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Cómo no frenar el turismo social

Cómo no frenar el turismo social
Turismo social vía Shutterstock

Una de las estrategias del gobierno es impulsar este segmento. Y existen leyes desde 1974 que lo contemplan.

El Tianguis Turístico, en su origen, es un foro de comercialización internacional de los productos turísticos mexicanos, pero, en esta ocasión, llamó la atención que el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en su intervención durante el evento refiriera que el gobierno a su cargo impulsaría el turismo social. Una estrategia tendiente a permitir «que más mexicanos puedan viajar y descubrir su propia nación».

La atención al mercado interno, en el que se inscribe el turismo social, es por demás justificada, ya que es, precisamente, el gran motor de la economía turística. El consumo interno del turismo, de acuerdo con información del INEGI, representó en 2013 83.6% del consumo turístico total, esto es una cifra astronómica que supera los 143,000 millones de dólares.

Parece oportuno recordar que este turismo social se define como el conjunto de relaciones y fenómenos resultantes de la participación de estratos sociales económicamente débiles en el campo turístico, participación que es posible o se facilita por medidas bien definidas, predominando la idea de servicio y no de lucro.

Tradicionalmente, incluyen como parte de la demanda del turismo social a grupos como estudiantes, buró­cratas, personas de la tercera edad, obreros, etcétera. No es una novedad la inclusión de una iniciativa de fomento al turismo social como parte de las tareas a cargo de la administración pública, pues en las diferentes Leyes Fe­derales de Turismo (1974, 1978, 1984, 1992) yen la actual Ley General de Turismo (2009) existe un capítulo dedicado al turismo social.

La gran pregunta que hoy debería hacerse es cómo será posible cumplir eficazmente con aquello que no obstante tener un carácter de mandato legal, no necesariamente se tradujo en el cumplimiento de los propósitos de dar acceso al turismo a mayores franjas de la población.

De esta forma, el reto parece centrarse en cómo transitar del terreno de las buenas intenciones y de los actos de firmas de convenios para la toma de fotografías, a la capacidad de movilización de millo­nes de personas, como sucede en países en donde el turismo social tiene una extensa base histórica, como es el caso de Francia, España, Cuba o Chile.

Las iniciativas que han intentado la expansión del número de viajes de los mexicanos han dejado atrás esquemas basados en subsidios afortunada mente, habría que decir, que si de eso se tratara, hay muchas otras necesidades de la población que deberían ir primero y se han focalizado en campañas de promoción y mecanismos de financiamiento de la demanda, en la organización de la oferta, en el uso eficiente de las capacidades ociosas instaladas, yen el impulso a la coordinación y concertación con diversas instancias públicas, privadas y sociales.

En la nueva formulación se deberá recurrir a es­tos caminos, pero es indispensable intentar otros diferentes que habrán de explorarse con un enfoque real de innovación, partiendo del principio de que se debe entender y atender las dos principales res­tricciones para los viajes: disponibilidad de recursos económicos y de tiempo libre.

Dentro de las nuevas propuestas se deben plan­tear ideas originales que pasen por ejemplos como los que a continuación se detallan:

  • Revisar calendarios escolares. En el calendario escolar 2012-2013 había 31 días de vacaciones de verano. Para los correspondientes a 2013-2014 y 2014-2015 el número descendió a 24. Evidente­ mente, esto no trae aparejado una mejora en la calidad educativa.
  • Desarrollar incentivos fiscales para la demanda y la oferta (los cheques vacacionales en Francia son un buen ejemplo de ello).
  • Elaborar estrategias de tarifas promocionales en carreteras -como en la Autopista del Sol en los últimos meses-, pero que podría aplicarse en temporadas bajas para el impulso a destinos en un esquema de rotación.
  • Implementar los fines de semana largos pen­dientes.
  • Establecer garantías de seguridad.
  • Mejorar las localidades receptoras, con es que­ mas similares al de los Pueblos Mágicos.
  • Impulsar esquemas que propicien la desinter­ mediación para que los turistas de este perfil hagan compras directas.

Finalmente, parece que buena parte del éxito de la estrategia que proponga el gobierno deberá basarse en la adecuada incorporación de las empresas que bien pueden sacrificar el precio, a cambio del uso de sus capacidades ociosas (de acuerdo con cifras oficiales, la ocupación hotelera nacional no llega a 60%, por ejemplo).

Las empresas deberían hacer acuerdos con corporaciones para descontar, vía nómina, el pago de las vacaciones a sus colaboradores. La inserción empresa­rial puede ser la diferencia entre éste y los programas de turismo social intentados en el pasado.

Fuente: MADRID FLORES, Francisco. Cómo no frenar el turismo social. Expansión. Mayo 2015, año XLVI, Núm, 1165, p.94– 96.

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