Ante el crecimiento de uso de energías renovables en todo el mundo para cuidar al medio ambiente y evitar el cambio climático, varias personas están desarrollando tecnologías para encontrar soluciones sustentables y económicas ante diversas problemáticas.
En el poblado de Puertecitos, un lugar que forma parte del ejido Matomí en Baja California, se inauguró una micro red sustentable de servicios energéticos comunitarios, que es alimentada por energías renovables: solar y eólica.
Esto se pudo realizar por un estudio socioeconómico en donde se determinó la tarifa a pagar: 0.9 pesos por kilowatts-hora, costo que ya lleva incorporado todos los servicios de reemplazo de piezas y un porcentaje para imprevistos. Además, la comunidad se encarga de limpiar los sistemas fotovoltaicos.
Ahora Puertecitos es un caso de éxito. Es un lugar bello, con una micro red de energía sustentable que atrae turistas y donde se puede disfrutar de sus aguas termales. Además se ha materializado el desarrollo de espacio de autosustentabilidad económica.
Pero esto no siempre fue así, hace cuatro años, los habitantes veían como un lujo el refrigerar sus alimentos o tener un ventilador, aún con temperaturas de hasta 50 ºC.
Antes, en este lugar, no había llegado nunca la red eléctrica, además de que las familias no contaban con uso de suelo de predios regularizados ni con los servicios básicos.
Hasta que un día, ingenieros de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) tuvieron la decisión de convertir en esta comunidad en la primera del país que cuenta con energía limpia, renovable, solar y eólica. Hasta el momento es la única.
El jefe del centro de estudios de la UABC, el doctor Nicolás Velázquez Limón, encabezaba ese grupo de ingenieros. “Llegaron a Puertecitos para el levantamiento de un estudio sobre energías renovables, ese día, el doctor Velázquez vio a unas pequeñas niñas, saltando en su cama instalada en el patio de su casa. Extrañado por la ubicación del dormitorio, los padres le explicaron al doctor que dormían todas las noches a la intemperie, debido a las insoportables altas temperaturas. Fue esa la primera señal, tenían que hacer algo”, relata Animal Político, después de una entrevista con Salomé Zavala, una mujer que pensó en salir de la comunidad después de vivir 40 años en ella.
Las condiciones de vida, las temperaturas extremas y la falta de todos los servicios básicos, provocaron que la mujer pensara en abandonar Puertecitos, como lo habían hecho otras familias.
“Nos íbamos a vivir a otro lado, mis hijas se deshidrataban a cada rato, pero una semana antes llegaron ingenieros de la Universidad y nos hablaron de un sistema que nos podría ayudar”, relató.
Ahora los ingenieros plantean dotar de aire acondicionado al kínder y a la escuela de Puertecitos. Por otro lado, esta acción se pretende replicar a otra comunidad llamada Delicias donde se espera que los trámites y recursos sean liberados más rápido.