Hace unos días, un comercial llegado desde China fue denominado por muchos medios (incluyendo el nuestro) como el más racista de la historia por presentar a un hombre negro que tras pasar por la lavadora cambia de color… y de raza.
Es cierto que se trata de un material que reproduce estereotipos negativos y sugiere que un color de piel es más deseable que otro, pero un artículo en Ad Week recuerda que la publicidad occidental también tiene una larga historia de mensajes discriminatorios, específicamente cuando se trata de vender jabones y otros productos de limpieza. De hecho, el comercial chino es muy similar a uno que fue transmitido en Italia hace una década.
Las reacciones al video de la marca Qiaobi nos dicen bastante sobre la cultura actual, propone Ad Week. En primer lugar, demuestra que es más fácil demonizar los mensajes nocivos que se producen muy lejos que aceptar los problemas de racismo que todavía existen: «Estados Unidos no ha evolucionado más allá de sus problemas raciales: no si hay candidatos a la presidencia que quieren bloquear la entrada de todos los musulmanes al país o si las marcas son inundadas de odio cuando publican en línea imágenes de una familia de raza mixta.»
En México no nos quedamos atrás, ya que también se ha transmitido publicidad que reduce a las personas de raza negra a estereotipos, e incluso productos que basan su imagen en ellos.
Por otro lado, algunas personas defendieron el comercial chino, afirmando que quienes lo criticaban estaban exagerando. De hecho, eso fue precisamente lo que declaró la marca china a un medio de ese país: «No quisimos hacer nada más que promover el producto, y nunca pensamos en el tema del racismo. Los medios extranjeros pueden ser demasiado sensibles al anuncio.»
En su disculpa oficial, Qiaobi sí tomó responsabilidad por el daño causado a personas de ascendencia africana, afirmó que la intención no fue discriminatoria, anunció que el video ya no se continuaría transmitiendo e incluso pidió a los medios que dejen de replicarlo en línea.
La discusión alrededor de este caso no debe centrarse tan solo en criticar las prácticas publicitarias en china o a la marca Qiaobi, sino convertirse en una reflexión sobre los mensajes discriminatorios que empresas y agencias de todo el mundo continúan mostrando al público todos los días. Por desgracia, el triste trofeo al comercial más racista del mundo no es tan fácil de otorgar.