Del otro lado del mundo, muy cerca de Filipinas, existe un lugar llamado República de Palau. En este lugar Tommy Remengesau gobierna un archipiélago de 300 islas pequeñas y a 21 mil habitantes.
La bandera de República de Palau posee un un círculo amarillo en el medio. “El azul representa el océano, la mayoría de nuestro territorio; el amarillo la luna, que influencia las mareas”.
Palau es un lugar donde la tierra y el cielo han perdido un equilibrio y se ha convertido en un paraíso lejano debido al calentamiento global.
El presidente Remengesau vio cómo el cambio climático llegó. Debido al aumento del nivel del mar, el jardín que su esposa cuidaba detrás del hogar se inunda de agua salada cada vez que sube la marea. “Ya no tenemos flores en el terreno, cuenta en una entrevista en la sede de la Organización por la Alimentación y la Agricultura de la ONU, tuvimos que ponerlas en unas macetas y las movemos a un lugar más alto cuando el agua crece».
Respecto a cómo el cambio climático ha afectado las vidas de los habitantes de este lugar, Remengesau dijo que: “Afecta nuestra vida de forma rápida y concreta. Fue una mañana de hace cuatro años. Cuando notamos por primera vez algas marinas y escombros dejados por el océano en el jardín. En la actualidad, la marea es más de un pie más alta que cuando construimos la casa en 1989”.
Este hombre de 61 años voló durante 24 horas para acudir a la conferencia bienal de la FAO, celebrada recientemente en Roma, y llenó la agenda de charlas para explicar a todo el mundo que sus preocupaciones por la jardinería no son exageraciones, sino pruebas dramáticas de la vulnerabilidad del planeta frente a las mutaciones del clima.
Palau y sus vecinos observan que cada día el nivel del mar aumenta cada vez más. Palau tiene algún terreno de “montaña”: su punto más alto supera los 200 metros sobre el nivel del mar.
“No nos queda otra opción que mover a la gente y las granjas a un terreno más alto”. Cuenta el presidente del archipiélago que no hay que insistir para convencer a las personas: “Cuando ves cómo tu cosecha se pierde porque el mar la inunda y la quema con su sal, no esperas a que ocurra una segunda vez. Te vas, te mueves, te buscas un futuro”.
Alimentación en la isla
Un nuevo programa de acción mundial firmado con la FAO ayuda al gobierno a identificar lugares aptos para la agricultura y para enriquecer el suelo.
Los mariscos son la principal fuente de proteínas para los habitantes de este paraíso vulnerado. Sin embargo, la subida de la temperatura global hace que el océano se esté volviendo más ácido, amenazando a los corales y a las reservas de peces, ya comprometidas por la pesca ilegal.
“Ya no quedan bastantes recursos en la tierra y en el mar para abastecernos. Estamos obligados a importar comida”, frunce el ceño el presidente. No inmuta su tono pausado y serio: “El cambio climático es un problema global que nuestra nación no puede abordar sola”.
Respecto a que Donald Trump saliera del Acuerdo de París para limitar el aumento de la temperatura global «muy por debajo» de dos grados.
Palau fue el segundo país del mundo en ratificar el pacto después de Fiji. Por eso, Remengesau tiene algo que decirle al nuevo inquilino de la Casa Blanca. “Estoy sumamente decepcionado con la decisión de Estados Unidos”.
“El calentamiento global no es un asunto partidista, no es algo diplomático, es un tema de supervivencia», dijo Remengesau.
