Josefina Zoraida Vázquez plantea que a pesar de las mejoras y mayor apego a la realidad histórica de la enseñanza primaria, aún hay mucho por hacer.
Casi 70 años han trabajado los investigadores profesionales para eliminar mitos que formaban parte de la llamada “historia oficial de México”, pero en cada gobierno han encontrado resistencias al cambio, como la actual negativa a incluir el tema de la corrupción en el análisis de los procesos sociales del país.
Así lo explica Josefina Zoraida Vázquez, investigadora de El Colegio de México, coautora de libros de texto para primaria y miembro del seminario permanente Las Ciencias y las Tecnologías en México en el Siglo XXI.
“Algo muy curioso que observé en los años recientes es la resistencia a introducir el tema de la corrupción en los libros de texto donde se analiza la historia de México, ¿cómo iba uno a hablar de Ciencias Sociales e Historia sin hablar de la corrupción? ¿Por qué habría que incluirla? Porque se practica. Y lo que pasa es que la resisten todos, hasta algunos de nuestros colegas historiadores, porque decían: ‘No, es que es una forma de equilibrar las desigualdades’ y no sé cuántos argumentos más. Total que es un tema que no se incluyó en los libros de texto”, indica la historiadora, ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1999.
Los buenos y los malos
Otro problema de la enseñanza de la historia con el que han tenido que luchar los investigadores es la visión maniquea de buenos contra malos, indios contra españoles y laicos contra religiosos.
Cuando fue presidente Luis Echeverría aceptó realizar grandes cambios a los libros de texto gratuitos y posteriormente otros presidentes han incorporado modificaciones basadas en documentos recuperados y hallazgos científicos. Sin embargo, en cada gobierno han ocurrido resistencias y frenos. “Desde el periodo de Vicente Fox, el subsecretario de Educación Básica, Lorenzo Gómez Morín, iba a cambiar toda la programación y pensó en formar consejos de vigilancia de la enseñanza de la historia, en el que nos integramos investigadores de varias universidades e institutos y empezamos a funcionar en el 2005. Esto continuó hasta el 2011 cuando otro subsecretario, ya en el gobierno de Calderón, decidió que ya no había dinero, por falta de presupuesto se cancelaban esos consejos. Ese señor decidió que no había presupuesto, cuando no nos pagaban: sólo nos daban café y galletitas. En realidad era una colaboración de las instituciones”, indica la doctora.
Historia en serio
El primer libro de texto de historia en México se publicó en 1853, pocos años después de la guerra contra Estados Unidos. Desde entonces, los libros para educar sobre la historia han tenido numerosos defectos, como la omisión de datos importantes para justificar victorias, derrotas bélicas o el borrar grandes periodos de tiempo para apuntalar un discurso nacionalista.
“La profesionalización de la investigación histórica empezó en los años 40 con la primera generación en la Facultad de Filosofía de investigadores de historia”, indica la profesora miembro del Consejo de Redacción de la Historia de América Latina de la UNESCO.
A pesar de las resistencias, sí se han podido corregir deformaciones graves en el estudio de la historia e incluido otros mensajes: “Hemos podido decirle a los estudiantes: tienes que fijarte por quién votas, tienes que averiguar los planes, tienes que saber de los problemas de tu comunidad, todas esas cosas. Pero la corrupción no se ha incluido”, concluye la investigadora.
Fuente: El Economista