La pesca del atún es una práctica que conlleva consecuencias para otras especies marinas. Desde hace años se sabe, por ejemplo, del riesgo de que delfines o tortugas acaben siendo atrapadas, pero hay algunas empresas que todavía no han hecho lo suficiente para asegurarse de que esto no suceda. Hasta hace unos meses, una de estas empresas era la australiana John West, la cual fue objeto de una campaña de Greenpace que le exigió un cambio radical en sus prácticas y proveedores.
De acuerdo con la organización ambiental, las prácticas de pesca los proveedores de John West causaban la muerte a mantarrayas, delfines y tortugas, la carne de los cuales podría llenar hasta 10 millones de latas al año. Con este dato, Greenpeace creó latas con la forma de los animales en peligro y los envío a líderes de opinión como periodistas y figuras públicas, para reclutarlos como generadores de conciencia.
Además, se recurrió también al amor que los habitantes de Australia sienten por los mares, pidiéndoles que se unan a la causa. Por supuesto, voluntarios también pusieron carteles en las calles, protestaron afuera de la sede de la marca e intervinieron las latas en los supermercados, incluyendo advertencias sobre las políticas de John West.
Solo seis semanas después, en diciembre de 2012, la compañía aceptó hacer cambios en su estructura y dio a conocer una meta: para 2015, John West solamente comprará atún que se haya obtenido con métodos responsables.
Se pueden decir muchas cosas de Greenpeace, pero lo cierto es que sus campañas suelen lograr el interés de la sociedad y, lo que es más, compromisos claros por parte de las empresas que son cuestionadas.