El 6 de abril se conmemoró por primera vez el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, declarado por la ONU por iniciativa del Comité Olímpico Internacional (COI). El nombre puede parecer grandilocuente, pero no puede negarse que los deportes tienen un enorme potencial para generar cambio y para cambiar la vida de niños y jóvenes en situaciones de riesgo.
Así lo entiende la ONU, afirmando que este día concede la «oportunidad de reconocer el potencial del deporte en la creación de un entorno de tolerancia y comprensión, que ayude a promover la paz y el desarrollo, facilitando así la consecución de grandes metas como los Objetivos de Desarrollo del Milenio.» Por supuesto, el deporte tiene como valores fundamentales la justicia, disciplina, trabajo en equipo y otros atributos que también son necesarios para el progreso de una comunidad.
Es significativo, por lo tanto, que el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz se conmemore en 2014, ya que este año vivió los Juegos Olímpicos de Invierno hace unos meses, y pronto será también testigo de la Copa del Mundo de Brasil. Estos dos eventos son cubiertos por los medios de comunicación hasta el cansancio, y significan una gran derrama económica para distintas industrias. Sin embargo, no es este el deporte que cambia al mundo, sino los proyectos dirigidos a grupos vulnerables que usan el juego en equipo para influir en la sociedad.
Viene a la mente, por ejemplo, la Homeless World Cup, que se llevó a cabo en México en 2012, patrocinada por Telmex, y en la que participan equipos formados por niños y jóvenes en situación de calle que ven el fútbol como una oportunidad de aprendizaje y superación. O el programa Estrellas Colgate, un proyecto de Colgate Palmolive en México que brinda formación deportiva a niños de escasos recursos como lo fue en su momento el ahora atleta olímpico Juan Barrios.
Fuentes:
The Guardian
ONU