Según la Coalición Internacional sobre Reforma de las Políticas de Drogas y Justicia Ambiental, que incluye a científicos y activistas, se informa cómo la falta de una política que aborde los problemas relacionadas con las drogas obstaculiza también los objetivos climáticos.
De acuerdo con Edie, el nuevo informe de la Coalición, titulado «Desvelando el eslabón perdido de la Justicia Climática: Política de Drogas (2023)», advierte que la falta de conversación sobre el tema drogas. y medio ambiente, está generando daños generalizados en los ecosistemas y hace un llamado para que que el movimiento ambientalista reconozca esta conexión y comience a abordarla.
La batalla contra las drogas daña el medio ambiente
El informe revela que tradicionalmente se ha considerado que estos dos problemas, el cambio climático y el problema de las drogas, son distintos y no relacionados. Sin embargo, los datos demuestran que, de hecho, estas dos cuestiones están intrínsecamente vinculadas de maneras que no se habían tenido en cuenta. Siempre se ha pensado que uno está relacionado con la criminalidad, la violencia y la salud, y que el otro se refiere a la naturaleza, las emisiones y la habitabilidad futura de nuestro planeta.
Sin embargo, la producción y el tráfico de drogas tienen impactos ambientales significativos que están relacionados con la deforestación, la degradación del ecosistema y la violencia en áreas donde se lleva a cabo. Estas dos agendas están intrínsecamente vinculadas, y el informe argumenta que: no es posible detener el cambio climático sin abordar esta relación en la política internacional de drogas.
…no es posible detener el cambio climático sin abordar su relación con la producción y el tráfico de drogas.
Criminalización de drogas frena objetivos climáticos
Uno de los puntos principales que destaca el informe es que la carencia de políticas globales sobre las drogas está impulsando daños ambientales generalizados y obstaculizando los esfuerzos para combatir el cambio climático. Si bien, la prohibición de las drogas ha creado una economía paralela no regulada e inmensamente poderosa, es relevante abordar como este tema está afectando las políticas climáticas de conservación y cuidado ambiental.
En lugares como Brasil, México, Tailandia y África Occidental, la producción y el tráfico de drogas tienen lugar en áreas biodiversas remotas, como los bosques tropicales, que son esenciales para regular el clima global. Precisamente porque la falta de acuerdos globales abren la puerta a actividades económicas adicionales perjudiciales para el medio ambiente, como la agroindustria y las industrias extractivas.
Además de la conexión entre la producción de drogas y las actividades que dañan el medio ambiente, hay que decir que estas acciones profundizan la desigualdad y perpetúan los abusos contra los derechos humanos. Por otro lado, los narcotraficantes a menudo «diversifican» sus carteras y reinvierten sus ganancias en actividades como la minería, el tráfico de madera y la cría de ganado.
Narcotráfico, devastación ambiental y social
En América Central, las investigaciones han descubierto que la mayoría de las tierras deforestadas por los «narcos» están, en teoría, sujetas a protecciones ambientales. Por ejemplo, en África Occidental, el bosque de Guinea Superior perdió una cuarta parte de sus árboles en 20 años debido al tráfico de cocaína. En Guinea, la tala ilegal, controlada por el ejército, fue prohibida en 2021 por el gobierno civil, pero un golpe militar en septiembre permitió la reanudación de la tala patrocinada por el estado.
La actividad ilícita y violenta que rodea a la producción y el comercio de drogas también desestabiliza las sociedades y fomenta la violencia y la corrupción; socava la gobernabilidad y el estado de derecho, con «narcos» poderosos que dirigen de facto un estado a través de la coerción, los sobornos y las amenazas. Su actividad corrompe a los políticos, distorsiona las políticas públicas, agota los presupuestos públicos en policía y seguridad, y evita que las personas indígenas y las actividades de defensa de los derechos de la tierra protejan los hábitats naturales.
Las cifras más recientes de Global Witness muestran que en 2022, casi dos tercios de todos los asesinatos de defensores del medio ambiente en todo el mundo ocurrieron en solo tres países: Colombia, México y Honduras. Estas tres ubicaciones tienen una cosa en común: todas desempeñan un papel crítico en la producción y el tráfico de cocaína y otras drogas hacia Estados Unidos, Europa y otros mercados globales. En el 75% de los casos, los asesinatos de defensores del medio ambiente no pudieron vincularse a ninguna industria legítima.
…en 2022, casi dos tercios de todos los asesinatos de defensores del medio ambiente en todo el mundo ocurrieron en solo tres países: Colombia, México y Honduras.
La conexión entre drogas y cambio climático se debe integrar en la agenda global
El informe de la Coalición hace hincapié en que el movimiento ambiental, incluyendo a organizaciones principales como Greenpeace y el WWF, debe reconocer los vínculos entre la política de drogas y el cambio climático y comenzar a abordarlos. Anteriormente, las organizaciones ambientales no solían hablar sobre alimentación en sus campañas, pero ahora es ampliamente aceptado que parte de la solución para el cambio climático radica en que los consumidores de países ricos coman menos carne.
El punto clave es que este cambio de actitud y la disposición a participar en conversaciones sobre su conexión con los objetivos climáticos. Por el contrario, si no reconocen el «elefante en la habitación», muchos de sus esfuerzos profundamente bien intencionados y bien informados serán en vano frente a la criminalidad y la destrucción ambiental impulsada por las drogas.
Finalmente, el informe sobre cómo las drogas obstaculizan los objetivos climáticos es un llamado a organizaciones e individuos a abrir los ojos y unirse al diálogo sobre la regulación de estas sustancias, con el objetivo de diseñar un nuevo sistema legal que complemente las acciones en pro de la justicia ambiental y climática.»