En pleno debate sobre la relación del Islam con la República, atizado por los recientes atentados yihadistas en suelo francés, y apenas unos días tras el anuncio cancelación de un acto privado con burkini en el sur de Francia, el bañador islámico vuelve a ser objeto de polémica en Francia. La alcaldía de Cannes, en la costa Azul, ha prohibido en sus playas esta prenda que cubre el cuerpo y el cabello, en nombre de la laicidad y para evitar posibles altercados. El veto, que no menciona directamente el bañador islámico, está en vigor desde finales de julio. Había pasado desapercibido hasta este jueves, en el que varias asociaciones han iniciado una campaña de denuncia en las redes sociales. Consideran la decisión ilegal y amenazan con recurrir ante la justicia.
La orden, en vigor hasta finales de agosto, prohíbe el acceso a las playas y el baño “a toda persona que no respete las buenas costumbres y la laicidad, las reglas de higiene y de seguridad” para poder bañarse en el mar. “Llevar ropa durante el baño con una connotación contraria a estos principios está también prohibido”, añade el texto, como puntualización. A continuación indica que una prenda que “manifiesta de forma ostentosa una pertenencia religiosa, cuando Francia y los lugares de culto religioso son actualmente objetivo de ataques terroristas, puede provocar disturbios del orden público (tumulto, altercados, etc)”. La infracción se puede sancionar con una multa de 38 euros. En las dos semanas que lleva en vigor, no ha sido necesario aplicarla.
“He tomado esta orden para garantizar la seguridad en mi ciudad en un contexto de estado de excepción”, decretado tras los atentados de noviembre de 2015 y todavía en vigor, ha explicado este jueves el alcalde de la ciudad, el conservador de Los Republicanos, David Lisnar, al diario local Nice Matin. “No prohibimos el velo, ni la kipá (el gorro judío), ni las cruces. Simplemente prohíbo un uniforme que es el símbolo del extremismo islamista”, ha añadido. El director general de servicios del ayuntamiento, Thierry Migoule, ha calificado la prenda de “señal de adhesión al yihadismo”, en declaraciones a la web de Francetv info.
El veto ha provocado un revuelo en las redes sociales desde este jueves, donde la portavoz de la Federación de musulmanes del sur, Feiza Ben Mohamed, ha denunciado “un nueva etapa en la islamofobia” y la ilegalidad de la decisión. El Observatorio de la laicidad, organismo oficial dependiente de la oficina del primer ministro, ha recordado en su cuenta Twitter que “si se deciden restricciones de vestimenta, estas no se pueden fundar en el principio de laicidad”.
“¿Para cuándo una milicia de buenas costumbres como en los países de los mollahs?”, ha reaccionado por su parte la antena local de la Liga de los Derechos Humanos (LDH), en un comunicado, en el que anuncia su intención de recurrir a la justicia. Para su presidente, Hervé Lavisse, el alcalde asume el papel de “reclutador perfecto para la radicalización”, quien con sus “actitudes tan exclusivas y represivas” fomentaría el sentimiento de exclusión de parte de la población. “Ha llegado la hora para los cargos electos de esta región de calmar los ánimos discriminatorios y de defender el espíritu de la República”, concluye.
Con esta prohibición, la alcaldía atiza en el debate sobre la laicidad en Francia y los signos religiosos. Este se ha centrado ampliamente en torno a las prendas musulmanas desde los años ochenta. La ley de separación de Iglesia y Estado, de 1905, consagra tanto la neutralidad estatal como la libertad de culto. La legislación en vigor prohíbe los signos religiosos “ostentosos” en las escuelas e institutos –no en los centros de educación superiores como universidades- y al personal de la administración pública con contacto con el público. Solo el burka, oficialmente por motivos de seguridad, dado que cubre el rostro y dificulta la identificación, está vetado en todo el espacio público desde 2011.
En una entrevista este jueves a la publicación conservadora Valeurs Actuelles, el expresidente y probable candidato a las primarias de los conservadores de noviembre, Nicolas Sarkozy, al origen de la ley contra la burka, aboga por extender la prohibición del velo islámico a las empresas y las universidades.
Fuente: El País