Como el grueso de las noticias, la del cambio climático alcanzó un pico informativo hace algunos años. Después, irremediablemente, su impacto social disminuyó. Hubo incluso quienes descreyeron de los efectos del calentamiento global o quienes lo describieron como uno más entre los muchos calentamientos y enfriamientos que se han dado en la Tierra a lo largo de su historia. Y, sin embargo, apenas en septiembre, la extensión de hielo del Ártico se redujo a 3.4 millones de kilómetros cuadrados, 20% menos que su mínimo histórico. “El cambio climático es un hecho y las consecuencias que vendrán aparejadas son muy importantes para la humanidad. Es un síntoma fatal porque, por mucho que intentemos modificarlo, es un proceso con un alto grado de irreversibilidad. Entramos en una dinámica de retroalimentación: más calor, menos hielo, más calor, menos hielo, hasta que éste desaparezca”. Quien habla es el Dr. Carlos Gay García, director del recientemente creado Centro Virtual de Cambio Climático de la Ciudad de México (CVCCCM) y miembro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU, acreedor del Premio Nobel de la Paz en 2007. “Mientras vemos que ocurre este proceso, las negociaciones internacionales sobre cambio climático no avanzan. Me impresiona, por ejemplo, que ya haya gente discutiendo quién va a explotar el petróleo del Polo Norte; es una locura, es una especie de suicidio colectivo. Son personajes sin resorte moral alguno. Si admitimos que el cambio climático se debe a actividades humanas, en particular a la quema de combustibles fósiles para actividades industriales, está claro que la solución elemental es limitar las emisiones contaminantes. Si se reducen las emisiones habrá algunos sectores que resulten afectados económicamente. Ésta, sin embargo, es una aproximación de orden cero: no hay ninguna empresa en este momento que no se esté preparando para un cambio tecnológico. Lo contrario es retórica, recursos del lenguaje para tratar de convencer a una gran cantidad de gente mal informada”.
¿Hasta qué punto puede trasladarse una problemática de carácter eminentemente global a una ciudad como la nuestra? ¿Qué especificidades tiene? “La ciudad de México es un ambiente completamente artificial; donde debería estar un lago, hemos construido una urbe de ocho millones de habitantes. Es un experimento extraordinario. Hemos cambiado todo el entorno natural, hemos alterado la vegetación. No se puede contrarrestrar esta tendencia para recuperar su vocación lacustre, pero hay cosas que podemos hacer. Así concebimos el CVCCCM: queremos que los funcionarios y tomadores de decisiones de la ciudad puedan vincularse con los académicos de la UNAM y otras instituciones para construir un ámbito común de discusión. Tenemos el propósito de hacer investigación, en el contexto del cambio climático, que sea útil para el diseño de políticas públicas. Nuestro sitio, además, está abierto a cualquier ciudadano”.
Una de las principales virtudes del Centro Virtual es su carácter multidimensional y transversal: junto a los proyectos de cambio climático se enlistan investigaciones sobre los suelos de conservación, el agua, los residuos sólidos, el transporte, los servicios ambientales, la salud y la energía (por lo demás, el equipo del centro “no sólo cuenta con físicos o hidrólogos, también incluye politólogos, psicólogos, internacionalistas o tecnólogos”). Además “abordamos problemas más complejos: qué relaciones hay entre la pobreza y el cambio climático, por ejemplo. Tenemos estudios sobre los fenómenos hidrometeorológicos a los que están expuestos los sectores sociales más pobres de la ciudad. El día que se aborde el cambio climático de la mano del combate a la pobreza dejarán de aplicarse simples paliativos: lo que generó el calentamiento global fueron los mercados, las finanzas, los bonos, las acciones, las relaciones entre compradores y vendedores, entre oferta y demanda, entre productores y consumidores. No nos hagamos tontos. Se necesitan soluciones integrales, no meramente técnicas. Muchas empresas “verdes” sólo buscan beneficios económicos porque se traducen en ahorros, en producción con menos insumos. Pero ¿están devolviendo ese margen de ganancia a la gente, están creando empleos para la población circundante? La idea de lo sustentable tendría que estar relacionada con la idea de justicia, de equidad, de involucramiento con la comunidad. Eso es lo verdaderamente revolucionario”.
A la problemática, en resumen, la unen tres grandes áreas: “la economía, el ambiente y la sociedad. Debemos mantenerlas en un desarrollo equilibrado; suena a discurso pero se puede hacer si lo planteamos de forma correcta. El cambio climático nos amenaza: para contrarrestarlo hay acciones de gran escala, como leyes generales o globales, pero muchas otras deberán realizarse localmente. La realidad es que entraremos en temperaturas en las que la humanidad nunca ha vivido. ¿Qué hará la ciudad de México para adaptarse? ¿Cómo viviremos en 50 años? ¿Vamos a construir terceros, cuartos pisos en nuestras vialidades o vamos a migrar hacia un transporte realmente limpio? ¿Compactaremos la ciudad, la extenderemos de forma inteligente? ¿Qué va a pasar con los pobres de la ciudad, con la vivienda popular? ¿Transitaremos hacia una economía de bajo consumo de carbón? ¿Echaremos mano de energías renovables? ¿Cuidaremos los suelos de conservación? ¿Actuaremos sinérgicamente con la naturaleza?”.
Fuente: Residente