Una triste realidad es que aún hoy, en pleno 2023, la falta de acceso a productos de higiene menstrual y sus altos gravámenes siguen siendo obstáculos que perpetúan la desigualdad de género y limitan una menstruación saludable y digna.
La buena noticia es que países, incluyendo aquellos en América Latina y el Caribe, están tomando medidas para hacer que estos productos sean más asequibles. Sin embargo, esta luz de progreso se ve ensombrecida por la falta de accesibilidad a productos menstruales sostenibles, creando un doble desafío en el desarrollo sostenible, de acuerdo con Happy Econews.
Falta de acceso a productos de higiene menstrual limita oportunidades para las mujeres
En muchos lugares, la falta de acceso a productos básicos de higiene femenina perpetúa la desigualdad de género. Mujeres de comunidades marginadas y con recursos limitados a menudo enfrentan dificultades para obtener productos menstruales de calidad, lo que no solo afecta su salud sino también su participación en la educación y la fuerza laboral.
A este ya complejo escenario se suma el desafío ambiental. La mayoría de los productos menstruales convencionales, como toallas y tampones desechables, están compuestos en gran medida por plásticos y materiales no biodegradables que contribuyen significativamente a la contaminación ambiental.
En muchos casos, el destino común de estos productos desechables es el vertedero, donde las toallas sanitarias a base de plástico pueden tardar entre 500 y 800 años en descomponerse. A medida que se descomponen, liberan microplásticos que afectan negativamente a nuestros océanos y vida marina.
La «Society for Marine Conservation,» una organización benéfica marina del Reino Unido, ha identificado productos femeninos y sus envases como algunos de los elementos más comúnmente encontrados en playas y océanos. Además, el hábito de desechar productos femeninos en inodoros puede tener consecuencias negativas en los sistemas de alcantarillado y contribuir aún más a la contaminación.
Impacto ambiental de los productos menstruales
Se estima que cada usuaria de productos menstruales desechables desecha entre 5,000 y 15,000 toallas y tampones en su vida. Si multiplicamos esta cifra por la cantidad de personas que menstrúan, nos enfrentamos a una cantidad significativa de residuos. Es aquí donde surge la necesidad urgente de cerrar la brecha hacia productos femeninos ecológicos.
Afortunadamente, ya existen soluciones a este problema ambiental. Varias empresas están desarrollando productos femeninos ecológicos, incluyendo opciones hechas de algodón orgánico y sin plástico, lo que garantiza una degradación más rápida que las fibras sintéticas. También existen productos reutilizables, como toallas y ropa interior fabricadas con fibras sintéticas o naturales, así como copas menstruales hechas de silicona o caucho de grado médico. Estos productos, al ser lavados y reutilizados, eliminan la necesidad de productos desechables.
Falta de accesibilidad impide cerrar la brecha hacia productos femeninos ecológicos accesibles
A pesar de estas soluciones ambientales, una barrera persiste: la accesibilidad económica. Los productos femeninos ecológicos suelen ser más caros que sus contrapartes de plástico de un solo uso. Además, en muchos casos, no están disponibles para todas las personas. Aquí es donde iniciativas como el Proyecto de Salud Menstrual de la Universidad McGill, Montreal, juegan un papel crucial.
Desde 2019, este proyecto dirigido por estudiantes ha instalado dispensadores de productos femeninos ecológicos en cerca de 30 edificios y baños en el campus universitario. Estos dispensadores ofrecen toallas y tampones de forma gratuita, fabricados con bambú orgánico y libres de químicos, cloro y fragancias. Los tampones son 100% de algodón orgánico certificado y vienen en envases compostables.
Asimismo, el proyecto organiza eventos mensuales de regalos de productos reutilizables, que incluyen ropa interior, toallas reutilizables, copas menstruales y discos. Estos productos reutilizables provienen de empresas comprometidas con la sostenibilidad, como Period Aisle, una corporación certificada B con sede en Vancouver. La certificación B Corp es un reconocimiento para aquellas empresas que buscan no solo el beneficio económico, sino también generar un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente.
El Proyecto de Salud Menstrual sigue trabajando para expandir la disponibilidad de productos femeninos ecológicos de forma gratuita. Está abierto a sugerencias sobre dónde ofrecer estos productos en el campus, reconociendo que la accesibilidad es esencial para cerrar la brecha.
La necesidad de productos femeninos siempre estará presente. Iniciativas como la de la Universidad de Montreal demuestran que cerrar la brecha hacia productos femeninos ecológicos accesibles es una responsabilidad social que involucra a distintos actores y sectores, contribuyendo así a un futuro más sostenible y equitativo.