La pérdida de áreas naturales afecta a la mitad del territorio mexicano, porque el cambio en el uso de suelo ha transformado los ecosistemas. Esto sobre todo ocurre en las áreas más accesibles, productivas, con mejores suelos y en lugares planos para la explotación de recursos, la agricultura y la ganadería. Además, la construcción de proyectos inmobiliarios y la urbanización han invadido distintas zonas disminuyendo la capa forestal y vegetal.
Toda esta actividad humana ha contribuido al cambio climático, ya que la degradación de los ecosistemas afecta la regulación de los ciclos naturales del planeta, incluyendo el hidrológico. Por ello, las empresas que dependen del campo y la explotación de los recursos naturales han invertido en proyectos sostenibles que disminuyen el impacto ambiental de sus operaciones. Puesto que el enriquecimiento ya no es el único fin de la industria.