El pasado tres de diciembre Fundación Grupo Modelo llevó a cabo su tradicional voluntariado en diferentes estados de la República y esta vez decidí abordarlo de una manera más personal, debido a una nueva circunstancia en mi vida.
Hace unos meses recibí una noticia muy dura para mí y mi familia, y es que uno de nuestros seres más queridos fue diagnosticado con una enfermedad degenerativa que estaba deteriorando su memoria. Había escuchado que uno nunca está preparado para algo así y ahora lo estaba confirmando; ya que la creadora de nuestras historias podría, tal vez, irlas borrando poco a poco.
Sin duda, cada persona tiene un proceso diferente, en mi caso considero que sigo en la etapa de aceptación y aunque muchas veces sea complicado y atemorizante, trato de esforzarme todos los días para subir al siguiente escalón.
Al principio tratas de hacer todo lo que está a tu alcance para que tu familiar mejore, y aunque sabes que su proceso debe ser mucho más difícil que el tuyo, este tipo de circunstancias se convierten en un camino que se recorre en paralelo. Es en ese camino en el que me di a la tarea de investigar desde medicamentos, tratamientos, cambio de hábitos y cualquier tipo de ayuda. La terapia, sin duda, era una de las mejores opciones, sin embargo cuando la persona no está lista para pasar al siguiente escalón sin importar tu prisa o tu preocupación, tienes que bajar el ritmo.
El cambio de rutina parecía ser la mejor opción para nuestra etapa, ya que esta es una de las formas más sencillas de hacer trabajar al cerebro y por lo tanto la memoria. Hay muchas formas de cambiar la rutina, pero el voluntariado parecía una gran idea, así que decidí inscribirnos a las actividades de Voluntarios Modelo.
Nuestra actividad comenzó muy temprano en las instalaciones de la Alianza Anticáncer Infantil A.B.P. donde nos citaron para mejorar las áreas comunes y el entorno donde los niños pueden pasar una mejor estancia durante el periodo de su tratamiento. El equipo que elegimos fue el que daría mantenimiento al parque que está frente a la institución porque, además de ser un gran espacio para los niños, estaba hecho a la medida para una persona que disfruta de la jardinería.
Tal como lo había imaginado, esta había sido la mejor decisión y la terapia más personalizada.
Gracias a la actividad, tuvimos la oportunidad de hacer algo de valor con nuestras habilidades, conocimos gente nueva, disfrutamos y sobre todo pudimos respirar una realidad nueva, porque inmediatamente la suma de voluntades dio como resultado una experiencia positiva.
He escuchado muchas opiniones sobre este programa en el nicho de la responsabilidad social, algunos cuestionan el presupuesto en publicidad que se le ha dado y cómo este podría ser utilizado para otros fines, otros incluso piensan que el voluntariado debe de ser corporativo y no abrir sus puertas a gente externa, sin embargo el sábado pasado tuve la oportunidad de confirmar la visión que nos compartiría Ricardo Tadeu, el ex CEO de Grupo Modelo en México, hace unos años de «unir a la gente por un mundo mejor», ya que al preguntar a las personas cómo se habían enterado de las actividades, todas señalaron algún medio como la radio o la televisión y al estar conviviendo, pude reafirmar que no había nada mal en compartir los valores que se viven dentro de la empresa con la comunidad.
Siempre ha sido difícil medir el impacto social, sin embargo más que un tema numérico, este programa está cambiando la mentalidad de la gente por medio de la experiencia y está creando una cadena de voluntad que tiene un impacto mayor del que el mismo equipo que lo planeó imagina, porque como en mi caso, hay impactos que no se pueden medir con números, pero sin duda construyen un mundo mejor.
Sin duda alguna los invito a que agilicen su mente y vivan la experiencia por sí mismos, les aseguro que serán recuerdos difíciles de borrar.
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