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Comercio justo, madera justa

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Hoy en día toman fuerza a nivel global conceptos como comercio justo, madera justa, responsabilidad social y muchos más, promovidos por organizaciones ciudadanas en todo el mundo. En el fondo encierran la decisión de que las cosas tienen que cambiar para alcanzar un nuevo orden en el concierto mundial.

Todas estas ideas convergen en la gestión racional de recursos, productos y servicios para promover la mejora social, el aumento en la calidad de vida de las poblaciones locales y la conservación de la biodiversidad.

El comercio justo es una alternativa al comercio convencional, que ofrece a productores y trabajadores en los países en vías de desarrollo un trato más justo y mejores condiciones comerciales, como oportunidad para progresar y planificar su futuro.

Su éxito parte de agrupar a los productores en cooperativas y organizaciones voluntarias que funcionan democráticamente. Rechazan subsidios y asistencialismo con base en que lo que quieren es comercio y trabajo, no dádivas.

Están en contra de la explotación infantil y luchan por la equidad de género. El respeto a la dignidad y a los derechos fundamentales es primordial por ser el individuo el cimiento del éxito.

Sus compradores les pagan por adelantado para evitar que busquen otras formas de financiamiento. La condición es que sean productos de calidad con conciencia de la sustentabilidad y cuidado del medio ambiente. Los intermediarios no existen entre productores y consumidores y además los productos contienen información suficiente acerca de su origen.

Todo producto con las características marcadas por los criterios internacionales lleva un sello de Comercio Justo o sello “Fairtrade” y quienes lo consumen colaboran a reducir la pobreza en los países productores. Generalmente son pequeños productores que agrupados, están en posibilidad de crear fuentes de empleo en sus comunidades. Actualmente son veinticinco países con presencia de asociaciones de comercio justo y sus productos ya se venden en más de setenta naciones.

La Madera Justa también forma parte de este esquema ya que sólo el uno por ciento de la madera que se consume procede de bosques sustentables. Los cálculos acerca de la deforestación mundial anual, arrojan que cada dos segundos desaparece un bosque natural en el planeta, con superficie equivalente a un campo de futbol. Y el cincuenta y seis por ciento de esa madera tiene como destino los hogares del mundo desarrollado.

El alto porcentaje de tala ilegal no contribuye a elevar el nivel de vida de las poblaciones dedicadas a ello; los beneficiados son por lo general los grupos de poder locales y mafias, mejor organizadas que las mismas autoridades.

Aunque estas últimas pregonan éxitos y menor tolerancia a estos delitos, poco se nota su actuar y mucho más las áreas desmontadas paulatinamente. Vende más la noticia y causa más indignación saber que una anciana indígena es condenada a quince años de prisión por vender un costal de tierra de monte para subsistir, que los operativos oficiales contra los talamontes en los que se decomisa herramienta y madera pero sin detenidos.

En México son pocos los productores organizados que han aceptado la propuesta de Madera Justa, sin embargo el movimiento comienza a fortalecerse porque las empresas que certifican su madera tienen garantizada su clientela.

Estas organizaciones conceptúan el manejo forestal como ambientalmente apropiado, socialmente benéfico y económicamente viable, e identifican las herramientas y recursos para efectuar un cambio positivo y duradero.

El comprador identifica el origen, la calidad, el buen manejo en su proceso de producción y se evidencia la conciencia ambiental sobre el sostenimiento y preservación de los recursos naturales. Por cada árbol cortado, al menos uno crece y se mantienen los bosques, porque no se talan los primarios ni secundarios o los lugares con importancia social y cultural.

De acuerdo a datos de PROFEPA (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente), México perdió en los últimos diez años cerca de seiscientas mil hectáreas por la tala ilegal, equivalente a dos veces la superficie del estado de México. En su informe del 2009 menciona la pérdida de sesenta mil hectáreas forestales anuales por tala clandestina en los estados de Michoacán, Puebla, Veracruz, Morelos y México.

Esta situación es alarmante porque se calcula que al menos setenta por ciento de la madera comercializada en el país es ilegal. Entre los motivos para que esta prolifere es que para los productores madereros, igual que en cualquier otro rubro, hay pocos incentivos y muchas restricciones y burocracia. Hace unos años se intentó certificar la procedencia de la madera, pero la iniciativa no fue bien vista por los comerciantes porque la ganancia es mayor al comprar madera ilegal a bajo costo.

La forma: la próxima vez que usted, lectora, lector, compre madera o derivados, mucho ayudará a la naturaleza, al país, a los productores de comunidades pobres y sentirá satisfacción al saber que el producto que adquirió tiene el sello de certificación.

El fondo: todos ganamos, porque: TODOS SOMOS NATURALEZA.

Fuente: Acacia Fundación Ambiental A.C

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