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Cómo incrementar el impacto de nuestras acciones a favor del bien común

Nos ganamos la vida con lo que recibimos, pero hacemos la vida con lo que damos.
John Maxwell

El pasado 5 de diciembre, se celebró el Día Internacional de los Voluntarios, promovido por la Organización de las Naciones Unidas para reconocer los esfuerzos mundiales de personas que brindan trabajo, servicios o conocimientos para promover la paz y el desarrollo sostenible.

Trabajar a favor de una sociedad más justa, respetando la dignidad de las personas e impulsando procesos durables en el tiempo es una tarea compleja y de largo aliento. Esta complejidad, aunada a la urgencia de buscar resolver problemas sociales que nos atañen a todos y a la necesidad de promover esquemas integrales para proponer soluciones efectivas, es la que nos mueve a querer participar activamente; a sumar esfuerzos, talentos y recursos a favor del bien común.

Sin embargo, es fundamental que esta perspectiva también sea estratégica y que genere beneficios para todos los participantes. Si bien es cierto que el simple hecho de hacer algo a favor del otro ocasiona sentimientos satisfactorios, es importante que la tarea que se lleve a cabo responda a ciertas características que garanticen su efectividad.

En mi experiencia, estas características responden a cuatro principios fundamentales: la subsidiariedad, la especialidad, la pertinencia y el compromiso.

La subsidiariedad implica que el voluntario o voluntaria no realice ninguna tarea que la persona a quien quiere ayudar pudiera hacer por sí misma.

La especialidad significa que la tarea efectuada voluntariamente aporta un valor específico, que permita que las personas destinatarias logren desarrollar alguna habilidad o adquirir algún conocimiento útil para mejorar su calidad de vida.

Estos dos principios son particularmente relevantes en el caso de la mayoría de los voluntariados en los que las personas, llenas de buenas intenciones, acuden a una comunidad a buscar hacer algo que no saben hacer bien y dejan de lado el valor que podrían aportar relacionado con sus áreas de oportunidad. En ocasiones, es mucho más valioso que un experto en algún tema específico regale algunas horas de su tiempo para explicar a un grupo algún proceso o concepto que le resulte interesante, o bien que comparta su experiencia y conocimientos a través de una plática que permita a las personas abrir sus horizontes e inspirarse, en lugar de plantar árboles o pintar bardas. No es que hayan acciones buenas o malas; es que el “smart volunteering”, como se conoce en inglés, puede ser mucho más certero y útil.

La tercera característica es la pertinencia y conlleva que las acciones correspondan a la realidad, contexto y necesidades de las personas o grupo a quien se busque acompañar.

Finalmente, el compromiso supone establecer vínculos sólidos con los participantes, no sólo como parte de un esfuerzo efímero y puntual, sino como parte de la construcción de una relación de confianza y reconocimiento mutuo que permita obtener resultados positivos.

Estas dos características se relacionan con uno de los aspectos más relevantes del voluntariado: la capacidad de formar lazos con personas ajenas a nuestro mundo, de quienes podemos aprender mucho y con quienes podemos colaborar para generar un impacto mayor. Por ello, considero que lo más importante de la interacción con otras personas está relacionado con aprender, compartir y construir juntos una realidad en la que todos salimos fortalecidos.

En este sentido, es importante promover el voluntariado inteligente, ya sea de manera presencial o física, buscando aportar valor y sumar esfuerzos con organizaciones sociales y organismos internacionales que cuenten con experiencia, reconocimiento y estrategia para lograr que los resultados sean los deseados para todos.


Foto Iliana 2 Iliana Molina

Iliana Molina es Socióloga por la Sorbona de París y tiene un Máster en Economía Social por la Universidad de Mondragón, en España. Cuenta con más de diez años de experiencia en desarrollo social e inclusión económica en los sectores público, social y académico. Actualmente, colabora con la FAO como Especialista en Comercialización con Pequeños Productores en condiciones de Pobreza.

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