La discusión sobre el sexo débil y el fuerte ya es parte de una época que no volverá, y será con justa razón. Las mujeres no sólo representan más de la mitad de la población mundial y son un aporte indiscutido en los más diversos ámbitos de lo social, sino que además, tienen a su favor una habilidad diferenciadora que cada día más se toma los espacios familiares, laborales y de la política pública, a saber, las competencias socioemocionales.
Estas competencias se basan en la capacidad de relacionarse con otras personas de manera efectiva, reconocer sus estados emocionales y los propios, lograr crear vínculos de confianza y a partir de ellos construir vínculos que colaboren las relaciones positivas, los resultados colectivos, la resolución de conflictos, entre otras dimensiones que logran alcanzar estas habilidades.
Por cierto que no es una habilidad exclusiva del género femenino, ni todas las mujeres lo poseen desarrollado, sin embargo, son ellas quienes tienen mayor tendencia, debido a su funcionamiento cerebral en ambos hemisferios, lo que permite integrar aquellas dimensiones de empatía y generación emocional que generalmente los hombres tenemos menos desarrollada por tener nuestros foco en la lógica-matemática que nos hace más eficientes en la resolución de conflictos y la toma de decisiones, entre otras cosas, sin embargo ser eficientes no hace que los hombres alcances resultados efectivos. Por ello, los procesos de diálogo, la empatía y la capacidad de construir lazos de confianza que sean la base para mejores negociaciones, equipos de trabajo realmente efectivos, resolución de conflictos sostenibles en el tiempo, y en definitiva mejores resultados.
Esta ventaja biológica que tienen las mujeres para desarrollar las competencias socioemocionales son claves poder potenciar el desarrollo de los equipos y así el logro de los objetivos corporativos. Por lo que el rol de las mujeres debe ser potenciado, pero no sólo esto, sino que sus cualidades innatas requieren ser potenciadas por metodologías acordes, como lo es el coaching integrativo que permite aprender y transmitir esta capacidad de generación de confianzas y mejora de las relaciones entre las personas.
Las características fundamentales que pueden aportar y ver potenciadas las mujeres en las organizaciones no tendrán ningún sentido si no existe el compromiso personal y también corporativo para aprenderlas, pues no por tener una mayor facilidad significa que sean expertas en ponerlas en práctica. Y al ser una habilidad potenciable tanto en hombres como en mujeres, entonces es preciso comprender que estas competencias muestran sus resultados por medio de los otros, pues quienes las despliegan exitosamente promueven a sus equipos, lideran de forma efectiva, aumentan el compromiso y con ello los resultados globales, por lo tanto la mejor manera de saber si se han logrado es mirando aquellos logros alcanzados por el entorno directo.
Todo esto lleva a tomar con seriedad y firme compromiso la implementación de programas de habilidades comunicacionales reales (no paseos de club de campo, ni juego con piezas ensamblables) sino que la formación y el desarrollo de aquello que verdaderamente ha mostrado resultados en el tiempo, como en la actualidad han mostrado metodologías como coaching y mentoring a nivel global.
Solo potenciando estas competencias podremos colaborar a que tanto las mujeres, como los hombres, podamos seguir creciendo en habilidades que marcan la diferencia, como son aquellas que nos ayudan a construir vínculos, acercándonos efectivamente en procesos que hacen sentido y que nos acercan cada día a las metas que buscamos.
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Todo esto lleva a tomar con seriedad y firme compromiso la implementación de programas de habilidades comunicacionales reales (no paseos de club de campo, ni juego con piezas ensamblables) sino que la formación y el desarrollo de aquello que verdaderamente ha mostrado resultados en el tiempo, como en la actualidad han mostrado metodologías como coaching y mentoring a nivel global.
Solo potenciando estas competencias podremos colaborar a que tanto las mujeres, como los hombres, podamos seguir creciendo en habilidades que marcan la diferencia, como son aquellas que nos ayudan a construir vínculos, acercándonos efectivamente en procesos que hacen sentido y que nos acercan cada día a las metas que buscamos.
Fuente: mba & educación ejecutiva
