Las nuevas tecnologías de la información y comunicación pueden ser un problema o una solución frente al cambio climático. Según la consultoría Gartner, el sector emite un 2% del total de emisiones de carbono, es decir un nivel equivalente a las emisiones del trasporte aéreo. Por su lado, McKinsey afirma que los sistemas y aplicaciones inteligentes pueden reducir las emisiones de C02 hasta un 15% para el año 2020.
En estos momentos de crisis económica, medioambiental y social, los directores de sistemas de información (CIO) deben aprovechar las políticas de reducción de coste para eliminar las ineficiencias energéticas, disminuir el impacto ambiental de sus actividades e implementar políticas de Responsabilidad Social.
Dentro de un mundo en cambio, es una oportunidad para ganar competitividad y prepararse para liderar la tercera revolución industrial basada en una economía de servicios y productos sostenibles.
Los profesionales de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) suelen explicar que las empresas tienen tres razones principales para implementar políticas de sostenibilidad.
Primero, por convicción: Las organizaciones se componen de personas que actúan y piensan, creando una cultura corporativa basada en principios universales como el respeto de los derechos humanos y del medioambiente.
Segundo, por interés: Los accionistas, trabajadores y los consumidores (stakeholders) exigen transparencia y compromiso de las empresas para garantizarles un beneficio mutuo a largo plazo con productos y servicios competitivos y sostenibles.
Tercero, por obligación: Los ciudadanos y las ONG, cada vez más preocupados por la calidad de vida, presionan a los políticos para adoptar una legislación medioambiental estricta que tienen que implementar las empresas.
En el caso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC), el rumbo está cada vez más claro: las empresas que basen su competitividad en un uso inteligente de las TIC deberán ser medioambientalmente responsables o se arriesgan a quedarse fuera del mercado. En otras palabras, deberán incorporar políticas de sostenibilidad dentro de su propia estrategia, ya sea por convicción, interés u obligación.
El pasado 12 de diciembre de 2009 la Unión Europea aprobó un ambicioso plan de acción contra el cambio climático que la sitúa a la cabeza en la lucha contra el calentamiento global. El plan 20/20/201 busca reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un 20% con respecto a los niveles de 1990; mejorar la eficiencia energética en un 20% y producir el 20% de la energía a partir de fuentes renovables. Las nuevas tecnologías juegan un doble papel en la consecución de estos objetivos:
… como parte de la problemática ambiental:
Las organizaciones tendrán que medir y reducir sus emisiones de C02 a través de un uso eficiente de la energía de los sistemas informáticos de las empresas. Según un informe de IBM, los gastos de electricidad y ventilación de estos sistemas representan casi el 50% del coste total de propiedad (total cost of ownership). El objetivo será de reducir drásticamente este consumo, a través de la eliminación de las ineficiencias energéticas, operativas y estructurales.
Según un informe de Gartner publicado en 2007, el sector de las nuevas tecnologías de la información y comunicación emite ya más de 2% del total de emisiones de carbono. Es decir un nivel equivalente a las emisiones del transporte aéreo, que entrará a partir del 2012 en el protocolo de Kioto de control y reducción de C02.
Las empresas tienen varias maneras de adaptarse a este nuevo marco en función del impacto en su negocio, sus recursos y sus motivaciones. En los sectores altamente regulados, en estrecha relación con la administración pública (energía, construcción, bancos,..), las nuevas normas de contratación pública dan un peso cada vez más importante a las prácticas ambientales de sus proveedores.
Al igual que la calidad hace unos años, será necesario informar y explicar las medidas implementadas en las organizaciones para seguir trabajando con grandes administraciones y empresas públicas, que representa más del 16% del PIB europeo. A medio plazo, otros sectores quedarán impactados por el efecto “reacción en cadena”.
Los propios fabricantes de electrónica están también bajo el escrutinio de los consumidores. Desde varios años, Greenpeace publica y actualiza un ranking4 del comportamiento ambiental de las principales empresas del sector. Los buenos alumnos: Nokia, Sony-Erricson, Toshiba. Los peores: Microsoft, Lenovo y Dell.
Cada persona, como ejecutivo o simple ciudadano, puede ahora alinear de manera sencilla sus valores con los de las marcas que utiliza en su vida personal o profesional. Aplicando procedimientos organizativos estructurados, los CIO pueden exigir información clara sobre las políticas medioambientales y sociales de sus proveedores: IS0 14000, SA8000, reciclaje residuos, toxicidad, eficiencia energética…
Algunos de estos impactos ambientales tienen lugar a lo largo de la cadena de suministro que está detrás de los ordenadores o móviles que equipan nuestras oficinas: comienza en la República del Congo, país inmerso en una guerra civil trágica en la que se encuentra el 80% de las reservas de coltán, metal esencial en la fabricación de los circuitos impresos, y acaba en China, sumidero de los residuos electrónicos (e-waste) que desechan los países occidentales5.
