Corría 1989 y el mundo estaba próximo a vivir el inicio de una nueva era, de una etapa en donde las teorías, a veces soñadas, y que parecieran de ciencia ficción estaban próximas a ocurrir, donde la tecnología sería nuestro nuevo controlador de vida, donde el mundo le daría la razón a Marshall Mcluhan, donde el mundo se transformaría -sin imaginar- en una verdadera aldea global, donde las risas, el llanto de emoción y la euforia, sin saber estaban dando la bienvenida a un verdadero cambio, más significativo que cada 31 de diciembre, éste era el cambio y la bienvenida al mundo de la globalización.
Es así como entramos en una nueva década, la última recta del milenio anterior, donde la tecnología es nuestra mejor amiga o enemiga, dependiendo del punto por donde se mire, algunos ven en ella la posibilidad de evolucionar a gran escala, otros ven la amenaza de no poder operar, bajo las tinieblas como se hacía en antaño. Así es como se comienzan a conocer casos emblemáticos, que harían cambiar la conciencia de muchos y en otro ser sólo una frase para el aplauso y luego de escuchar continuar actuando como si nada hubiese pasado.
Es entonces cuando se conocen los casos de grandes multinacionales que intentaban hundir plataformas petroleras, otras que ocupaban mano de obra infantil en China y Centro América, para abaratar costos y así ahorrarse varios millones de dólares que en su realidad, para tales industrias eran algo marginal, pero la ambición de querer más a costa de nada, hacía que se cometieran tales actos que a la vista de alguien no muy iluminado, ciertamente se ve sombrío.
Es esta época donde una parte importante de la sociedad, demuestra que con generar conciencia se puede colocar en jaque el actuar de muchos grandes, es así como grandes países de conciencia sustentable, comienzan a tomar cartas en el asunto, se produce el despertar de la conciencia ecológica, se produce el despertar de la conciencia social, y como siempre ocurre, nos volvemos una masa de gritos y vítores pero de pocas acciones, es así como nacen nuevas corrientes de personas que ven aún la posibilidad de salvar este mundo, personas que gritan y buscan causar efectos que permitan reaccionar al mundo, y eso de algún modo comienza a suceder- pero todo tiene consecuencias- y es ahí cuando me acuerdo de un discurso maravilloso en el cual una niña de 12 años: “Severn Cullis Suzuki” agradece a los líderes del mundo –Cumbre de Río 1992- por estar destruyendo el lugar donde habitan sus hijos -viendo aplausos a rabiar, donde te imaginas que vendrá un cambio y luego 17 años más tarde leo a Stephen Hawking comunicando que se haga lo que se haga no hay nada más que hacer.
Luego de 21 años, a raíz de todos estos cambios, del cumplimiento de las profecías de tantos intelectuales, a raíz de la imagen de un mundo alegre y luego desesperado porque lo que parecía maravilloso y lleno de oportunidades, se transforma en una mezcla rara de complicaciones, más aún, entre guerras y rabietas de la naturaleza, para hacernos ver que ese mundo globalizado está próximo a provocar ciertos giros, cambios en pos de una nueva era, donde los países en vías de desarrollo y para qué decir los sub desarrollados, tendrán que volver a encontrar la forma de subsistir y de intentar lograr el desarrollo en un mercado más acotado, en la nueva economía de las burbujas, donde no quedará más que buscar la competencia y las transacciones entre los países vecinos, porque tu posición geográfica y tus recursos no te serán suficientes ni ventajosos antes la competencia del mercado.
Porque hoy no sólo basta con hacer un producto bueno o de buen sabor, hoy por nuestra ineptitud para reaccionar antes, debemos –y debíamos habernos percatado hace mucho tiempo- comenzar a cuidar nuestro ecosistema por ende debemos usar tecnologías más avanzadas, más aún que países desarrollados, para así de una manera compensar las emisiones que generamos por traslado versus las que generamos al usar tecnologías más avanzadas y limpias, tendremos que cambiar el transporte de nuestras exportaciones, aumentar el transporte vía marítima y reducir el tráfico aéreo, por ende habrá que invertir y generar espaldas y nuevos flujos que nos permitan cuantificar y canalizar los tiempos de traslados, los cuales no serán con la misma fluidez de ahora, y si no lo haces, tus emisiones serán mayores y tu producto menos competitivo en tu proceso exportador. En pocos años más serás bienvenido a la economía de las burbujas.
Fuente: Pactoglobal.cl
Articulista: Steve Weitzman, Coordinador Nacional Red Pacto Global Chile (ONU).
Fecha: 18 de marzo de 2011.