La cinta The Corporation planteo la tesis de que, tal cual los tiburones están diseñados para ser depredadores del mar, las empresas lo están para generar utilidades… a cualquier costo. Situación que se contrapone a la responsabilidad social y que sin embargo sigue ocurriendo en la mayoría de las compañías… nos guste o no.
Con este marco y hablando en términos de inteligencia emocional, si hemos visto que las empresas no cambian su accionar pese a los boicots, críticas, «periodicazos», manifestaciones y juicios, tal vez valdría la pena probar otros métodos. ¿Qué tal si las OSC en vez de amenazar con castigos, ofertan premios?
Así es como surge Carrotmob, una forma innovadora de activismo comprometida con temas como el medioambiente, el comercio justo y las causas sociales. Carrotmob busca que los comercios locales desarrollen cambios que beneficien al planeta y a las comunidades.
Corría 2008 cuando Brent Schulkin, el fundador de Carrotmob, harto de los nulos resultados del activismo tradicional, se le ocurrió invertir la fórmula: premiar en vez de castigar. Así surgió Carrotmob, buscando recompensar a las empresas que decidan ejecutar acciones dentro de sus operaciones para mejorar la sociedad y/o el medio ambiente. Se trata de una organización de consumidores que busca que las empresas lleven a cabo prácticas socialmente responsables logrando con ello, resultados redituables.
Un buen caso actual lo podemos ver en España, donde grupos de gente se ponen de acuerdo para consumir simultaneamente en un establecimiento comprometido social o ambientalmente, ya sea a través de prácticas de comercio justo, derechos humanos o alguna iniciativa ecológica.
Según el diario El País, el bar cafetería La Imperial, en Zaragoza, desarrolló una alianza con Carrotmob para destinar una noche el 100% de la caja a medidas de ahorro de agua y eficiencia energética. El local se llenó.
Sarah Zisa, directora de comunicación y segunda cabeza de Carrotmob, calcula que para finales de 2012 habrán culminado «unos 115 carrotmobs en 70 ciudades diferentes de 20 países». «Lo mejor del carrotmob es que mueve a un amplio espectro de gente, progresistas y conservadores, jóvenes y adultos, estudiantes y profesionales. Funciona en pequeños pueblos y en grandes ciudades, en entornos rurales y urbanos, en países desarrollados y en vías de desarrollo», describe Sarah. Cualquiera que se registre en su portal (www.carrotmob.org) puede orquestar uno, siempre que no lo muevan intereses económicos.
La revista Time ha calificado el carrotmob como «más cool que el boicot.»
No hay duda, en una época de millenials, ofrecer la zanahoria mueve más que dar palos. IUn movimiento que indudablemente cataliza la RSE.