la visa.
La última esperanza de la directiva de Cosmo-Educación radica en un desayuno que sostendrá el martes el embajador con 32 representantes de expomayoristas de agencias de viaje, incluyendo a su agencia.
«Hay pocas esperanzas, pero tenemos fe en hacerle entender la importancia de abrir una excepción para estos niños que sólo van a estudiar y representan una importante fuente de divisas para Canadá», dice.
Mientras la cita se cumple, Lucía está segura de dos cosas: la primera, que hará hasta lo imposible por lograr que todos los niños hagan ese viaje; la segunda, que luego de la crisis financiera y la pandemia, deberá recurrir no sólo a su experiencia para seguir en el negocio.