Las protestas contra la construcción del oleoducto Dakota Access (DAPL), que comenzaron en abril de 2016, atrajeron una considerable atención pública debido a la preocupación por el potencial impacto del oleoducto en el suministro de agua de la tribu Sioux de Standing Rock y la posible profanación de sitios sagrados.
Energy Transfer (ET), la empresa responsable del DAPL, presentó una demanda contra Greenpeace International, Greenpeace USA y Greenpeace Fund Inc., alegando difamación, allanamiento, molestias, conspiración civil y otros actos relacionados con la participación de Greenpeace en las protestas.
Un jurado de Dakota del Norte dictaminó que Greenpeace era responsable y ordenó a la organización pagar a Energy Transfer más de 650 millones de dólares en daños. Este veredicto plantea importantes interrogantes sobre los derechos de las organizaciones de defensa a protestar y la utilización de demandas estratégicas contra la participación pública (SLAPP) por parte de las empresas.
Antecedentes de las protestas del oleoducto Dakota Access
Las protestas se iniciaron en abril de 2016 y se extendieron hasta 2017, centrándose en la ruta prevista del oleoducto Dakota Access y su cruce del río Missouri aguas arriba de la reserva de la tribu Sioux de Standing Rock La tribu Sioux de Standing Rock se opuso al oleoducto por la inquietud de que amenazaría su suministro de agua y sitios culturales sagrados, invocando el Tratado de Fort Laramie.
La participación de Greenpeace, según la información disponible, es objeto de controversia. Greenpeace afirmó que solo apoyó el movimiento liderado por los indígenas, mientras que Energy Transfer alegó que la organización instigó y orquestó las protestas. El equipo legal de Energy Transfer argumentó que Greenpeace pagó a manifestantes, proporcionó suministros y capacitación, y difundió información errónea para detener la construcción del oleoducto.

La demanda y las alegaciones
La demanda de Energy Transfer contra Greenpeace abarcó varias reclamaciones legales, incluyendo difamación, allanamiento, molestias, conspiración civil, interferencia torticera y conversión. Una alegación clave de difamación se centró en una carta firmada por líderes de Greenpeace que se envió a los bancos involucrados en la financiación del DAPL, afirmando que la empresa había profanado terrenos de entierro.
Energy Transfer argumentó que las acciones de Greenpeace provocaron importantes pérdidas financieras debido a los retrasos del proyecto, el aumento de los costos y la pérdida de financiación. La empresa también alegó que Greenpeace explotó un problema local para promover su propia agenda e hizo declaraciones falsas para lograr sus objetivos.
El veredicto del jurado y los daños
Tras un juicio de tres semanas y dos días de deliberación, el jurado de nueve personas en Dakota del Norte declaró a Greenpeace responsable de difamación y otras demandas. El jurado ordenó a Greenpeace pagar a Energy Transfer más de 650 millones de dólares en daños, una cantidad significativamente superior a los 300 millones de dólares solicitados inicialmente. El veredicto nombró a Greenpeace International, Greenpeace USA y Greenpeace Fund Inc. como entidades responsables.
Respuesta de Greenpeace e intención declarada de apelar
Greenpeace negó vehementemente las acusaciones, afirmando que simplemente apoyó las protestas lideradas por los indígenas y no fue responsable de ningún acto de vandalismo o ilegal. Greenpeace caracterizó la demanda como una SLAPP (Demanda Estratégica contra la Participación Pública), destinada a silenciar e intimidar a los defensores del medio ambiente. La organización anunció su intención de apelar el veredicto, lo que indica una continuación de la batalla legal. Greenpeace International también ha presentado una demanda anti-SLAPP contra Energy Transfer en los Países Bajos, aprovechando las protecciones legales europeas.
Perspectiva de Energy Transfer
Energy Transfer celebró el veredicto como una victoria para el estado de derecho y para los residentes de Dakota del Norte que se vieron afectados por las protestas. El portavoz de la compañía declaró que la demanda tenía como objetivo responsabilizar a Greenpeace por infringir la ley, no por suprimir la libertad de expresión. El equipo legal de Energy Transfer enfatizó que la decisión del jurado confirmó que la protesta violenta y destructiva es ilegal e inaceptable.
Análisis de las Implicaciones legales y sociales
Expertos legales han expresado su preocupación de que este veredicto pueda tener un efecto inhibidor en la libertad de expresión y el derecho a la protesta, lo que podría llevar a las organizaciones de defensa a ser más cautelosas en su apoyo a los movimientos de protesta. El caso es ampliamente considerado como un ejemplo de demanda SLAPP, donde entidades poderosas utilizan litigios para silenciar a los críticos a través de batallas legales costosas y prolongadas.
El veredicto podría potencialmente sentar un peligroso precedente en el que las organizaciones pueden ser consideradas responsables de las acciones de individuos vagamente afiliados en protestas que apoyaron, incluso sin control o participación directa en actividades ilegales. El hecho de que Dakota del Norte no tenga leyes anti-SLAPP puede haber contribuido al resultado de la demanda, ya que estas leyes están diseñadas para proteger a individuos y organizaciones de demandas sin fundamento destinadas a silenciarlos.

En resumen
El veredicto del jurado a favor de Energy Transfer, que otorga más de 650 millones de dólares en daños contra Greenpeace por su participación en las protestas del oleoducto Dakota Access, marca un acontecimiento significativo en el conflicto en curso entre los intereses corporativos y el activismo medioambiental.
La firme negación de las acusaciones por parte de Greenpeace y su intención de apelar, junto con su contrademanda en los Países Bajos, indican que esta batalla legal está lejos de terminar.
El caso plantea cuestiones críticas sobre el alcance de la libertad de expresión y el derecho a la protesta, el posible efecto inhibidor de indemnizaciones tan elevadas en las organizaciones de defensa y el uso de demandas SLAPP por parte de las empresas para silenciar la disidencia.
El resultado de este caso y cualquier apelación posterior tendrán importantes implicaciones para el futuro del activismo medioambiental y el panorama jurídico que rige la relación entre las empresas y las organizaciones de defensa.