Por: Emilio Guerra Díaz
Conmovedora y emotiva resultó la ceremonia de graduación de los binomios, Personas-Perros Guía, que se celebró dentro del XVI aniversario de la creación de la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía IAP este sábado 30 de julio. Los que pudimos asistir fuimos testigos de la utilidad social del trabajo de una institución de asistencia privada que ha sabido trabajar en forma asociada con la Fundación Purina para dar un valioso servicio a la comunidad.
Resulta claro una vez más que los límites se los pone uno en la mente. Conozco un sin número de personas que van por la vida poniendo un problema a cada solución que se les ofrece o aconseja; en cambio Silvia Lozada y su equipo de trabajo no se dejan vencer por la adversidad. Hace ya algunos lustros se dieron a la tarea de entrenar perros que fuesen apoyo para los invidentes o débiles visuales, para que pudieran trasladarse de su hogar a otros lugares como escuelas y universidades y centros de trabajo; reunirse con familiares y convivir con sus seres queridos. Para el equipo que da vida a la Escuela hay alegría, pasión y sobre todo profesionalismo en el servicio que brindan.
En la ceremonia de graduación encabezada por el Presidente del Patronato, Don Guillermo Javier Delgado Herroz, se brindaron testimonios sobre cómo el entrenamiento y asignación de un perro-guía a invidentes resulta altamente impactante ya que les incluye a la cotidianidad, les devuelve los espacios que fueron suyos y les hace ser personas con mayor independencia. Ese sábado pudimos escuchar diversos casos de pérdida de la visión por accidentes, enfermedades como cáncer y diabetes.
La Escuela de Perros Guía impulsa en los invidentes una autoestima que se contagia y se traduce en un esfuerzo adicional para seguir con su vida y planes de superación. Claro ejemplo es el Psicólogo Omar Lezama García, que lleva ya varios años de contar con un perro guía que le permite asistir a su consultorio en la colonia Narvarte, ir a la Escuela de Entrenamiento de Perros al sur de la ciudad en la colonia Villa Quietud y vivir hacia el centro de la ciudad.
Ciertamente Silvia comentó en su oportunidad que el trayecto no ha sido fácil pues desafortunadamente persisten todavía en la ciudad prácticas discriminatorias a personas que se apoyan en un perro guía tanto para utilizar transporte público como para acceder a determinados lugares.
Fundación Purina ha invertido recursos en esta Escuela la cual puede ser visitada por el público en general o bien, utilizar los servicios de veterinaria y albergue para razas de todo tipo. La Escuela también ofrece curso básico de obediencia, profilaxis dental, cirugía y rayos X, venta de alimento canino y asesoría para el buen comportamiento de los canes.
Pero también, al recorrer las instalaciones de esta Escuela ubicada al sur de la ciudad, se puede conocer además los servicios que se ofrecen a los invidentes, todos ellos cuidan el buen trato, la calidad en el servicio y además se respira un aire de dignidad para todos. En el segundo piso de esta sede se ofrece también cursos de computación con software especial para reconocimiento de voz y sistema Braile y se encuentra el área de integración a la vida cotidiana.
Cuando mi familia y un servidor recorrimos las instalaciones y vimos el alfabeto Braile, vino el recuerdo cuando en una clase de inglés de la primaria, en el Colegio Rickards, nos fue compartida la vida de Louis Braile (1809- 1852) quien de pequeño, con tan solo 3 años de edad, por un accidente en el taller de su padre perdió la vista por una infección.
Cuando Louis fue creciendo ideó un sistema de lectura que hoy es universalmente utilizado el cual lleva su nombre. En lo personal no podía imaginar cómo uno podría perder la visión y dejar de ver colores, la naturaleza, los rostros de las personas, los paisajes. Esa lección me marcó porque la maestra nos involucró de tal manera que nos hizo disfrutar de nuestra visión. Llevó inteligentemente un ejercicio donde nos preguntaba a cada uno sobre cuál era su color favorito.
Yo dije verde, luego agregué azul. La respuesta de mi profesora fue, “entonces Emilio tu disfrutas de un día de campo soleado, en medio de un bosque verde y un cielo despejado o quizá te gusta ver cómo el mar caribe pasa de un intenso azul a tonalidades turquesa y verde”. De las preferencias de colores de mis compañeros fue creando un pequeño cuento y disfrutamos mucho ese día.
Con tan solo 9 años de edad, me llamó además la atención la explicación de por qué el cielo lo vemos de color azul. Unos días después vino la lección de Louis Braile y nuestra profesora supo envolvernos en un clima de apreciar lo afortunado que fuimos al contar con nuestros sentidos. La lección no estaba completa pues enfatizó que en la vida encontraríamos personas que por diversas circunstancias padecerían de alguna discapacidad y que debiésemos comportarnos respetuosamente.
Conforme fuimos entrando en contacto con otras personas con experiencias de distintas, se despertó en nosotros una serie de sentimientos, pero fuimos aleccionados por maestros y nuestros padres para incluir a todos, de dar un trato digno y ver a todos por igual.
En ese sentido, recuerdo al lector que quienes formamos parte de la generación que nacimos al principio de los sesentas que nos tocó convivir con amigos que padecieron poliomielitis y por tanto tenían cierta discapacidad parcial o total. En mi experiencia tuvimos un amigo en el equipo de futbol Panteras de la Colonia Nápoles del Arquitecto Juan Candia, que jugaba con nosotros con todo y muletas. Era divertido porque no sabías cuál iba a ser la dirección que tomaría el balón al ser pateado por él. No había burla más bien integración.
La visita a la Escuela de Entrenamiento de Perros Guía permite además constatar unas instalaciones muy bien puestas. En la parte de atrás, están ubicados el espacio de estancia de los perros y el de entrenamiento. Efrén González Bermúdez, Joaquín Cruz Cruz e Issac Humerto Ramírez Sánchez, forman parte del equipo de entrenadores, mientras que Andrés Del Río Mejía cuida a los perros. Él nos contó que es tanto el cariño que tiene a los perros que decidió cambiar su vida profesional para dedicarse de lleno al entrenamiento canino. En ese momento contaba con 26 prospectos de perros guía, el más cachorro llamado Hermes.
Toda una experiencia que contagia una alegría por hacer algo valioso a favor de los demás. El evento de graduación también incluyó el reconcomiendo a los donantes, muchos de ellos con más de 8 años de ayuda constante dando un pequeño donativo mensual.
Deseo felicitar a todo el equipo de la Escuela de Entrenamiento para Perros Guía por el trabajo ya que su constancia dignifica, enaltece y engrandece el trabajo asistencial. La Fundación Purina, un socio estratégico para esta labor puede estar satisfecha porque ha invertido recursos que valen la pena. Finalmente al lector le invitamos a visitar la Escuela y por qué no, si es amante de los perros, formar parte de su equipo de voluntarios.
Emilio Guerra Díaz
Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.