A un mes de que den inicio los Juegos Olímpicos y dos meses de que comiencen los Juegos Paralímpicos Tokio 2020; atletas, equipos, voluntarios, comités olímpicos y organizador hacen grandes esfuerzos para acelerar las vacunaciones, detallar los últimos preparativos en la Villa Olímpica y asegurar que la Terna se desarrollará en condiciones de seguridad.
En el caso de los atletas paralímpicos, una pieza clave para su participación son los dispositivos protésicos y el buen estado de los mismos. De las más de 20 disciplinas adaptadas, son varias las que precisan de aparatos con alta tecnología para permitir la práctica del deporte.
Así, los jugadores de Básquetbol o rugby adaptado cuentan con sillas específicas para poder practicarlo. “Estas sillas son especiales porque deben estar preparadas para el contacto físico. La rueda trasera grande en esas sillas debe tener más inclinación que en una silla normal con el objetivo de poder girar y hacer las curvas estrechas y de manera rápida”, explica Thomas Pfleghar, Director Regional de Educación y Atención Médica en Ottobock y especialista ortoprotesista con más de treinta años de carrera y que ha asistido como técnico a todas las citas paralímpicas desde Londres 2012.
Explica que las sillas de rugby son muy compactas para facilitar la movilidad. El rugby sobre silla de ruedas es un deporte adaptado que toma elementos de otras disciplinas como el balonmano o el hockey sobre hielo y los jugadores tienen las piernas hacia atrás para que sea menos peligroso y evitar riesgo de caída.
El rugby adaptado, en el que compiten dos equipos con cuatro jugadores cada uno, está compuesto por cuatro tiempos de ocho minutos cada uno y se practica bajo techo con una pelota ligera similar a la de vóley.
Junto a estas sillas para la práctica de deportes en equipo, cuenta Thomas, también están las sillas de carrera para los 400, 800 metros o larga distancia, las cuales tienen sólo tres ruedas, dos traseras y una delantera de mayor tamaño con sólo un ajuste y una dirección para permitir hacer las curvas en la pista de tartán.
En cuanto a las prótesis, principalmente se usan en atletismo. Estos dispositivos, que pesan desde 540 gramos si son para pacientes amputados por debajo de la rodilla o hasta 1.7 kilogramos si la amputación es por arriba de la rodilla; tienen un encaje al muñón (socket) prácticamente idéntico al del día a día, con un poco más de protección en torno al muñón y un poco más blando. Además, “estas prótesis tienen un blade (pie deportivo), que no simula un pie convencional, sino que se trata de una lámina de fibra de carbono con un diseño en forma de C para atrás. Esas láminas permiten hacer la impulsión hacia delante, es decir, no simulan el movimiento normal de una pierna, donde la pisada se da desde el talón hacia la punta del pie, sino que simulan una corrida donde se usan las puntas de los pies”, explica Thomas.
Amanda Cerna, atleta paralímpica chilena de 22 años que participará en Tokio 2020 tras clasificar con una marca de 59’25 en los 400 metros y 26’26 en los 200 metros planos, utiliza una prótesis de fibra de carbono de Ottobock que tiene una forma aerodinámica para el viento y se encaja a su brazo gracias a un pin. Esta prótesis es diferente a la que utiliza en su día a día, ya que le permite equilibrar su braceo durante la carrera, darle apoyo para su salida de tacos y es muy liviana para no ser una carga mientras corre.
La paratleta, que nació con una malformación congénita en el brazo izquierdo, cuenta que busca ser finalista en las dos pruebas y superar su mejor marca en ambas disciplinas. Para ello, Amanda ha llevado una rigurosa disciplina a pesar de la pandemia.
“Mi preparación rumbo a Tokio la he podido sobrellevar. Desde octubre del 2020 estoy pudiendo entrenar en pista ya que antes solo había podido desde mi casa. Estos últimos meses me han permitido avanzar, con entrenamientos realizados de manera progresiva para prevenir lesiones. No he tenido ninguna molestia y ya estamos con los entrenamientos duros y pudiendo competir desde enero 2021”, explica la atleta, que competirá por segunda vez en una terna paralímpica, después de haber participado en Río 2016.
