El mes de diciembre es característico, entre otros aspectos, por las fiestas, las cenas, los convivios y por los regalos, de estos últimos hablaré brevemente.
Sin el afán de denostar lo que representa un obsequio o “regalo navideño”, en estas breves líneas trataré de inducir a la reflexión sobre nuestro consumo desmedido y los impactos al planeta.
Un término sumamente claro es el de Huella Ecológica, que en palabras simples indica el número de planetas que requiere la humanidad para satisfacer nuestras necesidades (nuestro consumo) y la capacidad de la tierra para asimilar y degradar los desechos que se generan.
Cada producto o regalo que compramos ha pasado por un proceso de extracción, transformación, comercialización, hasta llegar al consumo y desecho. En cada una de estas etapas se generan emisiones contaminantes. Parece obvio pensar que la materia prima para la fabricación de un producto contamina el ambiente, pero no lo es tanto cuando analizamos un poco el proceso.
Por ejemplo, para la fabricación de una pieza de mezclilla se utilizan aproximadamente siete mil litros de agua, además del almidón que se le agrega para incrementar su resistencia; también el tinte, la sosa, el sílice y otros químicos bastante dañinos. Las plantaciones destinadas para la siembra del algodón utilizado para la fabricación de la mezclilla requiere de plaguicidas y otras sustancias tóxicas.
Según el sitio web del poder del consumidor, “algo muy sorprendente es que 70 por ciento del total del gasto energético que se genera durante la fabricación y vida útil de unos pantalones de mezclilla se produce en los ciclos de lavado, secado y planchado que hacemos de éstos mientras los tenemos en nuestro poder”.
Si a cada regalo le añadimos las envolturas que en muchos casos se desechan casi al instante, podremos imaginar las miles de toneladas de residuos que se generan en un día. Ni de hablar de los platos desechables, servilletas, botellas de vidrio y plástico utilizados durante la cena navideña.
El consumo responsable deriva del conocimiento de los daños que hacemos al planeta al usar más recursos de los necesarios. La solución a este problema recae en no comprar más de lo necesario (reducir), utilizar bolsas de regalo o cajas en buen estado que hayan sido utilizadas en ocasiones anteriores (reusar), o bien, comprar cajas orgánicas o recicladas.
Actualmente hay muchas opciones para regalar, que no sólo son amables con el planeta, sino que alimentan el alma. Siempre es un buen pretexto regalar un buen libro, una planta, una tarjeta donde se exprese el sentir y, por último, un fraternal y caluroso abrazo siempre será bien recibido.
Fuente: El El Financiero, Opinión, p. 11.
Por: Omar Rojas García.
Publicada: 21 de diciembre de 2011.