Tras muchos productos alimenticios que a diario consumimos, existe una industria que genera un significativo impacto ambiental, es decir, un cambio o una alteración en el medio ambiente como resultado de las actividades que se realiza para tal producción. Sin embargo, hay una alternativa que puede mitigar este daño negativo, se trata del consumo responsable de alimentos.
¿Qué es el consumo responsable de alimentos?
Consiste en comprar un producto o contratar un servicio que provenga de fuentes en donde los recursos actuales y futuros estén respaldados por una cadena de valor en donde el comercio justo destaque.
El consumo responsable de alimentos tiene un papel importante para abordar diversos desafíos como el hambre y el cambio climático, los cuales nos encaminan a vivir en un mundo saludable y habitable.
Por esta razón, dicho tema forma parte de la meta 12 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que está enfocado en garantizar patrones de producción y consumo sostenibles.
Estadísticas con impacto negativo
Los ODS se impulsaron para garantizar el bienestar a nivel mundial y social, pero para lograr este escenario hay desafíos que sortear. Entre ellos está la mala práctica de consumo y producción que hemos tenido a lo largo de los años.
Lo que han provocado que anualmente se desperdicien 1.300 millones de toneladas de alimentos, mientras casi 2.000 millones de personas padecen hambre o desnutrición.
El sector alimentario representa alrededor del 22% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, en gran medida debido a la conversión de bosques en tierras de cultivo.
Además, a nivel mundial, 2 mil millones de personas tienen sobrepeso u obesidad, y solo el 3% del agua del mundo es potable y los humanos la consumen más rápido de lo que la naturaleza demora en reponerla.
Ante este escenario, se está buscando dar un giro de 360 grados y alcanzar algunos propósitos clave.
Los objetivos del consumo responsable de alimentos
Se busca que de aquí al 2030, haya una gestión sostenible y uso eficiente de los recursos naturales, además de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per capita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha
Otro de los propósitos es reducir considerablemente la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización.
Alentar a las empresas, en especial las grandes y las transnacionales a que adopten prácticas sostenibles e incorporen información sobre la sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes es clave.
Y para contribuir todos y cada uno de estos propósitos, el consumidor también tiene una responsabilidad, tanto en el hogar como en las compras que realiza. Empero, es cierto que esto puede resultar abrumador si no se sabe cómo hacer. A continuación te compartimos algunos consejos.
¿Cómo lograrlo? 3 consejos para impulsar el consumo responsable de alimentos
1. Al comprar
Cuando vas al super o a tu tienda de conveniencia, ¿te detienes a verificar de donde proviene ese producto? Si no lo haces con frecuencia, ahora lo tienes que convertirlo en un hábito, porque el origen de tus alimentos dice mucho de sus nutrientes y huella ambiental.
En tu siguiente visita, procura adquirir productos procedentes del comercio justo que puedan garantizar equidad de género, salarios justos, condiciones de trabajo seguras y dignas, no utilización de mano de obra infantil y protección al medio ambiente dentro de su actividad.
Trata de elegir productos frescos y de temporada, procedentes de agricultura y ganadería ecológicas que no utilizan químicos dañinos.
¡Aléjate! de los alimentos procesados y escoge productos cercanos al lugar de consumo.
Si en tu lista de pendientes se encuentra, por ejemplo, el atún, asegúrate que este provenga de una marca que cuenta con un certificado de pesca o crianza sustentable, que garantiza ciertos criterios de calidad y sostenibilidad del producto y su obtención.
Y por último, revisa las etiquetas de todos los productos, en ellas encontrarás los certificados, ingredientes, sustancias y otros importantes datos.
2. Al momento de consumir
Una vez que te dispongas a utilizar los productos y alimentos que compraste, trata de gestionarlos de la manera más responsable, de esta manera podrás aprovecharlos al máximo.
Procura que tus platillos sean ricos en nutrientes y contengan al menos un ingrediente de cada grupo del plato del bien comer; incluye frutas y verduras, cereales y leguminosas o alimentos de origen animal.
Sin ser totalmente radicales y poco a poco, ve limitando la ingesta de grasas saturadas, colesterol, azúcar, sal y alcohol y aumenta los alimentos ricos en fibra.
La higiene y la conservación son fundamentales en la preparación de alimentos. Los productos que se consumirán crudos hay que lavarlos y cortarlos en superficies limpias; si se cocinará algo, hay que hacerlo bajo la temperatura y los cuidados necesarios.
3. Una mejor relación con tus residuos
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, señala que un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia en todo el mundo; esto equivale a aproximadamente 1,300 millones de toneladas anuales.
Cuando haces tus compras, piensa en los residuos y desperdicios que puedes generar y de esta forma, evitar que compres en exceso: cocina lo justo y procura no desperdiciar comida.
Los residuos que generes debes de darles un tratamiento adecuado, separar la basura en orgánica, inorgánica reciclable y no reciclable. Recuerda no tirar el aceite al sistema de drenaje, ya que puedes contaminar millones de litros de agua.
Los residuos orgánicos puedes aprovecharlos para hacer composta y dar vida a tus plantas. Los materiales inorgánicos como envases de vidrio o de cartón, puedes darles un segundo uso y almacenar especias u objetos varios.
La mayoría de las personas, tienen la oportunidad de elegir comida y productos que provengan de fuentes sostenibles y estén libres de cualquier mala práctica, tanto a nivel social como ambiental.
Así que, poco a poco, puedes construir una mejor relación con el consumo responsable de alimentos y contribuir a mejorar el mundo en el que habitamos.