La idea de ofrecer clases de «códigos culturales» a los solicitantes de asilo, que incluyen lecciones sobre cómo interactuar con mujeres, puede resultar controversial para algunos.
Otros, sin embargo, las consideran necesarias y positivas.
Y la BBC estuvo en una de esas clases en Noruega, que no es sin embargo el único país europeo que las ofrece.
En Finlandia, por ejemplo, a los inmigrantes también se les da la opción de recibir lecciones sobre los valores de ese país y sobre cómo comportarse con las mujeres
Y el ataque masivo contra mujeres durante las celebraciones de Año Nuevo en Colonia, Alemania, el 31 de diciembre de 2015, también hizo que en varios países del viejo continente se encendieran las alarmas sobre el tema.
Tras lo sucedido esa noche, se introdujeron más de 500 denuncias en el sistema judicial, 40% de ellas de índole sexual.
Y, según uno de los investigadores alemanes, los sospechosos eran «casi exclusivamente» inmigrantes, en su mayoría de origen árabe y norafricano.
La introducción de las clases en Noruega antecedió a esos eventos, pero son hijas del mismo problema.
Las mismas se remontan a 2009, cuando se registraron varias violaciones cometidas por inmigrantes y las autoridades optaron por lidiar con el asunto de esta manera.
Límites
La clase en Haugesund, en el occidente de Noruega, no es sólo sobre prevención de violaciones.
Incluye discusiones sobre cómo comunicarse con el sexo opuesto, límites, violencia doméstica y qué hacer si eres testigo de una agresión sexual.
También son mostrados videos que buscan que el público se sensibilice frente a las violaciones sexuales.
La clase dura cuatro horas y no es obligatoria.
Sin embargo, muchos refugiados la toman como parte de una serie de cursos ofrecidos a inmigrantes que incluyen lecciones de idiomas y de preparación para buscar trabajo.
La mayoría de los asistentes a la clase que presenció la BBC procedía de Siria, pero también había iraquíes y afganos. Todos eran hombres.
Percepciones
Los instructores de la sesión comenzaron mostrando la fotografía de una mujer con apariencia occidental, que viste una minifalda.
A los hombres se les preguntó a qué creen que se dedica esa mujer.
«Modelo o actriz», respondieron algunos de ellos.
A aquellos que proceden de ciudades más grandes les parecía totalmente normal ver a una mujer vestida de esa manera. Pero otros no se mostraron muy seguros.
La conversación también abordó la violación dentro del matrimonio.
Uno de los participantes insistió que, en términos legales, no se concibe que un hombre viole a su esposa. Pero otros compañeros le dijeron que esa situación se puede dar.
Los participantes hablaron sobre el rol que en este tipo de temas juegan la cultura y la religión.
«Tenemos tribunales de familia en Irak», cuenta uno de ellos.
«Y algunas veces una mujer que es violada termina siendo forzada, por las familias, a casarse con su agresor para que la gente deje de hablar», agrega.
Sentido común
Según el periodista de la BBC James Longman, quien asistió a la sesión, la clase ha sido criticada por algunos por tratar a todos los refugiados como potenciales violadores.
Pero Preben Svendsen, quien dirige ese centro de refugiados, no cree que las clases estigmaticen a los hombres que las toman, pues las estadísticas muestran claramente que la mayoría de las violaciones en Noruega no son cometidas por inmigrantes.
En 2014, se presentaron en Noruega 1.266 cargos relacionados con crímenes sexuales: 1.099 de ellos eran contra noruegos, 20 contra afganos, 12 contra iraquíes y una contra un ciudadano sirio.
«Lo que hacemos es darles la mayor cantidad de información sobre la sociedad a la cual han llegado, para que puedan ser lo más exitosos posible», afirma Svendsen.
«No es sólo sobre la formación en sí misma, se trata de establecer buenas relaciones con la gente con la que vivimos, crear confianza y si llegasen a tener algún desafío en el futuro, esperamos que tengan la confianza para venir y pedirnos asesoría en caso de que la necesiten», le dice a la BBC.
Algunos de los contenidos presentados en esa clase pueden parecer demasiado evidentes para muchos de los asistentes.
«Se sabe que en cualquier sociedad la violencia sexual está mal. Cualquier persona racional lo sabe», dice uno de los jóvenes.
Pero aunque algunos perciben las lecciones como una especie de demostración de superioridad por parte del país que los acoge, que busca enseñarles algo elemental, esa opinión no es compartida por todos los asistentes.
«La diferencia es que ustedes hablan sobre eso, nosotros no. Y eso es bueno», indica el mismo participante.
Respetar las diferencias
Rania Midani es asistente ejecutiva del Syrian Forum (el Foro Sirio), una organización no gubernamental que brinda ayuda humanitaria a los sirios dentro y fuera del país y que cuenta con personal no solo en la nación del Medio Oriente, sino en Turquía, Estados Unidos y Austria.
Aunque Midani no quiso opinar sobre las clases que se imparten en Noruega y Finlandia, califica de «positivo» cualquier esfuerzo que un país receptor de inmigrantes haga para facilitar su integración en la sociedad y para empoderarlos.
