La exitosa abogada aprovechó sus experiencias en la política británica para emprender una lucha por la igualdad de género en el mundo.
Como esposa de un primer ministro, se espera que te encuentres bajo escrutinio constante, que organices innumerables eventos y que asistas a varios actos públicos. Además debes hacerlo con una presencia impecable.
Así, cuando eligieron a Tony Blair como primer ministro de Gran Bretaña en 1997, Cherie Blair pasó de ser una abogada relativamente desconocida pero exitosa a convertirse en la esposa del líder político del país.
«Llegas allí y de cierta forma crees que puedes seguir como antes», dijo. «De repente ya no podía hablar por mí… Como esposa del primer ministro se supone que deben verme y no escucharme». Sin embargo, ella nunca sería la tradicional esposa de adorno que sonríe silenciosamente en segundo plano.
Una crianza humilde
Su llegada al domicilio político más famoso de Inglaterra estuvo muy alejada de su crianza en un hogar proletario en el Liverpool de la década de 1960. Cherie Booth, su apellido de soltera y que sigue usando en su vida profesional, es la mayor de dos hijas y tiene un pasado familiar tumultuoso.
Ambos padres eran actores, aunque dice que su padre, Tony, una estrella menor de comedias de situación, estaba «lleno de defectos» y recuerda que abandonó a la familia cuando ella tenía ocho años. Resultó que Booth tenía aptitudes para lo académico, además de una dedicación que su «formidable» madre y abuela le inculcaron a lo largo de su crianza.
Estudió Derecho en la Escuela de Economía de Londres y se graduó con honores; fue la mejor estudiante de su clase cuando presentó los exámenes de la barra de abogados. Siguió demostrando excelencia durante sus pasantías con el prestigioso abogado, Derry Irvine. Allí conoció a otro abogado que hacía su pasantía, llamado Anthony Blair.
«En ese entonces no me causó una buena impresión», cuenta. «Pensé que era otro de esos chicos de escuela pública, pero luego trabajamos juntos y… me causó una impresión diferente».
Como era una abogada astuta, también notó que su género se consideraba un impedimento cuando compitió con su futuro esposo por un cargo en el Lincoln’s Inn, una de las cuatro asociaciones de abogados del Tribunal en Londres. Tony se quedó con el puesto.
Ella dice que ello se debió a que asumieron que «soy una hembra, así que me iré cuando tenga hijos». «De hecho, siete años después uno de nosotros se fue de la barra, pero no fui yo. Mi esposo se fue porque se convirtió en parlamentario».
Una unión profunda
Conforme su esposo ascendía por los escalones de la política, Booth construyó una carrera exitosa como abogada y luego, en 1995, recibió el título de abogada sénior del Consejo de la Reina. Seis años después, dedicó sus esfuerzos a fundar su propio despacho, Matrix.
Hacer malabares con el trabajo y la vida hogareña no siempre ha sido fácil para la conocida pareja. Blair dice que su sólida alianza con su pareja es una de las claves para su éxito. «Hubo muchas ocasiones en las que él fue quien estaba con los niños en [nuestra] representación cuando yo estaba en un tribunal en alguna parte», relata. «Él me apoyó mucho y siempre ha sido un padre muy comprometido».
Este enfoque comprometido para criar a sus hijos es la razón por la que Blair no cree en que el equilibrio entre la vida laboral y la familiar sea asunto exclusivo de las mujeres. «La forma en la que hacemos las cosas en este momento no solo es una desventaja para las mujeres. Creo que es una desventaja para los hombres y no les permite explorar la parte cariñosa de su personalidad».
Combinar la abogacía con el trabajo humanitario
Blair dice que los 10 años que pasó en Downing Street le ayudaron a renovar su propósito de defender los derechos de las mujeres en todo el mundo. «Gran parte de la opresión sobre las mujeres se basa en alguna clase de temor por el poder de las hembras… Todos sabemos que los hombres y las mujeres florecen cuando se da a ambos la oportunidad de alcanzar sus sueños», dijo Blair.
En 2008 fundó la Fundación Cherie Blair para las Mujeres con el propósito de ofrecer educación y capital a las empresarias de países emergentes y en desarrollo.
Se han iniciado proyectos en sitios como Ghana, Tanzania y Ruanda, en donde la fundación colabora con las mujeres locales para proveer las herramientas y el apoyo tecnológico necesario para llevar sus negocios al siguiente nivel.
«La razón por la que quise ayudar a las mujeres es obvia: por mi propia experiencia… tuve las oportunidades con las que mi madre y mi abuela solo podían soñar», explicó.
«Conforme me hago mayor, me hago más impaciente porque no hemos logrado que las mujeres puedan alcanzar sus sueños. Aún no hemos logrado la igualdad de género en ninguna parte.
«Me temo que en este mundo el dinero habla y la mujer que tiene su propio dinero, que tiene independencia económica, puede tomar decisiones, elegir… También cambiará la vida de quienes la rodean y, finalmente, moldeará la sociedad para mejorar».
Entonces, ¿qué clase de legado quiere dejar? «Creo que me gustaría que en mi lápida se leyera: ‘Cherie Blair: esposa, madre y feminista'».
Fuente: CNN.