Esta nota se publicó el pasado 26 de noviembre en El Economista
El próximo lunes arranca la COP 25 en Madrid y, como ha sucedido previo a cada edición de la que sigue siendo la principal cumbre climática a nivel global, se le anuncia como nuestra última oportunidad para actuar y alcanzar los compromisos más ambiciosos “hasta ahora” para reducir las emisiones.
¿Será diferente esta COP para alcanzar los acuerdos mínimos necesarios en materia de medio ambiente?
No lo sabremos hasta el 13 de diciembre, cuando termine la cumbre, pero si algo pinta un panorama distinto son las protestas de jóvenes en todo el mundo que han convertido en tendencia global el cambio climático, aunado al fenómeno que desató la activista sueca Greta Thunberg, al hablar duramente en septiembre pasado ante Naciones Unidas en Nueva York.
El sentido de urgencia es real y la queja manifiesta. Lo que no ha podido concretarse es la actuación. No por nada el lema que lleva esta edición de la COP es #TiempoDeActuar.
En México, la implementación de la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) está bajo la coordinación de Gemma Santana, quien trabaja directamente en la Oficina de Presidencia encabezada por Alfonso Romo.
Sin embargo, la Cancillería también maneja un alto perfil en la promoción de la Agenda 2030, pues tanto el titular de la secretaría Marcelo Ebrard como la subsecretaria Martha Delgado se han pronunciado en diversas ocasiones al respecto.
Apenas el pasado 11 de noviembre, Marcelo Ebrard explicaba que la postura que México llevará a la COP 25 es la de “seguir avanzando” y anticipó que compartirán la estimación del impacto en términos de acción climática que ha tenido y tendrá el programa Sembrando Vida, a través del cual el gobierno federal proyecta sembrar un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables en el país.
Ebrard no dejó de mencionar que en la COP 25 estará participando “muy de cerca” la oficina de Alfonso Romo, que lleva la coordinación de la Agenda 2030 y acompañó a Cancillería en la asamblea general de la ONU.
Sin embargo, es claro que tanto Ebrard como Martha Delgado, quien tiene una amplia trayectoria como funcionaria pública en temas de medio ambiente, mantienen un perfil más alto que Alfonso Romo en la promoción del desarrollo sostenible.
Los retos que enfrenta la Oficina de Presidencia para avanzar en el cumplimiento de los compromisos ambientales son, incluso, estructurales.
La propia coordinadora técnica de la Agenda 2030, Andrea Lara, ha reconocido que el actual modelo gubernamental mexicano está integrado de manera que no se alinea a esta agenda global ni al cumplimiento de los ODS.
El gobierno federal, en sus palabras, “no está diseñado para actuar y pensar en círculo sustentable, sino que se trabaja de forma lineal con planes dispersos por sector, por ello estamos obligados a establecer programas interconectados».
Más que deseable es necesario que la delegación mexicana que participe en la COP 25 encause acuerdos y promueva un liderazgo activo en el combate al cambio climático en la región latinoamericana.
La existencia de dos oficinas que manifiestan liderazgos diferenciados en la promoción del desarrollo sostenible y la Agenda 2030, lejos de restar, debe sumar al cumplimiento de los objetivos y fortalecer los compromisos ambientales asumidos por el país. La COP 25 es un buen foro para proyectar este acuerdo dentro del gobierno federal.