Cuenta que, durante los primeros meses de confinamiento, practicó en casa con la trotadora y sólo pudo hacer ejercicios de larga distancia y no de velocidad, aunque esto le permitió mantenerse en forma y mejorar otros puntos débiles como el fortalecimiento del cuerpo; de forma que su regreso a las pistas fue más simple de lo esperado.
100 técnicos para asistir a los paratletas
Desde la celebración de los Juegos Paralímpicos de Seúl en 1988, Ottobock no ha faltado a la cita, cuenta Mónica Guadalajara, Directora para México, Centro América y Caribe de la empresa alemana. “En cada ocasión, instala talleres en la Villa Olímpica y en algunos lugares afuera de esta, para reparar y ajustar las sillas de ruedas, prótesis o cualquier otro tipo de equipamiento de los paratletas”.
El principal objetivo de la empresa alemana es garantizar que todo atleta que llega a los Juegos con su equipamiento pueda participar, es decir, si la silla de ruedas o la prótesis presentara un defecto que le impidiera competir, corregirlo o asistir técnicamente para cualquier problema durante el transcurso de los torneos.
En los pasados Juegos de Río de Janeiro en 2016 asistieron un total de 98 técnicos, que hicieron aproximadamente 2,400 reparaciones durante 3 semanas de competiciones e invirtieron 10 mil 400 horas de trabajo. Es decir, en las 8 ediciones con participación hasta el momento, más de 800 técnicos han brindado este servicio de manera gratuita para todos los atletas.
Thomas explica que los miembros del equipo técnico provienen de varios países y continentes para cubrir el mayor número posible de idiomas, ya que algunos atletas no hablan inglés. “Esto es esencial para poder comunicarnos con ellos por si hubiera algún problema. Tenemos técnicos que hablan árabe, mandarín, indio, japonés, vietnamés, además de español, francés, alemán, inglés o portugués”, añade el especialista de Ottobock, integrante de Ottobock en Brasil y con dominio del alemán, portugués y español.
Este año, los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 contarán con tres técnicos de América Latina. Junto a Thomas, estarán también Emerson Bovo de Brasil y Miguel Espinoza de Chile.
En estas casi cuatro décadas de experiencia profesional, Thomas asegura que sí ha habido un progreso en el desarrollo de prótesis y sillas con nuevos materiales. “Cuando empecé en los años ochenta, todavía se hacían muchas prótesis de madera, y hoy vemos una evolución enorme con rodillas o pies especialmente hechos para correr, sillas de ruedas hechas con titanio o fibra de carbono, así como materiales de protección para el muñón con poliuretano o silicona. Por lo tanto, hay una diversidad en materiales y en tecnología muy amplia con respecto a hace veinte años atrás”, detalla Thomas.
Asegura que una prótesis no puede devolver lo que “dios creó”, ya que el cuerpo humano puede llegar a generar hasta 500 veces más energía en un momento deportivo. “Un pie en fibra de carbono por ejemplo solamente puede devolver parte de la energía que recibe” explica Thomas quien asegura que un atleta con prótesis no puede conseguir el rendimiento de un atleta no amputado.
En promedio, en cada paralimpiada participan más de 4 mil atletas y este año podría ser que ese número sea menor debido al difícil contexto de la pandemia que ha dificultado las clasificaciones y las medidas sanitarias con las campañas de vacunación.
Ante la situación sanitaria mundial, este año el equipo técnico de Ottobock además de seguir todas las medidas de higiene como el distanciamiento, el uso de máscaras y caretas, también se utilizarán equipamientos en los puntos técnicos para mantener buen ambiente y el aire libre de bacterias puntualiza Thomas
Comunicado de prensa.