En los últimos años, muchos líderes de negocios han coincidido en que la mejor forma de incrementar el nivel de productividad de los colaboradores de una organización es elevar su índice de satisfacción laboral a través de prácticas que promuevan un estilo de vida saludable y el equilibrio entre su vida personal y su desarrollo laboral. Empresas como Google, Virgin y otros gigantes tecnológicos sin duda han roto un sin fin de paradigmas sobre las oficinas tradicionales y al hacerlo también han conseguido posicionarse entre los empleadores más deseados por el talento de todo el mundo.
No obstante, para muchos trabajadores, las vacaciones ilimitadas, las jornadas laborales de seis horas, las amenidades dentro del espacio de trabajo y otros beneficios continúan siendo prácticamente una leyenda urbana; y es que no todas las organizaciones cuentan con el presupuesto necesario para construir oficinas tan lujosas como muchos de los edificios de Silicon Valley.
Por fortuna existen prácticas que no requieren de una inversión millonaria para mejorar la calidad de vida de quienes colaboran con una organización y una de ellas son los horarios flexibles, algo con lo que muchos de nosotros sólo hemos soñado y que por paradójico que parezca tiene múltiples beneficios tanto para los trabajadores como para las empresas que deciden implementarlo.
De acuerdo con un estudio reciente realizado por McKinsey & Company, los profesionistas de la Generación del Milenio son más propensos a aceptar una oferta de empleo si la compañía ofrece horarios flexibles. El hallazgo no es un secreto, ya que diversos expertos en reclutamiento han encontrado que se trata de una generación que busca una mayor libertad y rompe con la rigidez que de las grandes corporaciones.
En un artículo publicado por Fast Company, Lisa Rabasca asegura que, mientras los horarios flexibles constituyen un factor decisivo en la atracción de talento, las empresas han centrado sus esfuerzos en crear espacios que resulten divertidos o cool, dejando de lado la integración de prácticas que otorguen libertad a sus colaboradores haciéndolos sentir verdaderamente empoderados.
La flexibilidad se convertirá en la norma para los empresarios que deseen ganar la batalla por los mejores talentos.» Joanna Barsh, directora emérita de McKinsey & Company
Contrario a lo que muchas compañías podrían aferrarse a pensar, una política de horarios flexibles no implica que los empleados trabajen desde casa a diario o dejen de cumplir con sus actividades; por el contrario, representa una evaluación de desempeño con base en resultados y a menudo significa que los colaboradores invierten más tiempo dentro de su espacio de trabajo.
Para explicar este fenómeno es suficiente pensar en que este tratamiento de confianza incrementa la motivación intrínseca y el compromiso con la institución, por lo que los colaboradores tienden a esforzarse más en nombre de su compañía.
¿Cómo viven esto los colaboradores?
Ofrecer a los trabajadores de una organización un esquema de horario flexible les permite tomar el control sobre su propio trabajo, manteniendo siempre presentes los objetivos de la organización y sintiendo un equilibrio saludable entre su vida personal y su desarrollo profesional. Se trata de una estrategia que contribuye a eliminar la sensación de esclavitud generada por la rutina, la cotidianidad y la microgestión permitiéndoles solucionar problemas de forma más eficiente y alcanzar su máximo potencial.
Desde luego, para ello es necesario que las organizaciones se aseguren de contar con las herramientas necesarias para que sus colaboradores se mantengan conectados con su equipo de trabajo y crear estrategias que les permitan comunicarse cuando es necesario y trabajar sin interrupciones ls tareas que así lo ameriten.
Asana, por ejemplo, creó los miércoles libres de juntas, una iniciativa que como su nombre indica elimina las reuniones un día a la semana para permitir a sus colaboradores dedicarse a sus actividades sin interrupciones y comunicarse entre sí de manera más informal, combatiendo la típica «juntitis» de la que sufren buena parte de las empresas en la actualidad.