Todo gerente sabe que el uso de cualquier factor de producción debe ser rentable: costo inferior a los beneficios, por lo cual, para adquirir un equipo, la pregunta es ¿cuánto cuesta y cuánto produce?
En principio, el valor presente neto (VPN) indica si es conveniente adquirirlo, aunque el cálculo exacto puede ser complejo por las intertemporalidades e incertidumbres en los costos y beneficios.
En esencia, la inversión se hace si el valor esperado del VPN de los ingresos menos los costos compensa la incertidumbre del análisis.
Un proceso de producción utiliza factores tales como bienes de capital, mano de obra especializada y no especializada, recursos financieros, tierra, recursos naturales renovables y no renovables, entre otros, que se combinan para producir los bienes o servicios propios de la actividad.
Adicionalmente, también usa como factor de producción el entorno, el cual puede dividirse en dos grupos interdependientes: el medio ambiente y el conjunto de aspectos sociales que definen el sentir de la población del área de influencia del proyecto sobre su presente y su futuro.
El uso del entorno es el desgaste que una actividad genera sobre el medio ambiente y las expectivas de vida de los habitantes de la región.
Por años, el uso de este no fue considerado en la ecuación de producción porque no tenía costo monetario.
Hoy, el Estado exige planes de manejo ambiental que sí previenen, mitigan o compensan completamente los impactos ambientales; logran que las empresas internalicen el costo sobre el medio ambiente, y así tomen decisiones convenientes para la sociedad.
Con respecto al segundo grupo, ‘el conjunto de aspectos sociales que definen el sentir de la población sobre su presente y su futuro’ son los habitantes, quienes, poco a poco, y en ocasiones por medios violentos, exigen a las compañías ‘inversiones sociales’ como compensación al contraste entre sus expectativas de vida y la bonanza empresarial.
Alternativamente, las empresas, en su ‘responsabilidad social’, hacen inversiones sociales compensatorias que abren un espiral creciente que solicita nuevas inversiones cuando terminan las que están en curso.
Cuando la R de responsabilidad social empresarial también es de rentabilidad, hablamos de valor compartido.
No se trata de inversión compensatoria ni de la ‘licencia para operar’, sino del desarrollo de objetivos de conveniencia mutua para que empresa y Stake Holders construyan un futuro promisorio para todos.
El valor compartido es rentable porque los habitantes se encargan de proteger a la organización, para así conseguir sus intereses.
Hoy, ningún buen gerente desconoce la importancia del buen clima laboral, mientras que hace 20 o 30 años, muchos lo consideraban una necedad por no comprender que hacía parte de sus insumos de producción. Este se internalizó para formar parte de los atributos determinantes de la productividad laboral.
Es el caso del entorno. Para optimizar la competitividad de una empresa, por sus efectos en su eficiencia y la aceptabilidad de sus productos por los mercados, es necesario el manejo óptimo del entorno. Eso se logra construyendo valor compartido.
Fuente: portafolio.co
Por: Germán Botero A.
Publicada: 26 de Julio de 2012