«Sin embargo, si esos esfuerzos buscan eliminar sus identidades y fundirlas completamente con la nueva comunidad, consideramos que va a tener un efecto negativo y serán rechazados», le dice a BBC Mundo.
«Como cualquier otra sociedad, el tejido social sirio es diverso. Algunas personas tienen mente abierta, mientras que otras no tanto, por lo que necesitan hacer un esfuerzo mayor para aceptar (cambios) y adaptarse», explica Midani.
«La principal preocupación es que estos cursos no conduzcan a una corrupción moral y no violen las normas religiosas básicas», señala Rania Midani, Syrian Forum
Y al preguntarle si cree que el contenido impartido en estas lecciones estigmatizan a los inmigrantes, Midani considera que, al contrario, ayudan a que se establezcan relaciones maduras y balanceadas entre los hombres y las mujeres.
Como si fueran noruegos
«Cuando te mudas a otro país, encontrarás códigos culturales diferentes a los que estás acostumbrado», le dice a la BBC la instructora de la clase en Noruega, Margareth Berg.
«Se trata de códigos que no están escritos y de los cuales no se habla (…) Alguien les tiene que decir lo que es un comportamiento normal», indica.
De acuerdo con Jon Rogstad, sociólogo de la Universidad de Oslo e investigador de la organización noruega dedicada a temas sociales Fundación Fafo, ha habido un cambio en el sistema noruego.
«En el pasado había una mayor preocupación por informarles a los inmigrantes cómo participar en el mercado laboral y ahora el gobierno está más enfocado en lograr que los refugiados y solicitantes de asilo se sientan capaces de participar activamente en la sociedad civil», le dice el investigador a BBC Mundo.
Y, en su opinión, es positivo que en las lecciones se aborde el tratamiento a las mujeres.
«Le debes enseñar a todo el mundo que hay que respetar a las mujeres independientemente de si tienen poca ropa o no (…) No se trata de que sean refugiados o no, se trata de lo que están acostumbrados a ver».
«Entiendo que algunas personas pueden encontrar este tipo de lecciones como una muestra de superioridad. Pero, por otra parte, no podemos tolerar el abuso a las mujeres. Esto se trata más que nada de la igualdad de género. Nosotros damos educación sobre sexualidad en las escuelas a niños de 12 años. Le estamos dando la misma información a la gente que está viniendo a vivir en Noruega», dice.
«Si solo les estuviésemos dando esas lecciones a ellos (a los inmigrantes), sería una estigmatización. Pero no es el caso, las mismas enseñanzas se las damos a los chicos y hombres noruegos. Estamos igualando a los ciudadanos que vienen de otros países con los ciudadanos noruegos», asegura el sociólogo.
Doble vía
El gobierno noruego no es el único que ofrece sesiones sobre la cultura de su país a los inmigrantes, la Organización Internacional de Migraciones (OIM) ofrece cursos a refugiados antes de que lleguen al país nórdico.
En total, 8.000 refugiados han participado.
Nosotros le damos la misma información a todo el mundo, independientemente de su sexo o religión. Sigurd Tvete, OIM
«Los refugiados han dicho que la información que se les proporcionó facilitó su integración en la sociedad noruega, pues aprendieron sobre las oportunidades y los desafíos de la vida en ese país antes de arribar», le dice a BBC Mundo Sigurd Tvete, vocero de la OIM.
«En el programa de orientación cultural de la OIM, no ponemos un énfasis especial en informar sobre el comportamiento sexual, pero hablamos sobre interacciones sociales, normas y leyes. Sin embargo, este es uno de los tantos temas discutidos. Nosotros le damos la misma información a todo el mundo, independientemente de su sexo o religión, para minimizar el riesgo de dar información que pueda ser percibida como estigmatizadora», explica el funcionario.
La OIM considera que la integración es un proceso de dos vías y con el objetivo de aumentar las probabilidades de que sea exitosa, está ofreciendo seminarios en las localidades noruegas que acogen refugiados.
«Hablamos sobre la cultura de los refugiados que serán ubicados en ese municipio. El año pasado ofrecimos 40 seminarios en toda Noruega y estamos recibiendo cada vez más solicitudes para dictarlos, pues los municipios se dan cuenta de la importancia de tener información correcta sobre la cultura de los nuevos miembros de su comunidad».
«Todos somos humanos»
Hay, sin embargo, razones más profundas por las cuales los hombres asisten a las clases que se dictan en Noruega.
Muchos dicen que no sólo quieren sentirse seguros en su nuevo país y que no les falte ni el techo ni el alimento, sino que quieren una vida activa y con relaciones valiosas.
Ellos no ven los cursos como una manera de prevenir violaciones.
De hecho, participan en ellos porque esperan que les puedan ayudar a encontrar una pareja y así evitar lo que con frecuencia puede llegar a ser una vida solitaria lejos de su país.
Mohamed tiene 27 años y viene de Bagdad.
Lleva siete meses en Noruega y le gustaría conocer a alguien para tener una relación estable.
«Existen diferencias entre culturas. Me gustaría que la gente quiera hablar conmigo sobre mi cultura. Que no solo reciban malas opiniones», le dice a la BBC.
«Todos somos humanos», concluye.
Fuente: BBCMundo