Hace unos días acabamos de ver en México la llamada SlutWalk o «Marcha de las putas«, un movimiento que debido a los comentarios de un policia en Toronto, ha cobrado fuerza en todo el mundo.
La mejor forma de prevenir un asalto sexual es evitar vestirse como una puta… fue lo que dijo el vigilante del orden en Canadá. Debido a ello, en varios países, multitudes de mujeres han salido a las calles para reivindicar el derecho a la seguridad sexual y a vivir libres de estereotipos.
El movimiento se mezcla naturalmente, como lo hizo el pasado domingo en México, con filosofías de equidad de género y otros temas actualmente afines a la mujer. Comentamos esta situación porque curiosamente en China sucede un hecho que en occidente pudiera tacharse de sexista o discriminatorio y sin embargo allá ha sido muy bien recibido… un estacionamiento para mujeres.
Este sitio cuenta con lugares para aparcar mucho más amplios (casi el doble que los normales), protectores contra raspones en las paredes, está decorado en tonos rosados y púrpuras y grandes signos zodiacales para que las féminas puedan recordar fácilmente dónde se han estacionado. Por si fuera poco, cuenta con franeleros profesionales para ayudar a las chicas si se atoran.
Mr. Wu, responsable del departamento de promoción e imagen del centro comercial donde se localiza este aparcadero, dijo al diario Reforma: «El lugar está diseñado especialmente para que sea fácil estacionar, porque las mujeres no son tan hábiles manejando como los hombres. Tardan más tiempo y gastan más energía.»
La declaración podría ser incendiaria en muchos países, incluyendo México, sin embargo en China se ha tomado como una buena idea y un privilegio para las mujeres. Incluso Mr. Wu agrega «En China prevalece el respeto al sexo femenino y por ende a sus diferencias.»
Es verdad que en el mismo país oriental, el sexismo es muy fuerte en otras situaciones como el empleo, sin embargo, en este caso específico las mujeres aceptan gustosas sus diferencias.
Interesante es observar que culturalmente se varía tanto de un país a otro y que prácticamente se vuelve imposible medir todo con el mismo rasero, aún cuando existan consensos de lo más universalmente posibles como la ISO 26000.
Una curiosidad más para el almanaque de la responsabilidad social.