Dení Ramírez es de las pocas biólogas que ha logrado realizar estudios sobre hembras preñadas
La bióloga mexicana Dení Ramírez confirmó que existe conectividad entre los tiburones ballena hembras del Golfo de California y los que se encuentran en el Archipiélago de Revillagigedo en el estado de Colima. Estos datos representan una novedad científica, pues revelan datos sobre las rutas migratorias que siguen los tiburones ballena en aguas mexicanas.
El tiburón ballena es el pez más grande del mundo, pero constituye un misterio para el hombre. Es una especie que puede alcanzar hasta los 20 metros de longitud, es solitaria y altamente migratoria, pero se desconocen muchos aspectos de su vida, incluidos los relativos a su reproducción y migraciones.
Dení Ramírez ha dedicado más de una década a estudiarlos en México y sus investigaciones habían probado que la especie encuentra en nuestro país un lugar de refugio para la crianza, un fenómeno que solo se puede apreciar en pocas zonas del mundo. El pasado 24 de mayo confirmó un dato sobre las rutas migratorias de estos gigantes:
“Hace 6 meses unos buzos le quitaron una red a una hembra en Revillagigedo. El biólogo Erick Higuera le tomó una foto para identificarla y me la envió para mis estudios. El jueves 23 de mayo vimos tres hembras y una de ellas tenía cicatrices alrededor de las branquias, ocasionadas por cortadas de un cabo de red de pesca. Uno de mis compañeros comentó que podría ser la de Revillagigedo. Fui a la computadora, bajé la foto, la comparé y comprobé que es la misma. La llamamos Libertad puesto que fue liberada del cabo de pesca ¡qué gratitud saber que está bien y que 6 meses después se ve sana y está embarazada!”.
Las investigaciones de Dení Ramírez reciben el apoyo de la Alianza WWF-Telcel, que respalda los esfuerzos científicos de conservación y el uso de tecnología de punta en el Mar de Cortés. En 2012, la científica tuvo la primera pista de conectividad de tiburones ballena cuando comprobó la presencia de una hembra preñada en Los Cabos y en el Archipiélago de Revillagigedo. Gracias al uso de la foto identificación y las marcas satelitales, Ramírez había documentado también que las hembras de la especie se congregan alrededor de la Isla Espíritu Santo y en Bajo Gorda, en Baja California, lo que convierte estas áreas en espacios muy especiales.
Un ser enigmático
El tiburón ballena es una de las especies marinas que más retos científicos plantea al hombre. Los primeros registros documentados de su existencia datan del primer tercio del siglo XIX y todas las descripciones destacaban su dimensión. Aquéllos que atestiguaban su monumental presencia tendían a catalogar a este pez como un “monstruo del mar”. Sin embargo, son dóciles y muestran una actitud amistosa con los humanos que, incluso, pueden nadar cerca de ellos.
Hace 200 años sorprendía que su lomo estuviera cubierto de cientos de puntos; una característica que no se había observado en otras especies de tiburones. Su piel está repleta de pequeñas placas duras, recubiertas por una sustancia similar al esmalte de los dientes que le sirven para protegerse de los parásitos e incluso de la mordida de algunos depredadores. Su coloración puede ir del gris al azul o el café.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) los cataloga como una especie vulnerable y destaca que su historia es conocida de manera pobre por el hombre. Dado que se distingue por ser un nadador lento, ha sido víctima de la caza indiscriminada, particularmente en países asiáticos. Su carne se consume como “tofu” de tiburón y sus grandes aletas se usan como trofeos en restaurantes en el sureste asiático. Sin embargo, en nuestros días es una especie protegida en todo mundo aunque existen problemas de pesca ilegal.
“Para mí el tiburón ballena es enigmático y representa grandes retos dado que es poco lo que se conoce de ellos”, advierte Ramírez. “Para conservarlo debemos proteger su hábitat y para lograrlo debe de existir sinergia entre la ciencia, el gobierno, el turismo, las pesquerías y la educación ambiental. Todo esto implica un gran reto”.
Por otro lado, la bióloga subraya que el estudio de las hembras representa un gran desafío ya que es difícil encontrarlas. “En la Isla Espíritu Santo, por ejemplo, requerimos de un avión para estudiarlas, así como de una red extensa de personas que son esenciales para ayudarnos a localizarlas. En Los Cabos los pescadores siempre nos avisan de la presencia de los tiburones ballena y gracias a ellos los ubicamos y los podemos examinar”.
Dení Ramírez es Directora de Tiburón Ballena México, proyecto de la organización sin fines de lucro ConCiencia México. Este proyecto se centra en la investigación, conservación, educación y manejo sustentable de la especie. Para llevar a cabo sus investigaciones cuenta con el apoyo de la Alianza WWF-Telcel, compañías como Cabo Expeditions y Rocío del Mar, además del Campamento Tortuguero Don Manuel Orantes y el Municipio de Los Cabos. Asimismo, recibe respaldo del biólogo Erick Higuera y de pescadores como Jaime Arista.
El trabajo científico de esta bióloga mexicana se centra en la genética y la ecología de la especie y se ha publicado en revistas especializadas. Estudia a los tiburones ballena en el Golfo de California; el Archipiélago de Revillagigedo; en Isla Holbox, en Quintana Roo; y Filipinas. Ha representado a México en conferencias internacionales en Cuba, Belice, Australia, Sudáfrica y España.
La Alianza WWF-Telcel también capacita a operadores turísticos de la zona. De tal manera, contribuye al desarrollo económico de la región y garantiza que los avistamientos se realicen de forma responsable.
Comunicado de Prensa