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Cómo se conforma la responsabilidad de la empresa: De las personas a la empresa y viceversa

Por: Antonio Vives

Se escribe mucho sobre cual debe ser la responsabilidad de la empresa ante la sociedad y como se debe implementar, pero muy poco sobre como se articula dentro la empresa. En este artículo analizamos con un poco más de detalle como se conforma esa responsabilidad a través de la interacción entre los valores de los empleados, que la definen e implementan y la estructura organizacional de la empresa en la cual se desenvuelve. [1]

 Para simplificar usaremos el término “empleados” para referirnos a todo el personal de la empresa, si bien es claro que algunos tienen mayor poder de influencia que otros, y algunos muy poco o nada, pero no queremos referirnos solamente a dirigentes, si bien son determinantes, porque es todo el personal el que termina definiendo e implementando esa responsabilidad.

 También para simplificar usaremos el término “estructura organizacional” para referirnos al conjunto de estructuras jerárquicas, políticas, estrategias, procesos de toma de decisiones, incentivos explícitos e implícitos para la actuación del personal y, en general, a la cultura de la empresa. 

 Los empleados y la estructura organizacional y sus interacciones son los que dan forma a la responsabilidad empresarial, que se nutre de las interacciones con el contexto en que opera, con todos sus stakeholders, incluyendo sus competidores.

 Habíamos abordado el tema en el Capítulo 2 del libro Responsabilidad Social de la empresa en América Latina; Manual de Gestión (coeditado con Estrella Peinado). Decíamos:    

  “Aún hoy en día hay alguna discusión sobre si las empresas como tales tienen responsabilidades, con el argumento de que solo las personas individuales pueden tenerlas.   Un comentarista de mediados del siglo XIX decía que “las empresas no tienen cuerpos que puedan ser castigados ni almas que puedan ser condenadas y por ello hacen lo que les da la gana[i].  Es cierto que las personas, dentro de las empresas, actúan a nombre de las empresas y no a título individual y son ellas las que deben ejecutar la responsabilidad social y ambiental.  Pero estas ejecutarán lo que colectivamente se haya decidido, vía las decisiones, los procedimientos y políticas internas a la empresa, que han sido elaboradas por individuos.  Si bien la responsabilidad de la empresa de ser responsable recae en los individuos que la conforman, el colectivo es responsable de su implementación y por ello podemos hablar de “responsabilidad de la empresa”.

 Claro está que, como en toda organización o burocracia, es posible esconderse detrás del colectivo para evitar tomar responsabilidad individual.  También es posible que el colectivo tome decisiones que estén en contra de la ética o sentido de responsabilidad de algunos individuos.  De cualquier manera, es claro que la responsabilidad social de la empresa depende de la responsabilidad y ética de los individuos que la conforman, con mayor o menor posibilidad de influencia.  Aunque es posible que esa responsabilidad no sea la suma de las responsabilidades individuales.”

 En el artículo Responsabilidad individual en la responsabilidad empresarial: ¿es suficiente? decíamos: 

La responsabilidad social de la empresa está determinada por sus esquemas de incentivos, procedimientos y en general de su cultura.  Es cierto que son los individuos los que hacen todo esto, pero la empresa también tiene historia, una cultura arraigada, y no es fácil hacer estos cambios.  Muchas veces los incentivos están orientados hacia la obtención de beneficios, que pueden entrar en contradicción con la ética individual.  Y no todos los que estén en desacuerdo pueden optar por dejar la institución.  La cultura empresarial es determinante. Los individuos también tienen necesidades que satisfacer y así como las empresas tienen como primera responsabilidad la sobrevivencia, los individuos también.

 La responsabilidad individual es condición necesaria pero no suficiente para la responsabilidad empresarial.

 La empresa es un conjunto de personas actuando en base a intereses y objetivos comunes, por lo que la moral, la ética y la asunción de responsabilidades de sus componentes debería constituir la moral, ética y responsabilidad de la empresa.  Pero la empresa es mucho mas que esos componentes humanos.  Esta constituida además por las interacciones entre ellos, con sus acuerdos y sus conflictos, con las sinergias y con sus discordancias.  Adicionalmente la empresa en su evolución y en sus actividades desarrolla políticas, estrategias, procedimientos, procesos para tomar decisiones y, en general, una ética y una cultura que le son específicas, que constituyen su estructura organizacional.  Son el resultado de las infinitas interacciones entre sus empleados y entre estos y el entorno en que operan y con los demás stakeholders, pasados, presentes y en las expectativas del futuro, evolucionadas a través de muchos años.

 Por ejemplo, si la empresa tiene un proceso de decisiones colegiadas, ninguno de los miembros de ese “colegio” es responsable, la responsabilidad se ha transferido al “comité”, aunque algunos de los miembros habrán sido más influyentes que otros en la decisión. Y quienes se vuelven más influyentes está determinado por esa misma estructura organizacional. La responsabilidad individual es suplantada por la responsabilidad del comité, por la del colectivo empresarial. La responsabilidad individual pasa a ser anónima.

 ¿Qué quiere esto decir para la responsabilidad de la empresa? Que si bien los valores de sus empleados son un punto de partida, son las múltiples interacciones las que conducen a la estructura organizacional y esta a su vez determina los empleados que se incorporan y como se desarrollan y adaptan dentro de la empresa.

 Y en esto juegan un papel clave las políticas y prácticas de selección del personal que deberían reflejar los valores de la empresa y a su vez influir en la conformación de esos valores. Si bien muchas empresas dicen utilizar criterios de compatibilidad en la selección, es más teoría que práctica ya que no son muchas las que analizan explícitamente los valores de los potenciales empleados en su selección.

 Los valores individuales son un punto de referencia, pero es la colegiación de todos esos valores la que constituye la responsabilidad de la empresa. Y dentro de este proceso de colegiación los incentivos implícitos y explícitos que condicionan el comportamiento son críticos, ya que pueden potenciar los valores de los individuos pero también pueden contrarrestarlos (ver los artículos Cultura empresarial para la responsabilidad y Compatibilidad entre directrices, incentivos, cultura y ética para la responsabilidad).

 En resumen, la responsabilidad de la empresa va más allá del conjunto de los valores de los empleados y se conforma en base a estos, pero también en base a su fusión dentro la estructura organizacional, donde pierden individualismo, en base a las interacciones con todos los stakeholders, y en base a la retroalimentación que todo esto tiene sobre los individuos, en un proceso dinámico, continuamente cambiante.  


[1] Este artículo ha sido estimulado por uno que el Prof. Argandoña publicó en su blog el 8 de noviembre del 2010, La estructura moral de la empresa, donde resume un estudio académico (Organizational Factors in the Individual Ethical Behaviour. The Notion of the “Organizational Moral Structure, por Paulina Roszkowska y Domènec Melé, en Humanistic Management Journal, del 27 de marzo 2020). A diferencia de este artículo, este estudio se refiere a como un dirigente orientado hacia la gestión humanística puede usar la “estructura moral de la organización” para promover el bienestar y dignidad de los empleados.

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