En el último trimestre del año pasado, el acoso sexual fue un tema que causó mucho revuelo tras las denuncias presentadas por varias actrices en Hollywood, primero en contra de Harvey Weinstein y luego contra diversos personajes de la industria. El acontecimiento dio origen al movimiento #MeToo, traducido en países hispanohablantes como #YoTambién, en el que decenas de mujeres de todo el mundo contaron sus propias historias de acoso sexual, a través de las redes sociales.
El movimiento se extendió y personalidades del mundo artístico, deportivo, político y hasta empresarial, se vieron involucradas como víctimas o victimarios. No tardaron en sumarse a la lista líderes corporativos que ofrecieron disculpas e incluso abandonaron sus puestos. Las implicaciones en términos de reputación eran muchas
En contraposición, un colectivo de mujeres, entre ellas la actriz francesa Catherine Deneuve, publicó, como símbolo de defensa en Francia, una tribuna con el fin de defender la “libertad de importunar” de los hombres y oponerse a la “campaña de delaciones”.
La violación es un crimen. Pero cortejar de forma insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista
“La violación es un crimen. Pero cortejar de forma insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista”, escriben en el diario Le Monde un centenar de intérpretes, escritoras, investigadoras y periodistas, rechazando lo que calificaron como un puritanismo que se instaló tras las acusaciones de acoso y agresión sexual contra el productor.
El colectivo defiende una perspectiva común acerca de que el coqueteo no es siempre acoso sexual. Se trata de una perspectiva que aborda el tema sin considerar la definición de acoso sexual, en primer lugar.
El acoso sexual es la intimidación o coerción de naturaleza sexual, o la promesa no deseada o inapropiada de recompensas a cambio de favores sexuales.
Esto quiere decir que si bien un hombre tiene derecho a acercarse a una mujer para conocerla e invitarla a salir (igual que lo tendría una mujer), este derecho termina en el momento en que existe un acercamiento no deseado, incómodo u hostil, así como cuando existe una oferta de recompensa a cambio de favores sexuales. Es decir, el derecho de un hombre a acercarse a una mujer, termina cuando ella decide que así es; cuando ella dice NO. ¡Y claro que funciona del mismo modo a la inversa!
Es cierto, las mujeres necesitamos sentir una mayor libertad para decir sí y disfrutar nuestra sexualidad, pero hace falta primero luchar por nuestra libertad para decir NO y que ese NO sea respetado.
Para el colectivo, “esta la «fiebre» de enviar a los ‘cerdos’ al matadero (en referencia al hashtag francés #balancetonporc (“Delata a tu cerdo”), equivalente del inglés #MeToo, NDLR), lejos de ayudar a las mujeres a ser autónomas, sirve en realidad a los intereses de los enemigos de la libertad sexual, a los extremistas religiosos, a los peores reaccionarios y a quienes estiman (…) que las mujeres son seres aparte, niños con una cara adulta, que reclaman ser protegidas”.
Lejos de ayudar a las mujeres a ser autónomas, la campaña #balancetonporc sirve en realidad a los intereses de los enemigos de la libertad sexual
“En tanto que mujeres, no nos reconocemos en este feminismo, que, más allá de denunciar los abusos de poder, encarna un odio a los hombres y a la sexualidad».
El colectivo asegura defender “una libertad de importunar, indispensable a la libertad sexual”.