La mochila ecológica de los ordenadores de sobremesa, índice que mide el volumen de material necesario para su fabricación, es de más de 1.800 kg de materia prima: 1.500 kg de agua, 240 kg de combustible fósil y 22 kg de sustancias químicas, la mayoría altamente toxico. Son números que impresionan.
… como parte de la solución:
Por su parte, la consultoría McKinsey afirma que los sistemas y aplicaciones inteligentes pueden reducir las emisiones de C02 hasta un 15% para el año 2020. Bien utilizadas, las TIC son una herramienta potente para limitar la huella ecológica de las organizaciones. Una encuesta de la consultoría IDC realizada en 2008 a 460 directores de empresas europeas muestra que el 35% de estas organizaciones tiene ya implementadas un programa de Green IT y el 15% tiene previsto desarrollar esta estrategia en los próximos 24 meses. De media, estas compañías esperan un ahorro real del 15% en un año aplicando básicamente tres tipos de acciones.
La virtualización, es decir la desmaterialización de procesos físicos a través del uso de la e-administración (facturas, recibos electrónicos) y servicios virtuales (banca, compras,…). La impresión verde, con la reducción del uso de las impresoras, promoción de la lectura y del almacenamiento electrónica de los documentos. Y, finalmente, el diseño y control inteligente de los edificios, incluyendo monitoring y mejora de los procesos de ventilación y calentamiento.
Dentro de su funcionamiento diario, las empresas generan una alta cantidad de C02 a través del uso del transporte, por avión, tren o carretera. Representa casi el 40% del total en España y sigue en crecimiento. Para afrontar esta situación, las nuevas tecnologías juegan de nuevo un papel esencial, a través del uso del teletrabajo y videoconferencias.
Según Gartner, este tipo de reuniones virtuales alcanzará su clímax en los próximos tres años a causa de las políticas de reducción de costes económicos y ambientales. Permitirá reemplazar a 2 millones de billetes de avión anuales, lo que supondría que las empresas ahorraran unos 3.500 millones de dólares al año en partidas de viajes y desplazamientos y redujeran sus emisiones de C02 de manera proporcional.
Esta es también una de las conclusiones extraídas del estudio de Climate Group en el que se destaca que algunos fenómenos como el teletrabajo, las videoconferencias, el comercio electrónico y, en general, cualquier innovación tecnológica que suponga sustituir productos físicos por virtuales, pueden aportar una reducción hasta el 6% del total de emisiones de C02 globales.
Finalmente, un empleado, como cualquier ciudadano, puede también participar de manera sencilla y práctica en ambientalizar sus oficinas9 a través de las siguientes buenas prácticas:
* Consumir de manera responsable: Utilizar papel 100% reciclado y libre de cloro con certificación FSC; reducir su consumo usándolo por las dos caras; recuperar el tablón de anuncios y hacer circular los documentos en lugar de hacer copias individuales; utilizar material fungible reciclado, reutilizable y sin componentes peligrosos; llevar los equipos informáticos viejos a puntos de recogida especializados; evitar el uso de productos de usar y tirar.
* Ahorrar energía: Elegir los equipos de menor consumo energético y desconectar los aparatos eléctricos por las noches (impresoras, fotocopiadoras, etc.); apagar el ordenador cuando no se use y utilizar salvapantallas negro; priorizar el uso de pequeños aparatos que funcionen sin pilas, como las calculadoras con energía solar.
* Participar activamente: dar prioridad a proveedores que tengan políticas de responsabilidad social implementadas; sensibilizar y formar a su equipo en temas medioambientales; añadir objetivos de reducción de consumo de papel y energía en los indicadores de éxito (Key Performance Indicators) del departamento, colaborar en la recogida selectiva de materiales de oficina.
Todos ellos son pequeños gestos que permiten alcanzar grandes ahorros, ganar en competitividad y al mismo tiempo contribuir a implicar a toda la organización en un proceso de cambio gradual para adaptarse a la tercera revolución industrial, basada en una economía verde de productos y servicios sostenibles. Ya es hora de pasar a la acción, bien sea por convicción, interés u obligación.