Hoy en día, alrededor del 80% de la población mundial está expuesta a una alta exposición a la luz, ya sea las luces nocturnas de la ciudad, las lámparas de interior o la luz emanada de las pantallas que usamos diariamente. Debido a esto, la comunidad científica ha identificado y estudiado cómo estos factores pueden tener consecuencias para la salud. Una de las enfermedades más relacionadas a la sobreexposición a la luz es el Alzheimer; en Estados Unidos se estima que aproximadamente 200.000 personas tienen Alzheimer de inicio temprano.
Recientemente investigadores del National Institutes of Health publicaron en la revista Frontiers in Neuroscience un estudio en donde se correlaciona la exposición excesiva a la luz artificial durante la noche y la prevalencia de la enfermedad de Alzheimer, especialmente en personas menores de 65 años.
En su informe se hace una evaluación grupal observando la intensidad de la luz nocturna promedio por estado y condado en los EE. UU. de 2012 a 2018, utilizando datos de contaminación lumínica adquiridos por satélite e informes de datos de Medicare sobre la prevalencia de Alzheimer. Además de incorporar en su análisis datos médicos sobre variables que se sabe o se cree que son factores de riesgo de la enfermedad.
Dentro de sus resultados presentaron que para las personas menores de 65 años, la exposición a la luz nocturna se asoció más fuertemente con la prevalencia de Alzheimer que el abuso de alcohol, la enfermedad renal crónica, la depresión, la insuficiencia cardíaca, y obesidad. Pero ¿cómo se relaciona la exposición a la luz con el desarrollo temprano de Alzheimer?
La respuesta del cerebro a la luz nocturna
Debido a que vivimos en una sociedad altamente globalizada y activa existen muchas circunstancias que hacen que las personas alteren su exposición a la luz. Ya sea porque viven en grandes ciudades, porque su trabajo demande pasar muchas horas en la computadora o simplemente porque tenemos normalizado el uso excesivo de pantallas las personas comúnmente tenemos ciclos de sueño limitados o alterados.
El Dr. Robin Voigt-Zuwala, profesor asociado del Centro Médico de la Universidad Rush, dijo que la luz es el factor más importante ya que influye en nuestro reloj interno, que le indica al cerebro cuándo estar despierto o dormido respondiendo a los cambios de luz en nuestro entorno. Por ello se deduce que la falta de sueño aumenta la posibilidad de Alzheimer porque se reduce la producción corporal de melatonina, la hormona segregada por la glándula pineal en condiciones de oscuridad que tiene propiedades antiinflamatorias e inhibidoras de tumores.
Samuel Gandy, investigador de Alzheimer en Mount Sinai en Nueva York, dijo que los hallazgos generales del nuevo estudio tenían sentido, ya que «la luz controla el ritmo circadiano y eso controla el sueño, el mal sueño aumenta el riesgo de desarrollar esta enfermedad».
Ciertos genotipos, que influyen en la enfermedad de Alzheimer de aparición temprana, afectan la respuesta a factores estresantes biológicos que podrían explicar una mayor vulnerabilidad a los efectos de la exposición a la luz nocturna»
Entre lo que se sabe sobre la deficiencia de sueño es que puede causar problemas de aprendizaje, concentración y reacción, toma de decisiones, resolución de problemas, memoria, manejo de emociones y adaptación al cambio. Síntomas clave para el desarrollo de Alzheimer.
En promedio un niño o niña es expuesto a pantallas a partir de su primer año. Sin embargo, la sobreexposición a las pantallas también podría estar relacionado con el desarrollo temprano de problemas de memoria y lenguaje. Estudios realizados en infancias indican que el uso excesivo de pantallas desde temprana edad se relacionan con afecciones neurológicas mismas que pueden causar demencia y el Alzheimer en un futuro.
Otros factores que también se deben tomar en cuenta
David Knopman, neurólogo clínico de la Clínica Mayo, expresó su preocupación por la metodología del estudio y señaló factores que cree que deberían haberse abordado, no solo la exposición a la luz medida por satélites.
Entre lo que menciona se debe tomar a consideración es que:
- Se tome en cuenta la exposición a la luz natural y a la luz artificial generada en la cotidianidad.
- Tomar en cuenta que, por ejemplo, en la zona norte de EE.UU. tiene «más horas de luz en verano y muchas menos en invierno».
- Tomar como factor de influencia las diferencias relacionadas con la salud y el estatus socioeconómico. Ya que algunas áreas rurales tienen una menor cantidad de médicos per cápita y, por lo tanto, tasas más bajas de diagnósticos de demencia, pero no necesariamente menos demencia.
Si bien los datos de estudios preclínicos y este estudio sugieren que la exposición a la luz durante la noche puede influir en la enfermedad de Alzheimer, el estudio señala que se necesitan estudios adicionales que evalúen la salud clínica y de la población, incluidos aquellos que analicen los impactos de «la totalidad de las actividades al aire libre y en interiores». exposición a la luz nocturna”.
Asimismo, se concluyó que vivir en un área con luz exterior más intensa durante la noche se asocia con una duración del sueño más corta, un aumento de la somnolencia diurna y la insatisfacción con la calidad del sueño. «Las áreas rurales y urbanas tienen diferentes niveles de contaminación lumínica» Los autores dicen que esperan que la investigación permita a las personas “hacer cambios sencillos en su estilo de vida”, como usar cortinas opacas o dormir con máscaras para los ojos.
Responsabilidad de las empresas en la contaminación lumínica
La contaminación lumínica no solo tiene efectos en la salud humana, sino que también representa un desafío ambiental que muchas empresas están comenzando a reconocer. Las grandes compañías, especialmente en sectores como la construcción, la energía y el desarrollo urbano, tienen una responsabilidad clave en la reducción de la contaminación lumínica.
Empresas dedicadas al alumbrado público, edificios corporativos y parques industriales pueden implementar tecnologías de iluminación más sostenibles, como luces LED con sensores automáticos que se ajustan según la necesidad real de iluminación, reduciendo el brillo innecesario. Además, las políticas de apagado automático de luces en horarios no laborales o de poca actividad son acciones que deben adoptarse para reducir el impacto de la luz nocturna artificial.
Es crucial que las empresas se involucren en soluciones integrales para mitigar la contaminación lumínica, como el diseño de edificios con menor impacto lumínico hacia el exterior y el fomento de iniciativas de concienciación sobre los efectos que la exposición constante a la luz tiene en sus empleados. Al implementar estas prácticas, no solo protegen el medio ambiente, sino que también promueven el bienestar de sus colaboradores, contribuyendo a la prevención de enfermedades relacionadas con la sobreexposición lumínica, como el Alzheimer.
Hacia una mayor responsabilidad empresarial
El sector privado tiene la oportunidad de liderar un cambio en la forma en que gestionamos la luz en los espacios públicos y privados. Adoptar medidas que limiten la contaminación lumínica es una inversión en la salud pública y en la sostenibilidad del entorno. Esto incluye el diseño responsable de iluminación en áreas urbanas, el uso de tecnologías que reduzcan el deslumbramiento y la reflexión, y la implementación de programas educativos que fomenten el uso consciente de la luz tanto en entornos laborales como domésticos.
La contaminación lumínica es una problemática que va más allá de la visibilidad nocturna: es un factor de salud y bienestar que debe ser abordado desde todos los frentes, y las empresas tienen un rol fundamental en liderar este cambio hacia un futuro más saludable y equilibrado.
