A una semana del sismo que devastó esta ciudad, soldados estadounidenses arribaron hasta el Palacio Presidencial a bordo de helicópteros para colocar ahí un puesto de control. Acordonaron la zona ante el reclamo de algunos haitianos y los aplausos de otros.
Su presencia, a bordo de Humvees, ya se nota en las calles de Puerto Príncipe; en el aeropuerto internacional Toussaint Louverture, donde controlan el tráfico aéreo, y en la sede de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití, Minustah.
Mientras, el éxodo de haitianos desesperados ocurre en el puerto, donde la gente busca treparse a una embarcación extranjera; en las Embajadas de Canadá, Francia, Estados Unidos, donde hacen largas filas en busca de un salvoconducto, y en el aeropuerto, donde suplican a los estadounidenses subirlos a un avión.
La presencia militar estadounidense causó controversia entre los haitianos. Estados Unidos ocupó su país entre 1915 y 1934, además de que realizó intervenciones durante los Gobiernos de Bill Clinton y George W. Bush.
Hubo quienes vitorearon a los soldados recién llegados, pero para otros, verlos es una afrenta a la soberanía de su país.
Es una ocupación. El Palacio es el país, representa nuestro poder, es nuestro rostro, nuestro orgullo, criticó Feodor Desanges.
Obama, Haití está en tus manos, cantaron, por otro lado, varios residentes que se colocaron banderas estadounidenses en sus espaldas para solicitar ayuda a las afueras de la Embajada de ese país. La acción no hizo gracia a los militares, los isleños fueron conminados a abandonar las inmediaciones de la sede diplomática.
De todas las Embajadas que hay en Haití, la estadounidense es la más aglomerada.
Aquí no hay condiciones, se viene una peste ahora que remuevan los concretos. Se viene la peor crisis, todo cuesta al triple. La seguridad estará a cargo de extranjeros y nada nos garantiza una estabilidad, se aproxima un caos, advierte Roume Carson.
En el aeropuerto, más de 600 haitianos han sido sacados del país por Estados Unidos debido a que, en su mayoría, sus hijos nacieron en ese país. La cifra aumentará conforme los residentes comprueben esa condición.
Alex Dominique se acerca a un integrante de la Minustah. Lléveme a su país, sé manejar autos, no me deje aquí, exclama. Sin embargo, el extranjero sigue su camino.
No es el único. Los foráneos se han convertido en la esperanza de los haitianos para ofrecer sus servicios con tal de que se vayan a otros país. El que sea con tal de no pasar hambre.
El Gobierno de Estados Unidos demostró ayer su determinación de poner orden en el país. En aviones militares tipo Galaxy envió más de 30 vehículos Humvee para eficientar la seguridad en las zonas afectadas de la capital.
Junto con ese equipo descendieron soldados de batallones aerotransportados para asegurar hasta el último rincón de esta isla caribeña.
Los militares arribaron al aeropuerto armados con fusiles de largo alcance, equipo de visión nocturna y municiones dispersivas. En total, 11 mil efectivos estadounidenses están destinados al país; algunos ya están en tierra, otros en barcos o en camino.
El plan de seguridad prevé esta semana desplegar soldados en las zonas más conflictivas para garantizar la entrega de ayuda humanitaria. Los militares estadounidenses apoyarán a las tropas de la Minustah, que tienen el mandato de garantizar la seguridad del país.
Ya se distribuyen los víveres, pero no con la rapidez que se requiere. Las precauciones de la ONU y de los estadounidenses mantienen la desesperación. Y los saqueos continúan en la zona comercial de Puerto Príncipe. Aquí no hay seguridad. Ni Cascos Azules ni yankees, como les llaman a los estadounidenses. Por ahora ese es el territorio haitiano.
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