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¿Comprar una bicicleta? En Europa ya las puedes adoptar

¿Comprar una bicicleta? En Europa ya las puedes adoptar
Bicicleta vía Shutterstock

Un grupo de chicos europeos rescata las «bicis» abandonadas en Holanda, las restaura y les crea una historia, para volver a echarlas a andar.

Cierra los ojos. Piensa en Holanda. ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza? Probablemente la imagen de una bicicleta. Es normal dada la cantidad y variedad de ellas que hay en cualquier ciudad de los Países Bajos. Su geografía plana y sus numerosos carriles para bicis han ayudado a que este artefacto se haya convertido en el primer medio de transporte de los holandeses.

Sin embargo, también son los neerlandeses los que ostentan el dudoso mérito de ser los que más abandonan sus bicis cuando adquieren una nueva. Son miles las bicicletas que cada año acaban abandonadas en cualquier esquina o arrojadas a uno de los canales de la ciudad de Ámsterdam. Y este hecho no pasó inadvertido a un grupo de jóvenes emprendedores que comenzó a dar vueltas a la idea de dar una segunda oportunidad a estos biciclos.

“Como casi todos los jóvenes emprendedores, comenzamos arreglando bicicletas en el jardín de casa. Les teníamos tanto cariño que empezamos a tratarlas como nuestras niñas. Les poníamos nombres y creábamos su historia imaginando su antigua vida”, comenta Ana Larrea que, junto a Saskia Schrijnen, Daniel Viana y Gonzalo Fernández, ha creado BeCiclos, una empresa que arregla viejas bicis holandesas y las vende en toda Europa y que obliga a sus compradores a firmar los papeles de adopción en los que prometen que cuidarán de ella para siempre.

BeCiclos cuenta con un local en Ámsterdam en el que se reparan y guardan todas las bicis antes de ser compradas en su web y enviadas a cualquier punto de Europa.

“Allí trabajan nuestros ‘médicos de bicis’, personas con problemas, que se encuentran en programas de reinserción social, que han demostrado ser expertos mecánicos y que utilizan piezas sobreproducidas que nos dona un gran fabricante”, explica Larrea. “Una de nuestras mayores razones para querer crecer es poder crear más y más puestos de trabajo”.

Otro de sus objetivos es hacer de las ciudades lugares más agradables para vivir. Por eso eligieron bicicletas.

“¿Cómo no confiar en un vehículo cuyo pasajero es también su motor que quema calorías en vez de aceite?”. Eso sí, era vital que el hecho de adquirir un velocípedo no supusiera la ruina del comprador. “Contamos con bicis de primeras marcas (Gazelle, Batavus, Giant, Pointer…), las arreglamos por completo, renovamos cables y luz y las enviamos a cualquier parte de Europa con su correspondiente formulario de adopción y sin un coste adicional, ya que está incluido en el precio de venta, que oscila entre los 150 y los 250 euros (2 mil 500 pesos y 4 mil 170 pesos), recalca Ana Larrea.

Los componentes de BeCiclos están convencidos de que en ocasiones comprar algo nuevo es una buena idea. “Por ejemplo, cuando esos calcetines que tanto quieres y tantos recuerdos te traen se han llenado de agujeros”. Pero en otros casos creen que es estúpido seguir comprando nuevas bicis, coches, animales… “Tan estúpido como es la sobreproducción, el consumismo o el que haya personas con grandes cualidades sin una oportunidad para demostrarlo. Por eso reciclamos, reutilizamos y reintegramos”.

Ariel

«Bajo el canal»

Ariel es una bici soñadora y curiosa. Es por eso que no había rincón alguno de Ámsterdam por el que no hubiera rodado, excepto uno, claro, los canales. Día tras día fantaseaba con descubrir las maravillas que se escondían bajo el agua. Así que un día, Ariel, desoyendo los consejos de su padre, se lanzó a un canal. Qué desagradable sorpresa fue descubrir que este no era el lugar mágico que ella pensaba… Solo había lodo y caca de patos holandeses. Por suerte, BeCiclos la sacó de allí y ahora tiene la posibilidad de saciar su curiosidad en otro país.

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Foto: BeCiclos

Pocholo

«Resacón en The Netherlands»

Pocholo y su humano hicieron su erasmus juntos en Ámsterdam. Eran inseparables compañeros de juerga. Salían hasta las tantas varias veces a la semana y no había nieve, ventisca o tormenta que impidiera a Pocholo traer a su humano sano y salvo a casa —aunque haciendo eses— cuando ya había amanecido. Por desgracia, esta vida de desenfreno le pasó factura al humano de Pocholo que una noche olvidó dónde había aparcado su medio de transporte y no lo volvió a recordar. Pocholo se ha reformado, ha aprendido la lección y está dispuesto a que le den una segunda oportunidad.

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Foto: BeCiclos

Makaulin

«Solo en Ámsterdam»

Los McAllister, dueños de Makaulin, se fueron de viaje a París por Navidades pero… ¡Oh, Dios mío! Se lo dejaron olvidado fuera de casa y cuando se dieron cuenta era demasiado tarde. Un par de ladrones había cortado el candado de Makaulin y lo habían secuestrado. Por suerte, Makaulin es una bicicleta dura de pelar y consiguió escapar, pero no supo regresar a casa. Los McAllister se dieron por vencidos en su búsqueda. Afortunadamente, BeCiclos no.

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Foto: BeCiclos

Cinderella

«La cenicienta»

Cinderella era la bici más bonita de todo el condado. Lo tenía todo. Excepto un dueño que le sacara de paseo (preferiblemente de sangre azul). El baile de aquella noche era la ocasión perfecta para encontrarlo. ¡Y vaya que si lo encontró! Sin embargo, Cinderella tuvo que marcharse a toda prisa —había hecho un trato con un mecánico madrino a cambio de ser tuneada— y en su huida cayó por unas escaleras y perdió una llanta. El príncipe se quedó con ella pensando que así encontraría a Cinderella. Una lástima que fabricaran este modelo en masa y coincidiera con otros 10 millones. En BeCiclos le pusieron una llanta de cristal y le prometieron que le encontrarían a su príncipe.

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Foto: BeCiclos

Nemo

«Buscando a Nemo»

Nemo y Dory hacían la pareja bici-humano más mona de todos los Países Bajos y parte de los altos. El único problema es que Dory sufría un terrible problema de pérdida de memoria, y un día, al aparcar a Nemo en uno de esos masificados aparcamientos de bicicletas holandeses, lo perdió. Dory estuvo durante días buscando a Nemo, preguntando a todo el mundo por una bicicleta con un defecto en el manguito derecho. Y aunque conoció a mucha gente dispuesta a ayudarla, a Nemo se lo llevaron los del Ayuntamiento antes de que pudieran reencontrarse. Pero tuvo la suerte de ser rescatado antes de ser demolido y ahora busca un hogar para poder seguir pedaleando feliz.

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Foto: BeCiclos

Fuente: Animal Político

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