Las empresas con responsabilidad social en ocasiones dentro de sus programas sociales tienen la intención de incluir a los colaboradores para generalizar esta cultura al interior de la compañía. Sin embargo es importante también acercar a las familias para que se involucren con el resto de la comunidad.
La Cooperativa La Cruz Azul es una de estas empresas que se preocupan por involucrar al núcleo familiar, haciéndolas partícipes de las actividades sociales y ambientales que se realizan a lo largo del año.
En 1988 la señora Rosa Elvira Álvarez de Álvarez creó la Fundación Cruz Azul Pro-Comunidades A.C. con el objetivo de hacer frente a la dinámica de apoyo comunitario que se requería en la comunidad donde opera la Cooperativa.
Lo interesante de esta fundación es que es operada por las esposas de los trabajadores de la empresa, quienes colaboran como voluntarias comprometidas con la realización de las actividades que se plantean en la misma.
El principal propósito de la fundación es obtener medios que beneficien a determinados grupos sociales o individuos en situación de vulnerabilidad, sin crear en ellos un sentimiento de devaluación o dependencia.
El trabajo social que planean y realizan estas mujeres se lleva a cabo en las comunidades más necesitadas abarcando principalmente ocho áreas:
- Salud.
- Alimentación.
- Fomento a la educación.
- Cultura.
- Ecología.
- Obras de infraestructura.
- Emergencias.
- Colecta de donativos.
La estructura de la fundación donde participan las esposas de los colaboradores es: una asamblea general, un presidente, una junta directiva que se forma de la presidenta, seis consejeras, dos vicepresidentas, una coordinación general del Centro Clínico Pedagógico Integral, una gerencia administrativa y cada sede cuenta con una tesorera, una secretaria y vocales, por lo que cada una de ellas juega un papel importante.
De esta manera es como la cooperativa se encarga de involucrar a las familias de los trabajadores y aprovecha su compromiso para beneficiar a las comunidades cercanas.
