Existen cientos de empresas que aparentan ser amigables con el planeta y no emitir más contaminantes de los permitidos, además de realizar acciones que la hagan ver que se preocupa por el planeta, los ecosistemas y el medioambiente, aunque esto no sea real. A esta acción se le llama técnicamente greenwashing.
Pero…¿Cómo distinguirlo?
Según datos recabados por el blog público. es, podemos distinguir a las empresas que lo practican al ver que sus productos son siempre más caros, más contaminantes y mucho menos sostenibles.
De acuerdo en el medio, existen sencillos criterios para poder distinguir el freenwashing y rechazar sus productos:
No usar porcentajes
Una técnica muy usada en el lavado de cara verde es hablar de cantidades, nunca de porcentajes. Por ejemplo: “Hemos evitado la emisión de 3.500 kg de CO2 el año pasado”. Luego nos enteramos de que eso equivale al 0,0003 de la emisión total de CO2 de la firma.
Utilizar un pequeño logro para tapar un daño mucho mayor
Consiste en hacer hincapié en un avance para encubrir un retroceso. Por ejemplo: vender un SUV del tamaño de un carro blindado con el gancho de que su motor es “eficiente”.
Actuar solamente en campos que no tienen nada que ver con la actividad de la empresa
Muchas empresas intentan lavar su imagen ambiental financiando toda clase de actividades “sostenibles” en materias muy alejadas de su actividad. Mientras tanto, su “core business” insostenible sigue funcionando sin cambios.
Efecto decorado
Consiste en crear una línea de negocio supuestamente sostenible (ropa de algodón “orgánico”, por ejemplo) y usarla como tapadera del 99% restante de la actividad de la empresa.
Vender el simple cumplimiento de la ley como un significativo avance hacia la sostenibilidad
Por ejemplo, dar publicidad al hecho de no usar un compuesto químico ilegal en la fabricación de sus productos.
Vaguedad
Utilizar la palabrería habitual corporativa intercalando simplemente la palabra “sostenible”, “verde”, etc, sin detallar los cambios o avances hacia la sostenibilidad. La fórmula “la sostenibilidad está en nuestro ADN” es la más utilizada.
Carencia de rumbo
Actuaciones diversas en varias direcciones, sin un plan que se pueda entender y medir para llevar a la empresa a la sostenibilidad.