Ser una empresa socialmente responsable (ESR) conlleva mucho: ayudar a la comunidad, cuidar el medio ambiente, interesarse por los colaboradores y consumidores, gestionar una buena comunicación de responsabilidad social (RSE), entre otras obligaciones, una de las cuales es crear una cadena de valor ética, una responsabilidad que, por desgracia, muchos corporativos omiten o descuidan.
Un ejemplo de esto sucedió en 2013, año en que una tragedia sacudió al mundo: el derrumbe del edificio Rana Plaza en Bangladesh, que provocó la muerte de 1,134 personas y dejó 2,515 heridos, muchos de los cuales estuvieron atrapados semanas bajo los escombros. Lo más grave de todo es que estas pérdidas pudieron haberse evitado si los corporativos que poseían fábricas en aquel inmueble se hubieran asegurado de tener una cadena de valor ética.
De acuerdo a BBC Mundo, antes del accidente la gente había advertido la aparición de grietas en la infraestructura. Los bancos y departamentos que tenía el edificio fueron desalojados, pero las personas que trabajaban en las fábricas fueron llamados a laborar normalmente –algunas mujeres traían a sus hijos y los dejaban en la guardería–, sin tener en cuenta su seguridad.
El caso de Rana Plaza ha sido una de las peores negligencias industriales que hemos atestiguado y que movilizó a las organizaciones no gubernamentales (ONGs), periodistas y sociedad a exigir que las compañías cuiden el bienestar de los empleados que trabajan en fábricas foráneas, y no tomen de pretexto las desventajas del outsourcing o subcontratación. Igualmente, el gobierno de Bangladesh por fin prestó atención al problema y se dispuso a encontrar soluciones para sus ciudadanos.
No obstante, no tendría por qué suceder algo así para que el sector privado sea consciente de lo que pasa en sus operaciones. Es fundamental que una empresa comprometida con la RSE garantice que todo su negocio se rija mediante un código de ética, y cuando decimos “todo su negocio”, realmente nos referimos a cada una de sus actividades, sin importar en qué países se encuentre su producción.
La supervisión de la cadena de valor entera es un reto para los grandes corporativos, mas la RSE no puede estar exenta en esa parte del negocio. Las compañías tienen que encontrar la manera de crear una cadena de valor ética. De lo contrario, afectará gravemente su reputación y su rentabilidad.
Quizá hace décadas la gente no estaba tan atenta a las actividades de una empresa, pero ahora que la información es más accesible e inmediata, podemos enterarnos de cada problema o accidente aun si sucede al otro lado del mundo. Si un simple tuit con una broma pesada puede generar una controversia, ¿qué no provocará una evidencia de maltrato o trabajo infantil?
Los defensores de la RSE argumentan que las compañías tienen una responsabilidad ética que no está limitada por fronteras geográficas o políticas, ni siquiera por tradiciones culturales. –Doug Guthrie, Forbes.
Ahora bien, ¿cómo se puede crear una cadena de valor ética? Según los autores de “Does Monitoring Improve Labor Standards?”, publicado en Industrial & Labor Relations Review, una opción es que los corporativos globales se alíen con ONGs enfocadas a los derechos humanos para complementar la supervisión de los subcontratistas, a quienes debe ofrecerles capacitación y apoyo para darles mejores condiciones de trabajo.
De igual modo, un código de ética es necesario. Este documento tiene que servir como guía para que todas las personas que conforman la empresa o tengan relación con ella –directores, colaboradores, proveedores, clientes, etc.– sepan cuál es el comportamiento que se espera de ellos en las operaciones de la compañía, y cuáles serán las penalizaciones en caso de incumplimiento. Es vital que todos estén enterados de la existencia de este reglamento y estén de acuerdo con todos los puntos que abarque. Los nuevos empleados y proveedores deben tener una copia de este documento.
Hay varios corporativos que ya tienen un código de ética, pero algunos continúan en proceso de elaborarlo, o bien, no lo han difundido apropiadamente.
Dos empresas que cuentan con un código de ética son CEMEX y Gentera. Ambas no solamente han dado a conocer a sus colaboradores y proveedores las normas de conducta, también han hecho público su código para que los clientes, consumidores y público general conozcan sus prácticas responsables, el trato a sus empleados, cómo reaccionan ante una posible corrupción o soborno, entre otros temas.
Los dos códigos de conducta de estas compañías engloban los siguientes aspectos:
- Propósito de la empresa.
- Relaciones con los grupos de interés.
- Normas de conducta.
- Corrupción y sobornos.
- Responsabilidad social y ambiental.
- Sanciones.
- Administración del código.
(Puedes revisar aquí el código de CEMEX, y el de Gentera en este enlace).
Aunque cada vez son más las empresas que asumen la responsabilidad por la conducta de sus proveedores o fábricas en el extranjero, todavía hay varias que no cumplen con sus obligaciones o se deslindan de ellas, como hizo H&M la cual, al descubrirse que sus fábricas contrataban menores de edad, declaró para The Guardian que en Birmania –el país donde ocurrieron los hechos– es legal emplear a jóvenes de entre 15 y 18 años.
La responsabilidad social no empieza ni termina en las oficinas corporativas centrales, sino se extiende por todas las operaciones y actividades diarias de un negocio. Una cadena de valor que no es responsable no afecta únicamente el bienestar de las personas, igualmente afecta a tu empresa, ya que podría existir corrupción a tu espalda y, de hacerse público antes de que notes la situación, tu compañía se vería seriamente involucrada y los problemas legales no tardarían en llegar.
Cuida todos los aspectos de tu compromiso con la RSE, sin olvidar que no se trata exclusivamente de planear iniciativas con un impacto social y medioambiental positivo, sino de mostrar una conducta ética, equitativa y transparente con todos sus grupos de interés.