Enclavado en medio de la caótica Managua, un pequeño bosque de más de 200 especies de árboles y arbustos maderables, frutales, medicinales y ornamentales, devino en laboratorio ecológico y oasis para quienes buscan huir del sofocante calor de la capital de Nicaragua.
«Somos un laboratorio al aire libre», explica el ingeniero Roberto Domínguez, encargado del Arboretum Nacional. En un territorio de dos hectáreas, se encuentran especies de las distintas regiones de Nicaragua.
Para conocerlas y estudiarlas tendríamos que recorrer casi todo el país, agrega Domínguez.
Creado en 1992, este jardín botánico recobró vitalidad y recibe al año a unos 15 mil estudiantes, turistas y público en general, que recorren los senderos con guías que les explican las características y propiedades de cada planta, rotuladas con su nombre común y científico.
A escasos metros del asfalto, y en medio de la contaminación ambiental, el bosque constituye una novedad en una ciudad tan desordenada como Managua.
«Este es un pequeño pulmón en el centro de Managua. Es muy fresco, un ambiente muy agradable como para venir a leer un libro», comentó Josefa Quinto, de visita por primera vez en el lugar.
Atraídos por la frescura que da la sombra de un cedro real, un guayacán o una ceiba, muchos llegan a refugiarse un rato de las temperaturas que en verano superan los 35 grados centígrados.
El Arboretum Nacional reúne, con fines científicos y educativos, árboles de macadamia y de caoba, eucaliptos, pinos, cactus y nacascolos, entre otros exponentes de la flora nacional, estimada en unas 4 mil especies de árboles y arbustos.
A diferencia de los jardines botánicos de otros países, este parque se caracteriza por tener «una muestra única» de cada especie, a las que se les crea un ecosistema para climatizarlas y que resistan al cambio de ambiente.
En el Arboretum Nacional también se realizan estudios botánicos y se logra la adaptación de especies exóticas como la caoba del Atlántico, el mangle blanco o la cica, especies en peligro de extinción.
Además, sirve de refugio de aves como pericos, búhos, cenzontles, pájaros carpinteros, así como de ardillas, garrobos y zorrillos, que huyen de los visitantes.
«Excelente esta pequeña reserva que hay aquí (…) yo no sabía que existían esos árboles como ‘el chicharrón blanco'», expresó Marisela Orozco, una estudiante que sin saber lo que era este sitio, decidió aventurarse y conocerlo.
Administrado por el Instituto Nicaragüense Forestal, en el Arboretum se producen 35 mil plantas para la cruzada de reforestación que impulsa el gobierno en Managua, con una meta de 17 mil hectáreas.
Fuente: Reforma.com
Publicada: 10 de abril de 2012.