La zona está “enormemente impactada” por el cambio climático, por lo que debe volcar sus esfuerzos en las estrategias de adaptación, aseguraron expertos en un seminario celebrado en la capital mexicana.
Las diferentes etapas de adaptación llevarían a incluir las vulnerabilidades a las que se exponen los diferente sectores con motivo del cambio climático, algo que no está exento de “elevados costos”, indica a Efe Verónica González, de la Oficina de Evaluación y Supervisión (OVE) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El integrar estas estrategias, que se mueven en el largo plazo, significaría llevar a cabo cambios como la manera de construir las carreteras -teniendo en cuenta posibles inundaciones- o de planificar los cultivos, dijo González, una de las ponentes en el seminario internacional “Cambio climático y progreso en América Latina”.
Los efectos negativos del cambio climático en la región se traducen en situaciones como el hecho de que ya no se pueda plantar café en algunas lugares en las que ha subido la temperatura o que, en la región andina, la desaparición de los glaciares haga que escasee el agua para riego.
José Luis Sánchez Salas, participante en el acto por parte de la Secretaría de Agricultura, reiteró la necesidad de emprender proyectos de adaptación que puedan hacer frente a “las sequías prolongadas y los huracanes”.
Entre las medidas promovidas por la secretaría, especificó la promoción del uso de semillas criollas adaptadas a las partes, que permitan “resistir a las necesidades de uso de agua en periodos importantes”.
Si bien la zona “posee algunos centros de innovación tecnológica que están muy avanzados”, admitió González, hay actores que son especialmente “vulnerables” en el panorama actual, los pequeños productores, quienes en ocasiones no ven posible transformar sus cultivos por tener poco acceso al financiamiento.
“Valorar a los pequeños productores es un tema todavía pendiente en nuestra zona”, comentó Fernando Soto, de FAO México, quien recordó que a nivel nacional “el 80 % de los bosques pertenece a ejidos y comunidades”, una situación que se repite de forma similar en “casi la totalidad” de los países de América Latina.
Por ello, reivindicó la necesidad de poner a estos trabajadores en “la parte central de una política pública diferenciada” para ayudar a la sostenibilidad frente al cambio climático.
El sistema de producción agrícola y alimentario se enfrenta además, a nivel mundial, al reto del ascenso de la población global, y “la cuestión no es cuánto puede producirse, sino cómo y hasta cuándo”, ya que el modelo económico actual está empujando “hacia los límites” los recursos, ha mantenido Soto.
En los últimos tiempos, dijo, se están desarrollando 2 áreas con las que se intenta intensificar la producción agrícola de manera sostenible, teniendo en cuenta el cuidado del suelo.
Estas son la agricultura de conservación, basada en factores como la rotación y la diversificación de cultivos, y la agricultura “climáticamente inteligente”, que se centra en la diversidad, la flexibilidad en términos de tiempo y las prácticas para afrontar situaciones extremas.
En América Latina, el 12 % del PIB regional proviene de la agricultura, que es una fundamental fuente de empleo sobre todo en las sitios rurales, en las cuales el 70 % de los ingresos fundamentales vienen de este sector.
Fuente: Ecoticias