Ellos conocen el poder de una nariz roja. El Doctor Cocolito lo explica fácilmente. “Es increíble, es la mejor máscara que pudiéramos tener porque es la más pequeña, pero para un médico de la Risa es su corazón”.
Él forma parte de la asociación civil Risaterapia, una agrupación que se dedica a “compartir alegría y promover la Cooperación Alegre, con el fin de ayudar en la reconstrucción del tejido y la paz social”, como lo indica su página de internet. Es un grupo de voluntarios que reparten sonrisas en México y varias ciudades españolas.
Los voluntarios visitan zonas de desastres o a personas internadas en un hospital. Siempre con la nariz roja como bandera e identidad.
“La nariz es la parte más visible de tu cara, la nariz roja representa al corazón, el cual lo tenemos expuesto completamente y así, la gente lo asimila perfecto, se da cuenta de que llevamos una misión de amor, de solidaridad con otras personas”, explica Juan José Parra, Doctor Cocolito, coordinador de La Noche de las Narices Rojas, la fiesta anual de los Médicos de la Risa.
“Una nariz roja te puede abrir el alma y el corazón hasta de la persona más enojada y más odiada de un hospital”, comenta el sonriente hombre.
La clave radica en comprender que “eres un estúpido porque al final de cuentas, la estupidez jamás se quita, entonces, es cuando te aceptas y vives feliz”. La técnica utilizada se llama clown.
“Todo lo que hacemos nosotros es con tendencia clown, es decir, burlarnos de nosotros mismos; cuando empiezas a conocerte a ti mismo, cuando empiezas a reconocerte, te das cuenta de que tienes errores, te das cuenta de que eres falible y entonces, te aceptas”, explica Cocolito con una emoción tal en su discurso que la velocidad de sus palabras provoca risa.
“¡Puedes estar tirado, sí, pero te das cuenta de que estás tirado en el mejor lugar del mundo porque te tiraron en el lugar más visible del mundo y todo mundo te ve porque eres el más levantado de todos los caídos!”, continúa con la misma enjundia y entusiasmo.
Para poder utilizar la nariz roja, los voluntarios de la risaterapia deben aprobar un curso en el que adquieren nociones y herramientas muy básicas de clown, de improvisación, técnicas para escuchar, de tanatología y de control de las emociones.
Luego, la labor más importante es en los hospitales, en diferentes áreas.
Ahí, se encuentran con casos difíciles. Como aquél de una señora desahuciada, con cáncer en el cerebro.
“Ustedes vinieron a cambiarme la vida, me hicieron sentir que todavía tengo esperanza de vivir”, les dijo a los Médicos de la Risa. Y a los ocho días ya la habían operado con éxito.
“La idea de ir a diferentes áreas hospitalarias es que no vas a ver a un enfermo, sino que vas a ver a personas en condición de cama, que nada tiene que ver con una enfermedad”, explica el Doctor Cocolito.
La mentalidad que deben llevar es clara: “vas a ver a la persona, no al enfermo y eso te da una visión diferente porque crea la posibilidad de contactar con la persona y cambia su entorno, lo hace mucho más positivo y lo dirige hacia una curación”.
Los problemas de miedo, de enojo, de insatisfacción, de incertidumbre por lo que le va a pasar, por estar en un contacto muy cercano con la muerte, deben ser estabilizados por la persona que llegue con una nariz roja.
“No es una cuestión invasiva, sino ir buscando las canchitas para ir encontrando a las personas. Ellas se dan cuenta de que realmente los quieres ayudar y entonces se abren”.
Los Médicos de la Risa asisten a los hospitales convencidos de que las emociones tienen mucho que ver con las enfermedades. El cáncer, la diabetes y otras enfermedades están condicionadas por las emociones, aseguran ellos. “La idea es que al momento de estar mucho más accesible en su tratamiento, las personas más rápido evolucionan en su terapia y más rápido se van a casa”, agrega Parra.
Frente a una persona que le dan la noticia de que le van a amputar una pierna, “no vas a llegar a hacerlo reír porque no puedes, pero sí vas a llegar a escucharlo, a tratar de modificar sus emociones para que tenga un humor más positivo”.
Pero llega un momento clave para el médico de la risa: cuando los pacientes se abren. “Cuando empiezan a llorar y te empiezan a abrazar, entonces dices: esto ya cayó”.
En México, El Doctor Cocolito es uno de los cientos de voluntarios que se dedican a repartir sonrisas. Por ejemplo, la Doctora Mil Sonrisas, mejor conocida como Mildred Galicia, es otra de ellas, quien hace una atenta convocatoria “a todas las personas que quieran hacer algo por quienes necesiten un ‘hola’”.
Fuente: El Universal, Metrópoli, p. C2.
Reportero: Rafael Montes.
Publicada: 4 de enero de 2011.