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¿Por qué los CEOs invierten menos en RSE cuando su dinero está en juego?

¿Deben las empresas invertir en métodos de producción ecológicos, ofrecer beneficios de salud generosos a sus empleados o permitirles tiempo durante la semana laboral para participar en actividades de voluntariado? De acuerdo con el artículo publicado en Insights, la cuestión de si las corporaciones con fines de lucro deberían comprometerse con la Responsabilidad Social Empreasarial (RSE) y otras formas de gasto con motivaciones sociales es objeto de un intenso debate. Algunos argumentan que las empresas tienen una responsabilidad hacia la sociedad en su conjunto, mientras que otros creen que el único objetivo de una corporación debería ser maximizar el valor para los accionistas.

Kelly Shue, profesora de finanzas en Yale SOM, opina que ambos argumentos pasan por alto un elemento crucial: los incentivos del director ejecutivo. Shue investiga la intersección del comportamiento y las finanzas corporativas y ha encontrado mucha evidencia de que las corporaciones están dirigidas por seres humanos con opiniones y preferencias personales que no siempre toman decisiones en el mejor interés de los inversores.

En un artículo reciente, coescrito con Ing-Haw Cheng de la Universidad de Toronto y Harrison Hong de la Universidad de Columbia y NBER, Shue demuestra que cuando los intereses personales de los gerentes se ven afectados, sus esfuerzos en RSE disminuyen considerablemente. En otras palabras, es más fácil hacer el bien con el dinero de otros.

Shue y sus colegas partieron de la premisa de que los directores ejecutivos son humanos, no robots. «A menudo los gerentes quieren ser buenas personas», señala Shue. «Si tuvieran libertad total, no es evidente que pagarían salarios bajos y tratarían mal a los trabajadores». Además, los directores ejecutivos suelen tener relaciones más cercanas con sus empleados que con otras partes interesadas, lo que los lleva a ver a los empleados como personas, no solo como activos. Desean su bienestar, lo que generalmente se traduce en salarios más altos y mejores beneficios. Los directores ejecutivos también tienen preferencias personales respecto a la RSE y pueden considerar la inversión en causas sociales o ambientales como un beneficio adicional de su posición.

CEOs y RSE

Para determinar cuándo los directivos reducen sus esfuerzos en RSE para incrementar las ganancias de la empresa, los investigadores realizaron dos pruebas. La primera utilizó un modelo matemático para analizar el impacto del recorte del impuesto a los dividendos en 2003, que redujo la tasa del 38,6% al 15%. Después de este recorte, la participación del director ejecutivo en la empresa aumentó después de impuestos. El modelo de Shue predijo que los directores ejecutivos con niveles moderados de acciones en sus empresas estarían más motivados para maximizar el valor de la empresa, a menudo a costa de la RSE.

Utilizando las calificaciones de MSCI para medir los niveles de “bondad”, los investigadores encontraron que en 2003 y 2004, las empresas cuyos gerentes poseían una cantidad moderada de acciones experimentaron una notable disminución en RSE. En contraste, hubo menos cambios en empresas donde los directores ejecutivos poseían muchas acciones o ninguna, lo que sugiere que los directores con grandes participaciones ya vigilaban el gasto debido a su interés en el resultado, mientras que aquellos sin acciones no veían cambios en sus dividendos y, por tanto, no alteraban sus esfuerzos de RSE.

En la segunda fase del estudio, Shue y sus colegas compararon propuestas de accionistas que apenas fueron aprobadas con aquellas que apenas fracasaron. Descubrieron que las empresas donde las propuestas fueron aprobadas experimentaron un crecimiento más lento en RSE que aquellas donde fracasaron. Esto se debe, especulan, a que los directores ejecutivos sienten que los accionistas monitorean más de cerca sus acciones y su desempeño principal: maximizar las ganancias.

«Cuando una empresa está bien gobernada, el director ejecutivo tiene incentivos para actuar con rigor», afirma Shue. “Negocian duramente con los trabajadores. Quieren que la empresa sea más rentable”. Estos hallazgos no sorprendieron a Shue. “Es más fácil ser generoso cuando no se trata de tu propio dinero”, señala. No obstante, estos resultados también refuerzan la visión de Shue y sus coautores de que los directores ejecutivos son humanos. «Escribimos esto para desafiar la narrativa dominante», concluye, «de que los directores ejecutivos son meras máquinas de maximizar ganancias sin preferencias sociales».

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